miércoles, 24 de septiembre de 2008

Vallejo y su adhesión socialista

Julio Yovera B

17 junio de 1923, César Vallejo en el vapor Oroya, viaja a Europa. Se va y no retornará más; sin embargo, sus años de lucha y de trabajo en el viejo continente no lo desarraigan ni de su terruño ni de su patria. En sus obras y en sus trajines, y en general a lo largo de toda su existencia, hasta la hora de su muerte, porta el sello inconfundible de su amor universal a la humanidad, ellos gracias a su cultura solidaria y andina, y a su formación marxista. En el caso de César Vallejo, la primera explica a la segunda, y la segunda fortalece a la primera.
Francia es uno de los países vencedores de la guerra; goza del prestigio de ser la cuna de la democracia moderna y está encargada de promover tratados y establecer acuerdos, pero su economía se ha debilitado. En ese contexto, emergen claras tendencias de izquierda. En 1924 Francia tiene un gobierno de centro izquierda presidido por Edouard Herriot (1872 – 1957).
París es la ciudad luz que atrapa desde el primer instante. El estudioso mexicano Miguel Arnulfo Ángel ha hecho una magnífico inventario de opiniones de intelectuales y artistas que en algún momento de sus vidas fueron tocados por París, él mismo dice que (la ciudad) “permanecerá con sus palacios, templos y galerías medievales, renacentistas y clásicos como la ciudad del arte y la política que supo acabar con el derecho divino para devolverlo a los ciudadanos”. Para el escritor ítalo francés Guillaume Apollinaire (1880 - 1918) “La Torre Eiffel sobresale con el sabor antiguo, más bien religioso, como pastora de rebaños de autobuses mugientes e inmigrantes, mientras se anda solo entre la multitud”. A su vez, el poeta chileno Vicente Huidobro (1893 – 1948 ) señala que: París es Notra Dame, Montmartre, el Sena, el obelisco, las mismas calles que atan al que se quiera marchar”.
En París Vallejo ejerce diversas actividades relacionadas con el periodismo. Mantiene comunicación con su familia y por lo que conoce suponía que su permanencia en ese lugar no sería para siempre. Hace amistad con artistas y poetas, como Vicente Huidobro, ya reconocido, fundador de su propio ismo: el creacionismo.
En 1924 muere su padre.
En 1925 trabaja en el periodismo y es corresponsal de la revista “Mundial” de Lima, Perú, que tenía en el señor Andrés Arumburú Salinas, no sólo un director, sino también a un promotor y animador. “Mundial” resulta siendo la más importante publicación de su tiempo; desde 1920 hasta 1931 fue una tribuna del pensamiento, en sus páginas aparecieron artículos de peruanos notables como el propio Vallejo, José Carlos Mariátegui, Jorge Basadre (1903 – 1980), Raúl Porras Barrenechea, (1897 – 1960) Aurelio Miró Quesada Sosa (1907 – 2000), Ángela Ramos (1896 – 1998), Magda Portal (1900- 1989), Dora Mayer (1868 – 1959), entre otros.
La misma labor desempeña un año después en la Revista “Variedades”. Es con estas publicaciones mantiene un lazo con su país y un espacio para reflexionar sobre los problemas del mundo contemporáneo y los problemas estructurales del Perú. Al igual que Mariátegui, tiene la oportunidad de encontrar respuesta a preguntas medulares que se había hecho a lo largo de su vida.
Ese año se funda la empresa Los Grandes Periódicos Latinoamericanos, una especie de consorcio de las publicaciones hechas en los países de nuestra latitud; Vallejo es nombrado secretario de esa razón social. A la vez, viaja por primera vez a España; su amigo Pablo Abril de Vivero le había gestionado una beca ante el gobierno español de 300 pesos.
Mal que bien tiene un ingreso, “para empezar no está mal” dirían muchos pero la bella París no es la tierra prometida ni el lugar donde el maná cae del cielo, por lo menos no para los intelectuales y los artistas que se han enamorado de la revolución, que son los que con frecuencia poseen talento y genialidad y los que con frecuencia el orden existente arrojan del paraíso y condenan a la miseria.
En 1926 conoce a Henrriete Maisse y son pareja hasta 1928 (¿o 1929?) Poco se sabe de ella, excepto que fue costurera y que amó al poeta Vallejo. En una sociedad como la francesa y en un periodo favorable al socialismo, nos da el perfil de una mujer sensible a su tiempo y al arte, y profundamente enamorada. No nos corresponde juzgar el final de esa relación.
Además de Vicente Huidobro, logra hacer amistad con personalidades del arte y la cultura: Juan Gris (seudónimo del pintor cubista español José Victoriano Gonzáles Pérez (1887 – 1927), Waldo Frank, narrador y ensayista norteamericano (1889 – 1967), y los franceses: Marcel Aymé, (1902 – 1967), Antonin Artaud, (1896 – 1948), Robert Desnos, (1900 – 1945).
Sin embargo, su interés por la política revolucionaria como necesidad vital, que lo lleva a ingresar a la militancia en las filas del APRA, y lo hace cuando éste es un frente y no un partido, que encarna la bandera de la justicia social. Por entonces los perfiles de los proyectos políticos de José Carlos Mariátegui y Haya de La Torre son uno solo. En los próximos años se bifurcarían las sendas hasta que llegan a ser dos propuestas distintas.
En 1927 Vallejo, literalmente hablando se une para siempre a Georgette Phillipart, inclusive hasta después del momento que culmina su vida física; y “más allá de su vida y de su muerte”, Georgette se convierte en la ardiente defensora de su vida y legado, aunque en algunos casos, en particular el referido a su adhesión política, tuvo apreciaciones respetuosamente discutibles.

No todos los que la conocieron la apreciaron; para el poeta Pablo Neruda, la compañera de Vallejo era “una francesa tiránica y presumida”. Sin embargo, no hay ningún ser que haya defendido con tanta pasión la memoria, el recuerdo, la trayectoria y la obra del hombre amado como lo hizo esta mujer apasionada, que logró con su solo esfuerzo un lugar digno de Vallejo en el cementerio de Montparnasse, vino al Perú a luchar y a morir.
Vallejo vive momentos de definiciones interiores. Su condición de poeta revolucionario lo hace enfrentar su vida y desarrollar su obra con una ética basada rigurosamente en sus principios y una fidelidad que lo convierte en un asceta o en un apóstol.
1927. Por un imperativo moral, renuncia a la beca que le otorga el gobierno de España y también a su puesto de secretario de la empresa La Gran Prensa Latinoamericana. Está cansado y dice: “todo esto no es ni yo ni mi vida”…
1928. Cae en enfermo y suspende temporalmente sus actividades.
Son tiempos de ímpetu revolucionario. Las miradas de los militantes y amigos del socialismo y también la de sus declarados detractores están puestas en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Ese año, en compañía de Georgette, Vallejo va hacia allá, no como un propagandista apologético, sino como estudioso y reportero. La construcción del nuevo orden lo impresiona, más aún, cuando a pesar de las trampas y los sabotajes de las fuerzas conservadoras internas y del poder monopólico internacional, obtiene contundentes victorias.
La revolución dirigida por los bolcheviques ha superado momentos duros. La guerra mundial ha arruinado la economía del país. En 1921, 5 millones de personas murieron por efecto del hambre; pese a la crisis agrícola y a la ruina de la cosecha; pese a la natural convulsión que ocasiona una revolución; pese a todo ello, los pueblos de la URSS, con el apoyo internacional, con los logros de la apertura de la nueva política económica, NEP, impulsada por el jefe de la revolución, Lenin (1870 – 1924), se logran sustantivas mejoras en la sociedad soviética.
Hacia 1926, se vislumbra un ligero crecimiento de la economía, que viene aparejado de un importante desarrollo; así, en una sociedad abrumada por el analfabetismo, que el 51 % de la población de la URSS logre aprender a leer y escribir, era sin duda una verdadera hazaña.
El reportero Vallejo pulsa la vida sencilla y cotidiana de la gente común y corriente. La revolución le da respuestas categóricas a las preguntas que se ha hecho siempre: las desgracias de los pueblos y de los trabajadores no tienen causas celestiales, tienen causas estructurales, históricas y políticas.
La construcción del orden socialista es un desafío; tiene que hacer frente a fuerzas oscurantistas y retrógradas que tratan de socavarlo y derrotarlo. Trabajar por el destino de la humanidad como opción de vida, desde la condición de poeta o de artista, lleva necesariamente a una toma de posición. Así lo entiende Vallejo y está dispuesto a convertirse en un heraldo de lo que él considera que es la nueva anunciación.
Cuando regresa a París rompe con el APRA y se afirma desde sus convicciones y sus sueños de hombre y de poeta en el socialismo. En el Perú, en la cresta de esa ola destaca la figura del Amauta José Carlos Mariátegui. Vallejo forma en París – ateniéndose a la cultura organizacional de las izquierdas - la primera célula marxista peruana en París.
Desde entonces, Vallejo va a ser doblemente golpeado y excluido por el poder, ya no sólo por su condición de poeta rebelde, sino por ser un militante revolucionario y, por eso mismo, objeto de sospecha, víctima de hostigamiento y seguimiento. Eso no lo doblega, continúa fiel a su causa, dispuesto a beber los cálices amargos, y no desviarse en lo más mínimo de esa causa.
Escribe sus ensayos “El Arte y la Revolución” y la obra de teatro “Moscú contra Moscú”, nombre que después cambia por el de “Entre dos orillas corre el río”.1930. Vuelve a la URSS como invitado de los escritores soviéticos, asiste al Congreso de Escritores Solidarios con la Unión Soviética. Tiene la oportunidad de alternar con los trabajadores de la cultura soviética, también con la gente sencilla del pueblo, pulsar la economía y los viejos y nuevos hábitos, la situación de las clases sociales, los placeres; en suma, habla no sólo de la ciudad, también se ocupa de la sociedad del porvenir.
2 de Diciembre de 1930. Vallejo vuelve a Francia pero es expulsado por el gobierno de Tardieu (1876 – 1945). Nada menos que el país cuna de los derechos universales de libertad, igualdad y fraternidad, le cierra sus puertos en razón de su militancia política e ideológica, y es que ser marxista es ser también un anticolonialista consecuente y eso para el gobierno francés es una herejía. Como dice Pablo Neruda, “los comunistas por todos sitios reciben palos, palos exclusivos para ellos”
30 de diciembre de 1930. Va a España y se afilia al Partido Comunista de ese país y que desde 1921 eran parte de la Internacional Comunista o el Komintern . Hace amistad con Rafael Alberti, poeta (1902 – 1999), Miguel de Unamuno, ensayista (1864 – 1936) y los poetas: Pedro Salinas,(1892 – 1951), Federico García Lorca, (1898 – 1936).
1931. Se proclama en un ambiente de júbilo la República. Vallejo – según confiesa su compañera – se muestra sereno y no desborda entusiasmo por ese logro. Por entonces ya es un hombre solvente en el manejo de la teoría del socialismo científico y su método de investigación, lo que le permite enseñar marxismo en algunos círculos obreros y juveniles.
Es en España donde publica su ensayo “Rusia en 1931”.
“Rusia 1931” es una obra testimonial de todo cuanto observa en su viaje. Es un reportaje no sólo acucioso sino ágil., en la misma línea de John Reed, el periodista norteamericano autor de “10 días que estremecieron al mundo”. Vallejo es espíritu, adhesión, compromiso, pero también investigación, raciocinio, deducción, análisis y crítica. Estudia y hasta prevé y advierte los peligros que el nuevo orden debe tener en cuenta.
En los primeros días de octubre de 1931 hace un viaje más –el último – a la URSS. La primera experiencia enfrenta nuevamente dificultades pero todavía las convicciones y la esperanza siguen de pie, como un pendón flameando hacia los cuatro puntos cardinales del planeta.
La primera edición de “Rusia 1931” la hace la Editorial Ulises de Madrid, España, la obra empieza con esta Nota:
“ La personalidad literaria de César Vallejo, el autor de esta obra, es conocidísima en los medios intelectuales españoles e hispanoamericanos desde el año 1919 (sic), en que comienza su obra poética con los libros LOS HERALDOS NEGROS y TRILCE. La crítica de vanguardia ha considerado estos libros de Vallejo como la iniciación de una nueva época de la poesía castellana.
César Vallejo, de nacionalidad peruana, toma parte activa en las luchas políticas de su país, siendo perseguido y encarcelado varias veces. En 1923 viene a Europa y fija su residencia en París. En 1928, su alma inquieta, sus preocupaciones diversas: poesía, sociología, vitalidad, le impulsan hacia otras rutas, y realiza un viaje de estudios por Alemania, Rusia, Inglaterra, Italia, Austria y Europa Oriental. Vuelve a París con un ansia tremenda de actividades ideológicas. Marcha de nuevo a Rusia, de donde retorna a París en 1930. Y es entonces cuando el Gobierno francés de Tardieu le persigue por sus campañas literarias contra el capitalismo mundial. César Vallejo tiene que abandonar Francia y se presenta en los círculos intelectuales madrileños con el espíritu angustiado por las nieblas de todos los caminos, con su gesto de hombre que ha sentido en sí mismo el dolor de todos los hombres, con bagaje literario y vital de la más alta alcurnia.
Ya entre y con nosotros, publica una novela, EL TUNGSTENO, sobre la explotación de los indios en las minas de su país: preocupación social de hombre actual que se llena de luz en las nuevas auroras de la Justicia. Y ahora, este libro, RUSIA EN 1931, donde se recogen las impresiones de sus estadas en la Rusia soviética.César Vallejo ha estado en el país de Stalin por su cuenta. No ha ido en misión oficial, con ninguna subvención, con ninguna representación de grupo ni de entidad política. A cuero y cara limpios. No se podrá decir por nadie que escribe este libro obedeciendo mandatos propagandísticos. Vallejo no tiene ninguna relación más o menos escabrosa con las instituciones soviéticas. Por eso los juicios que da en esta obra son los libres e imparciales de todo hombre honrado que no cuenta sino lo que visto con sus propios ojos.
EDICIONES ULISES consideran este libro como la versión más completa, más rica en facetas, más profundas, imparcial y actualísima de cuantas se han dado sobre el Soviet en Francia, Alemania, Inglaterra y España. Por ello la hemos acogido con honda satisfacción en nuestra “Colección Nueva Política”; y porque representa, además, la exaltación al gran público de nuestros lectores de un auténtico valor de nuestra raza y de nuestro idioma..- EDICIONES ULISES.”

“Reflexiones al pie de Kremlin” es un rotundo éxito editorial. Y lo es no sólo por lo actual del tema, sino también por la calidad de la obra. Sus páginas revelan a un escritor con una aguda capacidad de observación y una destreza en la redacción, que aún, ahora, quien lo lea puede sentir la atmósfera geográfica, social y espiritual de su prosa; algo que de por sí es un logro pero que en el caso de Vallejo, como corresponde a su condición de tener en el centro de sus desvelos al hombre atrapado en su sufrimiento o en su goce.
“Burgo, entre mongol y tártaro, entre búdico y cismático – griego, Moscú es una gran aldea medieval, en cuyas entrañas maceradas y bárbaras se aspira todavía el óxido de hierro de las horcas, el orín de las cúpulas bizantinas, el vodka destilado de cebada, la sangre de los siervos, los granos de los diezmos y primicias, el vino de los festines del Kremlin, el sudor de mesnadas primitivas y bestiales. Cada rincón de la ciudad lo testifica plásticamente: su plano irregular y abrupto, sus muros amarillos y blancos, las calzadas empedradas, los tejados rojos y salpicados de musgo, en fin, el decorado elemental y asiático.
Sólo que junto a las ruinas del pasado anterior a 1917, se advierten las ruinas y devastaciones producidas por la revolución de octubre y las guerras civiles que la siguieron. El bombardeo, los saqueos y destrucciones se hallan aún impresos en las puertas desquiciadas, en las ventanas rotas, en los techos volados, en los muros partidos, en los monumentos y edificios mutilados. Especialmente, las iglesias, los palacios y las estatuas sufrieron una revisión histórica implacable. Se ve que, aparte de la ruinosa ciudadela de Iván El Terrible, sobrevive allí la ruidosa ciudadela de la revolución, es decir, los vestigios de un tremendo huracán político.Pero, además de ser Moscú un conjunto de ruinas prerrevolucionarias y un conjunto de escombros de la revolución, es la capital del Estado proletario. La urbanización obrera se acelera con ritmo sorprendente...”
Hoy, cuando aquel modelo ha sufrido una derrota, que no significa desde nuestro punto de vista su fracaso histórico como sostienen los teóricos de la globalidad del sistema, la advertencia que hace César Vallejo nos sorprende:“Indudablemente, el confort material, las facilidades de rapidez y precisión con que el progreso material encauza y motoriza la vida urbana, son necesarios a la ciudad del porvenir. Mas, no basta que la sociedad produzca y consuma estos elementos de vida, al azar. Menester es que su producción y consumo se democraticen, se socialicen. Menester es socializar el trabajo, la técnica, los medios e instrumentos de la producción, de una parte; y de la otra la riqueza. El mundo de los justos no es posible sin esta doble socialización”
La editoriales se resisten a publicar sus obras, no obstante su éxito con “Reflexiones al pie de Kremlim”. Obras que había concebido en sus viajes, que de manera intensa asaltaban sus vigilias, son rechazadas: “El Arte y la Revolución”, “Lock Out”, obra de teatro en la que puso sus expectativas, “Rusia ante el Segundo Plan Quinquenal”. Todas ellas no aprobaron a los ojos de los editores que era una parte de la mirada de la censura. En todo este periplo lo acompaña el poeta Federico García Lorca, de quien se hace amigo.
El 11 de Febrero DE 1932 Vallejo regresa clandestinamente a Francia. Será la última etapa de su vida. Según Georgette, el libro “Poemas Humanos”, publicado bajo su dirección después de la muerte de Vallejo, nacen en la URSS y en París. En Francia vive de manera ilegal y con todas las privaciones inimaginables. Es el sistema el que lo está golpeando “duro con un palo y duro también con una piedra”, es el precio que tiene que pagar el poeta por no haberse encapsulado en ninguna “torre de marfil”.
Vivir en esas condiciones significa exponer el pellejo y cualquier mortal lo evitaría pero no Vallejo que es un ser íntegro, por eso ético y heroico, De modo que cuando en Francia los sectores más retrógrados empiezan a dar sus zarpazos contra los sectores populares y la izquierda, el poeta “asiste a las más peligrosas manifestaciones de aquella época contra las cruces de fuego (Partido de ultraderecha) con el riesgo de una nueva expulsión (...) o de su muerte por las balas fascistas en la Plaza de la Concordia”

lunes, 22 de septiembre de 2008

TRILCE

UNA LUZ QUE NO TODOS VEN
Por Julio Yovera B
Retorno a la tierra para ir a la Cárcel
1919. Vallejo ejerce la docencia en el Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe, institución educativa privada que fundara en 1840 Don Domingo Elías (1805 – 1867), y que desde 1855, el gobierno de Don Ramón Castilla (1797 – 1867) la declara escuela pública, convirtiéndose en un emblema de la educación y en centro de las ideas liberales. Héroes e ilustres personalidades como Leoncio Prado (1853 – 1883), Melitón Carvajal (1847 –1935), José Gálvez (1819 – 1866), Julio C. Tello 1880 – 1947), Abraham Valdelomar (1888 – 1919), Leonidas Yerovi (1881 – 1917), Abelardo Gamarra (1850 – 1924), entre muchos más salieron de sus aulas.
Ingresar a la docencia en un centro educativo como el Colegio Guadalupe, requiere de prestigio intelectual y académico, Vallejo lo tiene, es ya una personalidad y un poeta reconocido en el medio.
Su vida discurre entre el estudio y la creación. Mariátegui ha partido a Europa. Valdelomar ha muerto cuando entraba a la plenitud de su vida. El movimiento social, en particular la clase obrera se organiza; aparecen aunque embrionariamente las tendencias doctrinarias; hasta entonces la hegemonía del movimiento obrero la tuvo el anarquismo.
Asoma en Vallejo la decisión de salir del país, irse a París, la Meca de la inteligencia creadora y del arte. Antes de hacerlo, impulsado por una necesidad vital, retorna a Santiago de Chuco. Añora y desea respirar en familia, sentir a flor de piel el amor y la ternura de su gente, recorrer sus calles, visitar la tumba de la madre, cuyos recuerdo e imagen afloran intensamente en su ser y por eso, con esa veneración y respeto de un buen hijo, le confiesa, :
Madre, voy mañana a Santiago,
A mojarme en tu bendición y tu llanto
Acomodando estoy mis desengaños y el rosado
De llaga de mis falsos trajines.

(LXV, Trilce)
Su estadía coincide con conflictos que pudo ser uno de los tantos que suelen darse entre familias de provincia, pero que en este caso termina de manera lamentable; se produce un incendio y mueren dos policías y un amigo de la familia Vallejo, Antonio Ciudad. Se le culpa a César de ser uno de los responsables. Señalan sus biógrafos que las “pruebas” con la que se le acusa no son más que referencias de un santiaguino rebelde, solidario y fraterno, querendón con la gente humilde pero terriblemente sospechoso dada su condición de poeta.
Como empleado o como profesor, Vallejo ha llegado a conocer perfectamente la vida de los desheredados y fluye en él, desde sus raíces y de manera espontánea, el rechazo y la protesta contra un estado de cosas injusto. Ese “delito” lo convierte en “culpable” a los ojos de los gendarmes del sistema y es confinado desde el 6 de noviembre hasta de 1921 hasta el 26 de febrero de 1922, a la cárcel, ¡112 días de injusta prisión!
Oh las cuatro paredes de la celda
Ah las cuatro paredes albicantes
Que sin remedio dan el mismo número

(Poema XVIII, Trilce)

Gracias a la solidaridad de sus hermanos poetas y trabajadores de la cultura, logra su libertad condicional llevándose sus poemas fraguados dentro de los barrotes de la cárcel y que daría a conocer con el nombre de “Trilce”. Con el alma herida vuelve a Lima y se inserta a su labor intelectual pero convencido más que nunca que debe salir del país. La cárcel marca a los seres que la sufren, pero marca más a los que inmerecidamente son confinados en ella.
En el país, el sistema tiene fama de castigar a sus hombres críticos: Vallejo estuvo en una de ellas; lo mismo aconteció con José Carlos Mariátegui, su “delito” fue tratar de darles luz y entendimiento a los peruanos de buena voluntad y de contribuir a la creación del socialismo en el Perú; también sufrió cárcel el maestro José María Arguedas (1911 – 1969), cuyo compromiso con su pueblo y cuya aporte para entender el Perú como un país de todas las sangres, no impidió que vaya al Sexto, una de las prisiones más tenebrosas que ha tenido el país. Y lo mismo ocurrió con el historiador Jorge Basadre y con el maestro José Antonio Encinas, forjador de una propuesta educativa intercultural.
1922. Participa en un concurso de cuento organizado por la Municipalidad de Trujillo, el que gana con su obra “Más allá de la vida y la muerte”. Logra hacerse de un fondo que le serviría para la publicación de su poesía.
“Trilce”
1923. Publica con el apoyo del Grupo “Norte” su segundo libro de poesía “Trilce” y que es recibido con la más absoluta indiferencia por la crítica oficial. ¿Qué es lo que origina esta reacción? De un lado, el desprecio de las clases dominantes y sus representantes culturales con obras “raras”, sobretodo si son hechura de un creador revolucionario. De otro, la propia ignorancia y los prejuicios ideológicos de los aludidos sectores, que los hace levantar muros de indiferencia e ignorar obras valiosas.
Sólo su amigo de juventud, Antenor Orrego (1892 – 1960) , saludada a “Trilce”, y advierte que “A partir de este sembrador se inicia una nueva época de la libertad, de la autonomía poética, de la vernácula articulación verbal”. Orrego cala la esencia de una obra que no tenía antecedente en la poesía peruana y española, pues, es la primera que rompe moldes no sólo literarios, sino también gramaticales y semánticos.
Por su parte, Luis Alberto Sánchez hizo un comentario en el que refleja su extrañeza y desorientación: “¿por qué Vallejo ha escrito Trilce?, “ha lanzado un libro incomprensible y estrambótico?”.
Lo que Sánchez llama “libro estrambótico” no es más que una poesía que eleva al reino de la poesía los hechos más cotidianos, convertir en símbolos poéticos a los seres más modestos y a los objetos y utensilios más domésticos.
¿Qué se llama cuanto heriza nos?Se llama Lo mismo que padecenombre nombre nombre nombrE.?(Poema II, Trilce)
Lo logra con la maestría del creador auténtico y si hay una permanente vibración íntima, ello se debe a que la mayoría de sus poemas fueron no sólo gestados, sino también redactados en la cárcel. Vallejo pretendía expresarse de una manera original, ser una voz propia, con él mismo lo señaló, pretendía ser libre. Esa necesidad de libertad la expresa en su poesía que los estudiosos de la literatura la denominaron de Vanguardia, y que lo convierten en uno de los tres hitos de la literatura mundial contemporánea. Los otros dos fueron: Thomas Elliot, el poeta y humanista inglés, el autor de Tierra Baldía, y James Joyce, escritor irlandés, autor de Ulises. Parece increíble, que un poeta peruano, nacido en un pueblo andino, recluido en una cárcel de provincia haya podido abrir un espacio nuevo en la literatura contemporánea. Ello fue posible porque no dejó ser el hombre forjado de la savia de una tierra andina con gente ancestralmente solidaria.
Ya no reiré cuando mi madre rece
en infancia y en domingo, a las cuatro
de la madrugada, por los caminantes,
encarcelados,
enfermos
y pobres.

En el redil de niños, ya no le asestaré
puñetazo a ninguno de ellos, quien, después,
todavía sangrando, lloraría. El otro sábado
te daré mi fiambre, pero
no me pegues!

Ya no le diré que bueno.(Poema LVIII, Trilce)
En general, los poemas de Vallejo no están adornados de expresiones ni giros grandilocuentes, tampoco tienen una redacción rebuscada. “Trilce” no es una sinfonía de acústica sonora, ni una galería de metáforas coloridas, sino una fuerza íntima que golpea el pensamiento y la piel.
Aguedita, Nativa, Miguel,cuidado con ir por ahí, por dondeacaban de pasar gangueando sus memoriasdobladoras penas,hacia el silencioso corral, y por dondelas gallinas que se están acostando todavía,se han espantado tanto.Mejor estemos aquí no más.Madre dijo que no demoraría
(Poema III, Trilce)
Los poemas de “Trilce” son también como el viento que trepan por los senderos y a veces son luz que desciende como rayo veloz a los abismos.
Cielos de puna descorazonadapor gran amor, los cielos de platino, torvosde imposible. Rumia la majada y se subrayade un relincho andino.
(Poema LXIII, Trilce)
“Trilce” es tristeza intensa y dulce canto, es llanto y es alegría, es condena y es esperanza, es una obra pulsada de cotidianidad que adquiere trascendencia. Sólo quien es capaz de universalizar sus emociones personales desde una perspectiva estética intensa hace arte verdadero.
“He almorzado solo ahora, y no he tenido
madre, ni súplica, ni sirviente, ni agua,
ni padre que en el fecundo ofertorio
de los choclos, pregunte por su tardanza
de imagen, por los broches mayores del sonido”
(Poema XXVIII de Trilce)
“Trilce”, en suma, es la palabra desnuda de un poeta auténtico salido de un valle de la sierra del Perú, desde donde el dorso de la cordillera no roza, sino desgarra el cielo. Vallejo, en definitiva, ha encontrado en la poesía la forma principal aunque no exclusiva de expresión; lo hace rompiendo todas las formas literarias conocidas hasta entonces. Su acto creador es en sí y de por sí un acto subversivo.
Es de madera mi paciencia,sorda, vejetal. Día que has sido puro, niño, inútil,que naciste desnudo, las leguasde tu marcha, van corriendo sobretus doce extremidades, ese doblez ceñudoque después deshiláchaseen no se sabe qué últimos pañales. Constelado de hemisferios de grumo,bajo eternas américas inéditas, tu gran plumaje,te partes y me dejas, sin tu emoción ambigua,sin tu nudo de sueños, domingo. Y se apolilla mi paciencia,y me vuelvo a exclamar: ¡Cuándo vendráel domingo bocón y mudo del sepulcro;cuándo vendrá a cargar este sábadode harapos, esta horrible suturadel placer que nos engendra sin querer,y el placer que nos DestieRRa!
(Poema LX, Trilce)
En su poesía se cobija una humanidad que construyó una cultura semejante a sus montañas tutelares, inmensa y consistente, que sufre cuatro siglos y medio de sufrimiento y que sin embargo es capaz de cantar.
En su poesía brilla la luz intensa de un pueblo que en las noches escucha desde el fondo de su alma una voz que le dice que no hay razones para abatirse, que hay motivos para seguir firmes en busca de un destino mejor. Vallejo como ningún otro representa a ese pueblo, a esa especie, y por eso José Carlos Mariátegui, lo llama en los “7 Ensayos…” el poeta de “una raza y de una estirpe.” Y por eso el humanista franco norteamericano,Thomas Merton, dijo de él: es el más grande poeta universal después de Dante”.
Nos preguntamos: ¿Después de Dante?

martes, 2 de septiembre de 2008

Río Blanco crónica y canto

Una obra testimonial y poética

La resistencia de las comunidades andinas a la presencia minera en el norte del Perú, da origen a una obra poética vital y lírica, que la Editorial San Marcos – con el auspicio de la Asociación Educativa Haciendo Perú y Capulí, Vallejo y su Tierra -, ha publicado bajo el título de “Río Blanco, crónica y canto”.

El autor es Julio Yovera Ballona, docente universitario, quien ha hecho de la poesía ejercicio clandestino y testimonio de lucha de los pueblos.

‘Río Blanco, crónica y canto’ reivindica la vida en todas sus manifestaciones; pero, sobretodo, tiene un propósito: reconocer a los dioses ancestrales, que unidos al venerado Señor Cautivo de Ayavaca, se comprometen y participan en la defensa de la vida.

‘Río Blanco crónica y canto’ es una expresión de sincretismo, no sólo porque Yovera une íconos religiosos, sino porque enlaza de manera poética, historia con mito, leyenda con vida cotidiana. En esa perspectiva, todos los seres tutelares, los hombres y los ceibos, el río y los abismos, el páramo y la tierra, forman una unidad indestructible.

La obra discurre en medio de tensiones pero de quietud, de iras pero también de encuentros festivos y amorosos, de cuestionamiento al status quo pero al mismo tiempo de respeto a la patria, a las costumbres, a la democracia comunera.

Anteriormente, Yovera, ha publicado dos libros de poesía: ‘Canciones de la lluvia’, donde canta a los suyos y también a Víctor Jara, Pablo Neruda, Salvador Allende, personajes que él fusionó en su poema ‘Víctor Pablo Salvador’, publicado en los duros tiempos de la dictadura de Morales Bermúdez.

En su penúltimo libro, ‘Testimonio para Micaela’, expresó su homenaje a la comunera tallán Micaela Yarlequé Poicón, líder de la recuperación de tierras en pleno auge del gamonalismo, en Catacaos (Piura)

Como se ve, Yovera tiene bien definido el mundo al que canta. Su último trabajo ‘Río Blanco…’es una muestra de ello.

El libro se presentará en Lima, el 1º de Octubre de el Auditorio de la Derrama Magisterial, y los comentarios estarán a cargo de los literatos Danilo Sánchez Lihón y Manuel Velásquez Rojas.

¡Todos están invitados!



Teléfonos de Información: 361-2856, 995073522.

Bienvenidos...

Somos los chilalos, nietos de Mec non, hijos del algarrobo y de la arcilla, hermanos de Cutivalú, el rebelde que se enfrentó a los españoles en las primeras noches del colonialismo. Somos los comuneros alados de Catacaos, capital de los tallanes.

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De tallanes y algarrobos

De tallanes y algarrobos
"Los chilalos picotean la luna desde la rama de los árboles (Testimonio para Micaela)

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Nació en Ccatacaos, distrito del departamento de Piura que en el periodo prehispánico fue capital de la cultura Tallán. Estudió Licenciatura y Maestría en Educación en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es autor de: Pedagogía Popular en la Escuela; Horacio, Maestro y Líder; Testimonio para Micaela (poesía), Canciones de la Lluvia (poesía), Víctor Pablo Salvador (poesía); Educación en Valores (varios autores); Julio C.Tello, maestro (varios autores); Detrás de la Crisis de la Educación (debate). Ejerce la docencia universitaria.