lunes, 20 de abril de 2009

Vallejo y Mariátegui: Vidas ejemplares

Por Julio Yovera

José Carlos Mariátegui La Chira y César Abraham Vallejo Mendoza son dos peruanos de la misma generación. Mariátegui nació el 14 de junio de 1894 y Vallejo el 16 de marzo de 1892. Iniciaron sus inquietudes intelectuales en sus regiones y posteriormente “ocuparon” Lima. En ese periodo el “provincianismo” emergió en todos los ámbitos: cultural, literario, educativo, político e ideológico.
El apellido Mariátegui - se dice-, tiene su origen en el buen deseo de la población de Navarra hacia un guerrero que se enfrentaba a los moros y que era saludado con la frase: “que María te guíe”. La raíz del apellido La Chira está en la histórica Comunidad San Juan de Catacaos. Anota el maestro Jacobo Cruz Villegas en su libro Ccatacaos, que La Chira era una parcialidad de los descendientes de Walak y de Mecnon, que solían venirse en masa a los valles de Huacho y Pativilca, de Cañete y de Ica, a ganarse el sustento en las labores agrícolas. La madre de Mariátegui fue hija de un tallán. José Carlos fue hijo de padre de origen hispano y madre de origen nativo. Esos son los genes de José Carlos, natural de Moquegua, ciudad costeña del sur del Perú.
César Abraham tuvo como abuelos paterno y materno a dos curas españoles y a dos nativas hermosas que llegaron a tener, a su tiempo, dos vástagos que serían los padres de Vallejo, Don Francisco de Paula Vallejo Benites y Doña María de Los Santos Mendoza y Gurrionero. En él se fusiona también la cultura hispana con la cultura del Perú ancestral. César Abraham tiene como cuna la provincia de La Libertad, Santiago de Chuco, pueblo andino del norte del Perú.
Los dos destacaron por su inteligencia y su sensibilidad.
Mariátegui se aproximó a la poesía desde su ambiente franciscano de niño y púber convaleciente y de mentalidad aguda. Sus motivaciones fueron Dios y la vida.
Vallejo se hizo poeta desde muy temprano al contacto con el hogar, las lecturas bíblicas, el verdor del valle andino y las cordilleras imponentes. Sus motivaciones fueron Dios, el amor, la casa, la familia, la cultura ancestral; la solidaridad con los que sufren.
Los dos, José Carlos y César Abraham, pensaron el Perú desde una perspectiva progresista. Igual lo hicieron sus contemporáneos: Víctor Raúl Haya de La Torre, Alcides Spelucin, Abraham Valdelomar, Antenor Orrego, Luis Valcárcel, José Sabogal, Martín Adán (Rafael de La Fuente Benavides), Jorge Basadre, José Antonio Encinas, entre otros más.
Los dos se motivaron con el pensamiento de Manuel Gonzales Prada y se convencen desde los inicios de sus periplos de vida que el orden establecido era injusto y marginador para la gente del pueblo, y también representaba un enorme atraso para la patria.
Los dos trabajaron desde muy jóvenes para ganarse el sustento.
Mariátegui hizo del periodismo su patria intelectual (la frase es del historiador Jorge Basadre) y desde adolescente se desempeñó como operario de los talleres periodísticos hasta llegar a ser el prestigiado ensayista que el mundo intelectual y los sectores populares conscientes respetan y admiran.
Vallejo, en Trujillo o Lima hizo docencia para poder costear sus estudios en la Universidad Nacional de Trujillo y posteriormente en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. En el Colegio San Juan de Trujillo fue profesor de quien sería después el destacado novelista Ciro Alegría Bazán.
Los dos viajaron a Europa.
Mariátegui lo hace en 1919, a Italia, y retorna en marzo de 1923. Allí “desposa una mujer y algunas ideas”. Se hizo “marxista convicto y confeso”. Al volver se entregó con todas sus fuerzas y su inteligencia a la creación del socialismo en el Perú. Ocupó una cátedra en la Universidad Popular Manuel Gonzáles Prada, dictó el curso de Historia de la Crisis Mundial advirtiendo a sus alumnos que “no llegaba a enseñar sino a estudiar con ellos”. Ahí formuló una propuesta de autoeducación que los “expertos” tan dados a imitar las experiencias foráneas han pasado de largo y que las tendencias democráticas y socialistas están en el deber de estudiar y desarrollar. Además, Mariátegui fundó la hasta ahora insuperable revista “Amauta”, la Confederación General de Trabajadores del Perú y el Partido Socialista del Perú, con base doctrinaria, política y organizativa de indiscutiblemente carácter comunista.
Vallejo viajó a París en junio de 1923. No retornó, aunque siempre tuvo en el centro de sus desvelos al Perú, a los sectores marginados que en nuestra patria siempre han sido los más. Después de su primer viaje a la URSS, 1928, rompe con el APRA, el partido que fundó en México Haya de La Torre y solicita su incorporación al Partido que había fundado en 1928 José Carlos. Además fue profesor de marxismo de un círculo obrero francés. En la ciudad luz se casa con la dama Georgette Philipart e inicia una intensa labor cultural. El gobierno de Francia, nada menos que el régimen de un país que era la cuna de la libertad, igualdad y fraternidad, lo expulsa. Vallejo va a España. En 1936 al iniciarse la guerra civil española abiertamente se adhiere a la causa de los republicanos.
Mariátegui nos dejó una obra vasta y de imprescindible lectura para el ejercicio de una ciudadanía consciente y para la forja de “un Perú nuevo dentro de un mundo nuevo”. Los 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, La escena contemporánea, Peruanicemos el Perú, Ideología y política, son lecturas básicas para los peruanos que tienen interés en no deambular a ciegas por los caminos de la vida. Ahí, en esas obras y en otras como Cartas de Italia, Figuras y aspectos de la vida mundial, Temas de educación, etc., está vivo y dialéctico el pensamiento de un hombre que se le ha reconocido como el más lúcido de los intelectuales marxistas de América Latina.
Vallejo nos dejó sus Heraldos negros, Trilce, Poemas humanos, Poemas en prosa, España aparta de mí este cáliz, poesía fusionada de savia andina y de humanidad. Nos dejó también Paco Yunque y El tungsteno, cuento y novela, hechos con una visión dialéctica y con un mensaje de compromiso y solidaridad con una población casi esclavizada por razones económicas y culturales. Escribió también teatro para hacer pensar (Colacho hermanos, La Piedra cansada). Hizo periodismo informativo y de análisis. A nivel de ensayo nos dejó El arte y la revolución, donde afirmó la importancia del compromiso ético y estético de un escritor.
En abril murieron físicamente pero su pensamiento y en su ejemplo están vivos. Los socialistas y todos los peruanos conscientes debemos evitar que queden reducidos a una simple frase y al más absoluto olvido.
Mariátegui murió en Lima, en 1930; fue una “pérdida honda” “porque su estación aún dictaba frutos”. Vallejo murió en París, en 1938, “un día del cual tenía ya el recuerdo”.
Los dos fueron encarcelados por los regímenes apátridas que el Perú han sido (y son)
Los dos son faros de un pueblo que con seguridad sabrá construir su destino, más allá de las dificultades de estos tiempos.

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Nació en Ccatacaos, distrito del departamento de Piura que en el periodo prehispánico fue capital de la cultura Tallán. Estudió Licenciatura y Maestría en Educación en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es autor de: Pedagogía Popular en la Escuela; Horacio, Maestro y Líder; Testimonio para Micaela (poesía), Canciones de la Lluvia (poesía), Víctor Pablo Salvador (poesía); Educación en Valores (varios autores); Julio C.Tello, maestro (varios autores); Detrás de la Crisis de la Educación (debate). Ejerce la docencia universitaria.