Vallejo el “flojo” escribió "Los heraldos negros", opus poetik que incluía un poema, que Clemente Palma, menos reaccionario y más decente que Aldo, calificó como “mamarracho”. Ironías de la vida, porque ese calificativo que pretendió colocar al poeta le dio el boleto de entrada a la inmortalidad.
Luego vino la prisión y luego "Trilce", el opus dos que trastornó el cerebro de la curia literaria de las clases dominantes del Perú. Después, se fue a Europa, ahí reafirmó su compromiso militante. Se unió a Georgette y se hizo revolucionario marxista “más por experiencias vividas que por teorías aprendidas” y, profesó un humanismo a prueba de sacrificio.
Viajó a la Unión Soviética. Escribió y publicó Rusia 1931, reportaje sobre los obreros, campesinos y bolcheviques que habían "tomado el cielo por asalto". Después, escribió otras obras: "Rusia ante el segundo plan quinquenal"; posteriormente, "El arte y la revolución", un tratado sobre ética y estética.También escribió La piedra cansada, Lock Out, Colacho Hermanos, piezas de teatro escritas con el deliberado propósito de hacer pensar.
De sus recuerdos de una sociedad polarizada emerge Paco Yunque, que la editorial CENIT, después de solicitárselo no lo aceptó porque era “muy triste”. Vallejo, ético, no cambió ni una coma.
España, aparte de mí este cáliz, el canto más conmovedor, de fe y esperanza sobre la guerra civil española fue otro de sus libros.
Se dice que los republicanos llevaban en sus mochilas de combate aquel manojo de vida, convencidos que luchaban por “el pan y la belleza”.
Escribió “El Tungsteno”, la novela que enjuicia a las Majaz y Yanacocha con agudeza de profeta, y también cientos de artículos periodísticos sobre diversos tópicos y amplia versatilidad.
¿Vallejo agente rentado del comunismo ruso? lo dice sin ningún miramento el jefe del aprismo y lo repite Aldo ¿tan ignorante es el escribidor o es que su cerebro no concibe que el amor al ideal nace del gran amor al ideal?Poemas Humanos y Poemas en Prosa son libros de un hombre que juzga al sistema sin hacer apologismo. Por cierto, remecen a los nueve monstruos y llama a la humanidad a que se ponga el sol y luche por el día.
¡Los sectarismo ideológicos vuelven estúpidos a los seres humanos! ¡Por eso existen los Aldo!¡Por más que los miserables, aunque sean directores de diarios, escriban y desparramen odio, jamás alcanzaran el tobillo de Vallejo!A ver si el escriba de los grupos de poder, al final de sus días, con buena paga y con libreto de notas y temas inducidos, escribe siquiera el cinco por ciento de lo que escribió el poeta. Hablo de cantidad, porque hablando de calidad los escupitajos del escriba no tienen mejor destino que el discurrir del alcantarillado.
Vallejo es granítico y sus adversarios de todas las edades ni más ni menos que relacionistas públicos del poder.
domingo, 31 de agosto de 2008
jueves, 28 de agosto de 2008
domingo, 24 de agosto de 2008
Artículo/ El cronista peruano Felipe Huamán Poma de Ayala
En la obra de Felipe Huamán Poma de Ayala hay una crítica a la explotación de los indios a manos de la administración creada por los conquistadores españoles, a la que se añaden las propuestas del autor para darle fin al estado de cosas e impedir así la definitiva destrucción de la vida comunal indígena.
Y es que la cultura peruana ancestral ha sido agredida por el poder dominante, que impuso no sólo una explotación económica y política, sino también su dominación ideológica, cultural y mental.
La “extirpación de idolatrías”, por ejemplo, buscó arrancar del alma y el pensamiento del poblador nativo todo vestigio de cosmovisión andina.
Con el pretexto de “convertir a los indios en humanos y cristianos” se les impuso métodos aberrantes aplastando su derecho a ser.
Considerando la época en la que desempeñó su oficio es digno de relevar el esfuerzo de un personaje que tuvo el valor y la perseverancia para ir por caminos y pueblos de un mundo abismal, ejerciendo el más peligroso de los oficios, el de cronista, que es como decir en estos tiempos, un periodista de investigación histórica.
A Felipe Huamán Poma de Ayala debemos uno de los más descarnados testimonios de la sociedad colonial. Se admite que nació en Parinacochas, Ayacucho (1530?) y que murió poco después de 1615, a poco tiempo de concluida su obra.
Sin embargo, y por eso hablamos de olvido deliberado; casi nadie se acuerda y menos valora a este peruano, que es más trascendente que muchos de los periodistas funcionales a una sociedad pacata y a una Lima frívola, convertidos, sin merecerlo, en “paradigma” del periodismo.
“ La Nueva Crónica y Buen Gobierno”, nombre de la obra magistral de Huamán Poma, fue escrita entre los años 1,585 a 1,615. Se publicó recién en 1930 en Francia.
Se sabe que el manuscrito de esta obra, que es una fuente histórica de primer orden para el pueblo, está en la Biblioteca Real de Copenhague, Dinamarca, sin duda ante el interesado olvido de las clases criollas dominantes.
315 años de silencio. ¿Por qué?, porque los dibujos y los textos son una denuncia contra un sistema y un régimen de oprobio, y porque el cronista es un andino, “un indio de…”, como diría Bedoya Ugarteche, el desenfado e ignorante articulista de un periodiquillo del medio.
El cronista Huamán Poma de Ayala dejó 400 dibujos y 1,200 páginas de un testimonio histórico que nos hace ver cómo las castas coloniales impusieron un dominio omnímodo a los sectores nativos, que sufrieron – lo leemos en el texto y lo vemos en los dibujos – el látigo y el desprecio. En esa barbarie, el poder eclesiástico actuó como verdugo.
El anonimato y la sombra que se ha tejido sobre su vida, no merman en lo mínimo la vida y obra de este peruano que tiene la misma dimensión de Gracilazo Inca de la Vega , de José Carlos Mariátegui, de César Vallejo y de José María Arguedas.
Su aporte es un hito fundamental de nuestra identidad, que hoy pasa a ser de capital importancia en el proceso de construcción de un Proyecto Nacional de Desarrollo.
Y es que, si se trata de avanzar en la construcción de la nación peruana, en un contexto de globalización de una economía que empobrece y de una cultura occidental que avasalla, los componentes históricos y culturales, son fundamentales para darle sentido de pertenencia a lo que es la peruanidad como identidad y como valor.
Modificado el ( domingo, 26 de agosto de 2007 )
Y es que la cultura peruana ancestral ha sido agredida por el poder dominante, que impuso no sólo una explotación económica y política, sino también su dominación ideológica, cultural y mental.
La “extirpación de idolatrías”, por ejemplo, buscó arrancar del alma y el pensamiento del poblador nativo todo vestigio de cosmovisión andina.
Con el pretexto de “convertir a los indios en humanos y cristianos” se les impuso métodos aberrantes aplastando su derecho a ser.
Considerando la época en la que desempeñó su oficio es digno de relevar el esfuerzo de un personaje que tuvo el valor y la perseverancia para ir por caminos y pueblos de un mundo abismal, ejerciendo el más peligroso de los oficios, el de cronista, que es como decir en estos tiempos, un periodista de investigación histórica.
A Felipe Huamán Poma de Ayala debemos uno de los más descarnados testimonios de la sociedad colonial. Se admite que nació en Parinacochas, Ayacucho (1530?) y que murió poco después de 1615, a poco tiempo de concluida su obra.
Sin embargo, y por eso hablamos de olvido deliberado; casi nadie se acuerda y menos valora a este peruano, que es más trascendente que muchos de los periodistas funcionales a una sociedad pacata y a una Lima frívola, convertidos, sin merecerlo, en “paradigma” del periodismo.
“ La Nueva Crónica y Buen Gobierno”, nombre de la obra magistral de Huamán Poma, fue escrita entre los años 1,585 a 1,615. Se publicó recién en 1930 en Francia.
Se sabe que el manuscrito de esta obra, que es una fuente histórica de primer orden para el pueblo, está en la Biblioteca Real de Copenhague, Dinamarca, sin duda ante el interesado olvido de las clases criollas dominantes.
315 años de silencio. ¿Por qué?, porque los dibujos y los textos son una denuncia contra un sistema y un régimen de oprobio, y porque el cronista es un andino, “un indio de…”, como diría Bedoya Ugarteche, el desenfado e ignorante articulista de un periodiquillo del medio.
El cronista Huamán Poma de Ayala dejó 400 dibujos y 1,200 páginas de un testimonio histórico que nos hace ver cómo las castas coloniales impusieron un dominio omnímodo a los sectores nativos, que sufrieron – lo leemos en el texto y lo vemos en los dibujos – el látigo y el desprecio. En esa barbarie, el poder eclesiástico actuó como verdugo.
El anonimato y la sombra que se ha tejido sobre su vida, no merman en lo mínimo la vida y obra de este peruano que tiene la misma dimensión de Gracilazo Inca de la Vega , de José Carlos Mariátegui, de César Vallejo y de José María Arguedas.
Su aporte es un hito fundamental de nuestra identidad, que hoy pasa a ser de capital importancia en el proceso de construcción de un Proyecto Nacional de Desarrollo.
Y es que, si se trata de avanzar en la construcción de la nación peruana, en un contexto de globalización de una economía que empobrece y de una cultura occidental que avasalla, los componentes históricos y culturales, son fundamentales para darle sentido de pertenencia a lo que es la peruanidad como identidad y como valor.
Modificado el ( domingo, 26 de agosto de 2007 )
miércoles, 13 de agosto de 2008
El maestro Julio C. Tello *
Mi aprecio por el maestro
Como ocurre con todos los estudiantes peruanos fue en la escuela, en el curso de Historia del Perú, que supe de un hombre extraordinario llamado Julio C. Tello. Mi viejo profesor poseía el extraordinario don de la palabra, de modo que quienes éramos sus alumnos sentíamos espontáneamente y con un elemental conocimiento de causa admiración por nuestros héroes.
Mi viejo profesor los presentaba a cada uno de ellos triunfantes y dignos en un contexto donde la imaginación hace lo suyo. Son los tiempos en que cada uno de nosotros empieza a sentir una emoción y un pálpito de amor hacia lo nuestro, frutos del acto sublime de una docencia que cultiva valores y sentimientos por una patria que, como decía el poeta Javier Heraud, “es hermosa como una espada en el aire”.
Nuestro sabio, nacido el 11 de abril de 1980, ocupa, con razón, un lugar destacado en nuestra historia. Sin su aporte, parte sustantiva de nuestra identidad todavía permanecería oculta y desconocida.
A mí se me ocurrió comparar al sabio con los arrieros de mi tierra, aquellos que transitaban infatigables por los caminos del tiempo, aunque eran evidentes las diferencias: los arrieros unían pueblos y caseríos, yendo y viniendo con sus bultos y afanes. En tanto, Julio C. Tello indagaba las huellas del pasado para encontrar las raíces de nuestra identidad, unir nuestra historia al presente y desde ahí proyectarnos al porvenir. Ese fue su aporte más trascendente.
A él y a sus investigaciones debemos el conocimiento de un pasado que nos dio orgullo y estima. Hasta antes de él nuestro pasado no era investigado con el rigor de la ciencia; los prejuicios y complejos nos impedían ver la grandeza y el legado de nuestros pueblos autóctonos.
Julio C Tello fue descubriendo nuestra identidad, aportando significativamente a ese proceso no concluido de construcción de la nación peruana. El sentó las bases de una obra lamentablemente descuidada y abandonada, pues, la investigación científica no es precisamente prioridad de los gobiernos. Es más, carecemos de políticas educativas que promuevan la investigación. En un medio indiferente y en cierta formal hostil, Julio C. Tello inició su apostolado, puso todas sus energías y su capacidad al servicio de la causa del conocimiento de las culturas del Perú antiguo.
Sus raíces populares
Julio C. Tello a lo largo de su carrera tuvo la convicción del verdadero maestro. Su visión y teoría del origen de la cultura peruana no parten de prejuicios ni de dogmas, sino del resultado de un quehacer serio, de una acción a la que se dedicó con tenacidad y mística.
Para él el conocimiento, en tanto es producto de la investigación científica, requiere de la fusión de teoría y práctica. Actitud notable, pues, en el contexto de la época, y no obstante que se había producido el movimiento por la reforma universitaria, la enseñanza palidecía de academicismo.
Julio C. Tello hizo suyo el llamado de la intelectualidad y juventud progresista y renovadora, quienes demandaban una Universidad ajena al pensamiento escolástico, propio de la atmósfera colonialista en la que se sumió la educación peruana a lo largo de nuestra historia republicana, con escasas y notables excepciones.
Como investigador y como maestro fue producto de sus raíces andinas y, obviamente, de su formación científica. No podemos entender la identidad y la personalidad de este ilustre peruano al margen de la tierra que lo vio nacer. Su pueblo, el de los viejos y aguerridos yauyos, goza de reconocido prestigio.
Desde los tiempos de las culturas prehispánicas al pueblo de Huarochirí se le reconoce como la tierra de pobladores cuyas raíces son tan sólidas como las piedras de su geografía. En la memoria colectiva, un sitial de honor lo ocupan la lucha de un pueblo que en la época del colonialismo resistió a lo que se conoce como la extirpación de las idolatrías y que fu un verdadero genocidio contra los pueblos nativos.
Los testimonios orales y escritos dan cuenta de la existencia de un espíritu rebelde que mantuvo viva la hoguera de la dignidad y de la lucha. El pueblo de Huarochirí participó activamente en la campaña a favor de la Independencia.
El pueblo de Huarochirí saboteó con ingenio la presencia de los invasores del sur y se convirtió en base de apoyo en la época heroica de la resistencia que realizó Andrés Avelino Cáceres.Ese es el pueblo que engendró a Julio C. Tello.
De modo que si hay que reconocer un proceso decisivo de endoculturación en la personalidad de Julio C Tello, éste proviene – ¡ qué duda cabe!- del pueblo que lo vio nacer. Pueblo que, por lo demás, conserva su identidad, su solidaridad, su cultura y sus manifestaciones artísticas.
Quien conozca, aunque sea parcialmente la Provincia de Huarochirí, sabe que su configuración agreste y hermosa ha modelado lo esencial de su cultura ancestral: los caminos, acueductos y construcciones de piedra de tiempos inmemoriales todavía continúan dándole servicios al pueblo. En las festividades todavía se pueden apreciar a los danzantes avelinos, que la tradición popular conserva y reconoce como el baile de los guerrilleros y soldados de Cáceres.
Así pues, pese a que el imperialismo cultural nos arremete y pretende desmemoriarnos, es reconfortante constatar que algunos pueblos como el de Julio C Tello han sabido conservar sus costumbres, que es una forma de conservar y fortalecer la identidad.
Racionalidad y Emoción
Nuestro personaje fue un estudioso apasionado de las culturas del antiguo Perú. Viajó por todas las regiones de la patria, investigó y sistematizó.
A los hombres de ciencia se les tiene como seres ajenos a la pasión, Julio C Tello es la personificación de un hombre cuya racionalidad no diluyó sus emociones. Sus biógrafos reconocen que en muchas ocasiones refería con orgullo su condición de indio. El sabio huarochirano más que un indio era un mestizo o, en todo caso, mestizo preponderantemente indio, que es como de define así mismo el maestro Oswaldo Guayasamín, también de raíces nativas.
Julio C. Tello es la expresión de nuestras culturas ancestrales. Al margen de cualquier visión prejuiciosa, Tello, igual que Felipe Huamán Poma de Ayala rescata y revalora las raíces andinas y autóctonas, como lo hizo también en el plano de la literatura el autor de “Todas las sangres”, José María Arguedas.
A finales de siglo, es evidente que nuestra condición de país mestizo es el patrón de unidad de nuestros pueblos.La época de Julio C Tello fue una época de marginación y subestimación al indio. Lamentablemente en algunos sectores no ha variado en lo sustancial esa visión.
Julio C Tello, en un medio adverso y racista, no sólo no escondió su origen, sino que lo mostró orgulloso, como mostró su sencillez de hombre de pueblo y como mostró también su convicción de hombre de ciencia.
No hubo en él ningún sentimiento ni complejo de inferioridad, con su ejemplo parece decirnos, la ciencia no tiene prejuicios, podemos acceder a ella siempre y cuando nos preparemos y nos atrevamos a transitar sus vastos caminos. Julio C Tello fue un hombre con actitud constante y perseverante en el proceso de observación y estudio de nuestras culturas.
Con la disciplina del estudioso va constatando sus hipótesis. Ese es el proceso de sus deducciones. Aquí también hay un hecho admirable, para él la investigación hay que asumirla como un compromiso que no se agota en el syllabus ni la exigencia para obtener el grado. El hace de la investigación no una parte ni una forma de vida sino que es su vida misma.
Quienes han hecho las primeras evaluaciones del aporte de Julio C Tello, respetables y reconocidos peruanos, lo consideran como parte de una trilogía que conforma junto a José de la Riva Agüero y Francisco García Calderón. No pretendemos invalidar en absoluto este punto de vista pero queremos precisar que, a nuestro modo de ver, por su práctica social, el maestro Julio C. Tello tiene la misma significación del Amauta José Carlos Mariátegui Lachira, independientemente que no tengan elementos comunes desde el punto de vista doctrinario.
Los dos maestros han hecho aportes decisivos a la forja de “un Perú nuevo, dentro de un mundo nuevo”. Los dos pensamientos son imprescindibles para quienes se interesen en conocer con el rigor de la ciencia la sociedad peruana.
Hombre Solidario
Un suceso poco conocido y nada divulgado por quienes se han dedicado a estudiar la vida y la obra de Julio C Tello se refiere al rol que cumplió el maestro en los sucesos que tienen que ver con una protesta popular que se conoce como la tragedia de Tamboraque.
Eran los primeros días del año 1932, los comuneros de San Mateo de Huanchor, pueblo ubicado a 3,200 m.s.n.m., cerca del imponente Ticlio, cansados de la impunidad con la que actuaba la empresa minera Proaño que venía agresivamente contaminando con relaves y gases tóxicos el medio ambiente y las aguas del río Rimac, se levantó en protesta, después de haber agotado todos los medios legales. El pueblo tomó el camino de la acción directa para poner fin al abuso. Y, efectivamente, los comuneros llegaron a la planta minera y destruyeron las instalaciones.
Esa fue una acción justa, pues, de otro modo, la vida se habría extinguido en esta parte del país. Los testimonios periodísticos de la época dan cuenta que la flora se extinguía, extrañas enfermedades atacaban y mataban a los pobladores, en tanto que las aves desfallecían en pleno vuelo.Posteriormente aconteció lo que ha sido común en nuestra historia: los levantamientos populares terminaron ahogados en sangre y fuego. El acto de Tamboraque no fue la excepción.
La protesta trajo la represión y la represión dio como corolario cinco muertos, que la historia oficial ha relegado y que, felizmente, la memoria colectiva los ha rescatado del olvido. Hoy sus nombres y su ejemplo son reconocidos como mártires de la lucha a favor de la defensa de la vida y del medio ambiente.
La historia no termina ahí, muchos pobladores considerados por las autoridades como cabecillas o activistas del movimiento fueron llevados presos a la ciudad de Lima. Se inició entonces una cruzada por la libertad de los detenidos. Para hacer efectiva la gestión ante la autoridad se formó el Comité de Ayuda de los Detenidos, el mismo que integró Julio C Tello. Este hecho demuestra que nuestro sabio no era de ninguna manera, como cierto sector pretende hacerlo aparecer, un hombre ajeno a toda identificación con la lucha de los suyos. La verdad que el compromiso de Tello con su pueblo tuvo raíces sólidas y duraderas.
En los años que estuvo en el Parlamento (1919 - 1929), cumpliendo funciones de diputado, su interés estuvo centrado en hacer que el derecho a la educación se extendiera al sector rural. El, que había adquirido los primeros conocimientos en la escuela del Estado, sabía que muchos talentos del pueblo se pierden como consecuencia del abandono y de la indiferencia, por eso fue que dedicó su esfuerzo y su tiempo a gestionar la creación de varias escuelas para su provincia; a la vez impulsó la necesidad de una reforma de la educación secundaria y universitaria. Obras que lo muestran como un hombre preocupado y comprometido con el desarrollo educativo y cultural de su comunidad. Y sobretodo se dedicó a legislar en defensa del patrimonio cultural.
Su ejemplo en estos tiempos
La vida de Julio C Tello es un ejemplo para los que consideramos que la patria no es una mercancía, como lo supone el modelo de dependencia “moderna” que conocemos como neoliberalismo. Ser buen discípulo y seguidor de la línea de vida y la obra del maestro Julio C. Tello requiere asumir como compromiso irrenunciable la defensa de nuestro patrimonio cultural, el mismo que actualmente corre el riesgo de ser subastado al mejor postor desde el propio gobierno.
Hay razones para alzar nuestra voz de protesta y ojalá que quienes sentimos que el Perú es nuestro país, nuestra patria, y que felizmente somos la mayoría, levantemos una propuesta de defensa irrenunciable de nuestro patrimonio.Los peruanos sentimos preocupación legítima por nuestro futuro, las amenazas penden sobre nuestros bienes culturales.
El mejor homenaje que podemos hacerle a Julio C. Tello es vertebrar una organización de peruanos comprometidos con la defensa de nuestro patrimonio arqueológico y la defensa de nuestra identidad cultural. Estamos seguros que si el maestro Julio C Tello estuviera entre nosotros asumiría, sin ningún reparo, la protesta contra un régimen que pretende privatizar nuestros bienes culturales, dejando de lado opiniones libres de cualquier sospecha de ser de “opositores interesados”, como es el caso de la UNESCO. El mejor homenaje que podemos hacerle al maestro Julio C. Tello no tiene por qué quedarse en el formal reconocimiento de su vida y su obra. En todo caso, hay que diferenciar los “homenajes” de los homenajes. Los primeros no son más que un saludo a la bandera, que suelen hacerse para ocultar lo más sustantivo del pensamiento y la obra de Julio C. Tello. Los otros, los homenajes de quienes asumimos la defensa de nuestra identidad cultural y pugnamos por la construcción de un Perú que pueda acceder al desarrollo y al progreso, son los que interesan. Somos concientes que honrar la memoria del maestro es defender los bienes de nuestro país y denunciar, rechazar y oponernos a todo intento de saqueo.
Sharuko y Mec non
Me viene a la memoria los tiempos en que mi viejo maestro nos relataba los afanes de nuestro sabio. Verdad que por esos años no tenía una visión más o menos integral del aporte de Julio C. Tello. En la medida que me fui formando se acrecentó mi admiración por este ejemplar Amauta.
Cuando fui estudiante de primaria, Huarochirí era un nombre que me resultaba lejano y misterioso. Por razones comunes a la de todos los hombres que buscan nuevos horizontes, dejé mi valle y sus arenales. Y desde hace buenos años, transito por los caminos de la Provincia de Huarochirí.
He llegado a conocer parte de su historia y de su cultura. En algunos lugares aún sobreviven algunos vocablos de nuestros ancestros. En mi cultura tallán hay uno que hace referencia al mito de un ave sagrada capaz de avizorar la lejanía a través de la oscuridad. Su nombre es Mec Non. El que mira bien el horizonte es un Mec Non. En el pueblo de Julio C. Tello el vocablo Sharuko hace referencia a la tenacidad. Los paisanos de Julio C. Tello narran que sus contemporáneos lo llamaban Sharuko, es decir, arrollador, tenaz, sobresaliente.
De modo que para mí, que sigo y seguiré estando orgulloso de mi condición de descendiente tallán, el maestro Julio C. Tello es un Mec Non, es decir el hombre que desde el pasado no vio “ruinas”, sino el porvenir brillante de su pueblo. Ello, naturalmente, sin que deje de ser un Sharuko.Palabras FinalesLos nuevos vientos de la globalización no sólo traen conocimientos, también traen “novedades” que algunos asimilan sin un proceso previo de análisis; y concluyen que ha pasado el tiempo de las naciones.
No estamos de acuerdo con esta teoría, no en tanto postula una globalización donde la única cultura que vale es la de los sectores dominantes. No estamos de acuerdo con quienes pretenden ocultar y negar nuestras raíces. Esa es una forma de agresión que no aprobamos ni aceptamos. Planteamos, por el contrario, volver a nuestras raíces. Es una forma segura de afirmar nuestra identidad de peruanos.
Está pendiente una gran tarea: construir la nación peruana. En esta cruzada tienen un lugar de honor todos los peruanos de origen indio o no, preponderantemente peruanos que al margen del problema racial, se sientan comprometidos con un Proyecto Nacional, que ponga por encima de cualquier otro interés la forja y defensa de la nación peruana. En esta unidad amplia no cuentan razones doctrinarias ni raciales. Importa sí que los peruanos de buena voluntad nos comprometamos con esta propuesta. Este sector nacional, de vasta base popular y democrática, tiene la responsabilidad de levantar y construir una alternativa que avance a la afirmación de un proyecto que valore nuestra condición de país pluricultural y multilingüe.
Como ocurre con todos los estudiantes peruanos fue en la escuela, en el curso de Historia del Perú, que supe de un hombre extraordinario llamado Julio C. Tello. Mi viejo profesor poseía el extraordinario don de la palabra, de modo que quienes éramos sus alumnos sentíamos espontáneamente y con un elemental conocimiento de causa admiración por nuestros héroes.
Mi viejo profesor los presentaba a cada uno de ellos triunfantes y dignos en un contexto donde la imaginación hace lo suyo. Son los tiempos en que cada uno de nosotros empieza a sentir una emoción y un pálpito de amor hacia lo nuestro, frutos del acto sublime de una docencia que cultiva valores y sentimientos por una patria que, como decía el poeta Javier Heraud, “es hermosa como una espada en el aire”.
Nuestro sabio, nacido el 11 de abril de 1980, ocupa, con razón, un lugar destacado en nuestra historia. Sin su aporte, parte sustantiva de nuestra identidad todavía permanecería oculta y desconocida.
A mí se me ocurrió comparar al sabio con los arrieros de mi tierra, aquellos que transitaban infatigables por los caminos del tiempo, aunque eran evidentes las diferencias: los arrieros unían pueblos y caseríos, yendo y viniendo con sus bultos y afanes. En tanto, Julio C. Tello indagaba las huellas del pasado para encontrar las raíces de nuestra identidad, unir nuestra historia al presente y desde ahí proyectarnos al porvenir. Ese fue su aporte más trascendente.
A él y a sus investigaciones debemos el conocimiento de un pasado que nos dio orgullo y estima. Hasta antes de él nuestro pasado no era investigado con el rigor de la ciencia; los prejuicios y complejos nos impedían ver la grandeza y el legado de nuestros pueblos autóctonos.
Julio C Tello fue descubriendo nuestra identidad, aportando significativamente a ese proceso no concluido de construcción de la nación peruana. El sentó las bases de una obra lamentablemente descuidada y abandonada, pues, la investigación científica no es precisamente prioridad de los gobiernos. Es más, carecemos de políticas educativas que promuevan la investigación. En un medio indiferente y en cierta formal hostil, Julio C. Tello inició su apostolado, puso todas sus energías y su capacidad al servicio de la causa del conocimiento de las culturas del Perú antiguo.
Sus raíces populares
Julio C. Tello a lo largo de su carrera tuvo la convicción del verdadero maestro. Su visión y teoría del origen de la cultura peruana no parten de prejuicios ni de dogmas, sino del resultado de un quehacer serio, de una acción a la que se dedicó con tenacidad y mística.
Para él el conocimiento, en tanto es producto de la investigación científica, requiere de la fusión de teoría y práctica. Actitud notable, pues, en el contexto de la época, y no obstante que se había producido el movimiento por la reforma universitaria, la enseñanza palidecía de academicismo.
Julio C. Tello hizo suyo el llamado de la intelectualidad y juventud progresista y renovadora, quienes demandaban una Universidad ajena al pensamiento escolástico, propio de la atmósfera colonialista en la que se sumió la educación peruana a lo largo de nuestra historia republicana, con escasas y notables excepciones.
Como investigador y como maestro fue producto de sus raíces andinas y, obviamente, de su formación científica. No podemos entender la identidad y la personalidad de este ilustre peruano al margen de la tierra que lo vio nacer. Su pueblo, el de los viejos y aguerridos yauyos, goza de reconocido prestigio.
Desde los tiempos de las culturas prehispánicas al pueblo de Huarochirí se le reconoce como la tierra de pobladores cuyas raíces son tan sólidas como las piedras de su geografía. En la memoria colectiva, un sitial de honor lo ocupan la lucha de un pueblo que en la época del colonialismo resistió a lo que se conoce como la extirpación de las idolatrías y que fu un verdadero genocidio contra los pueblos nativos.
Los testimonios orales y escritos dan cuenta de la existencia de un espíritu rebelde que mantuvo viva la hoguera de la dignidad y de la lucha. El pueblo de Huarochirí participó activamente en la campaña a favor de la Independencia.
El pueblo de Huarochirí saboteó con ingenio la presencia de los invasores del sur y se convirtió en base de apoyo en la época heroica de la resistencia que realizó Andrés Avelino Cáceres.Ese es el pueblo que engendró a Julio C. Tello.
De modo que si hay que reconocer un proceso decisivo de endoculturación en la personalidad de Julio C Tello, éste proviene – ¡ qué duda cabe!- del pueblo que lo vio nacer. Pueblo que, por lo demás, conserva su identidad, su solidaridad, su cultura y sus manifestaciones artísticas.
Quien conozca, aunque sea parcialmente la Provincia de Huarochirí, sabe que su configuración agreste y hermosa ha modelado lo esencial de su cultura ancestral: los caminos, acueductos y construcciones de piedra de tiempos inmemoriales todavía continúan dándole servicios al pueblo. En las festividades todavía se pueden apreciar a los danzantes avelinos, que la tradición popular conserva y reconoce como el baile de los guerrilleros y soldados de Cáceres.
Así pues, pese a que el imperialismo cultural nos arremete y pretende desmemoriarnos, es reconfortante constatar que algunos pueblos como el de Julio C Tello han sabido conservar sus costumbres, que es una forma de conservar y fortalecer la identidad.
Racionalidad y Emoción
Nuestro personaje fue un estudioso apasionado de las culturas del antiguo Perú. Viajó por todas las regiones de la patria, investigó y sistematizó.
A los hombres de ciencia se les tiene como seres ajenos a la pasión, Julio C Tello es la personificación de un hombre cuya racionalidad no diluyó sus emociones. Sus biógrafos reconocen que en muchas ocasiones refería con orgullo su condición de indio. El sabio huarochirano más que un indio era un mestizo o, en todo caso, mestizo preponderantemente indio, que es como de define así mismo el maestro Oswaldo Guayasamín, también de raíces nativas.
Julio C. Tello es la expresión de nuestras culturas ancestrales. Al margen de cualquier visión prejuiciosa, Tello, igual que Felipe Huamán Poma de Ayala rescata y revalora las raíces andinas y autóctonas, como lo hizo también en el plano de la literatura el autor de “Todas las sangres”, José María Arguedas.
A finales de siglo, es evidente que nuestra condición de país mestizo es el patrón de unidad de nuestros pueblos.La época de Julio C Tello fue una época de marginación y subestimación al indio. Lamentablemente en algunos sectores no ha variado en lo sustancial esa visión.
Julio C Tello, en un medio adverso y racista, no sólo no escondió su origen, sino que lo mostró orgulloso, como mostró su sencillez de hombre de pueblo y como mostró también su convicción de hombre de ciencia.
No hubo en él ningún sentimiento ni complejo de inferioridad, con su ejemplo parece decirnos, la ciencia no tiene prejuicios, podemos acceder a ella siempre y cuando nos preparemos y nos atrevamos a transitar sus vastos caminos. Julio C Tello fue un hombre con actitud constante y perseverante en el proceso de observación y estudio de nuestras culturas.
Con la disciplina del estudioso va constatando sus hipótesis. Ese es el proceso de sus deducciones. Aquí también hay un hecho admirable, para él la investigación hay que asumirla como un compromiso que no se agota en el syllabus ni la exigencia para obtener el grado. El hace de la investigación no una parte ni una forma de vida sino que es su vida misma.
Quienes han hecho las primeras evaluaciones del aporte de Julio C Tello, respetables y reconocidos peruanos, lo consideran como parte de una trilogía que conforma junto a José de la Riva Agüero y Francisco García Calderón. No pretendemos invalidar en absoluto este punto de vista pero queremos precisar que, a nuestro modo de ver, por su práctica social, el maestro Julio C. Tello tiene la misma significación del Amauta José Carlos Mariátegui Lachira, independientemente que no tengan elementos comunes desde el punto de vista doctrinario.
Los dos maestros han hecho aportes decisivos a la forja de “un Perú nuevo, dentro de un mundo nuevo”. Los dos pensamientos son imprescindibles para quienes se interesen en conocer con el rigor de la ciencia la sociedad peruana.
Hombre Solidario
Un suceso poco conocido y nada divulgado por quienes se han dedicado a estudiar la vida y la obra de Julio C Tello se refiere al rol que cumplió el maestro en los sucesos que tienen que ver con una protesta popular que se conoce como la tragedia de Tamboraque.
Eran los primeros días del año 1932, los comuneros de San Mateo de Huanchor, pueblo ubicado a 3,200 m.s.n.m., cerca del imponente Ticlio, cansados de la impunidad con la que actuaba la empresa minera Proaño que venía agresivamente contaminando con relaves y gases tóxicos el medio ambiente y las aguas del río Rimac, se levantó en protesta, después de haber agotado todos los medios legales. El pueblo tomó el camino de la acción directa para poner fin al abuso. Y, efectivamente, los comuneros llegaron a la planta minera y destruyeron las instalaciones.
Esa fue una acción justa, pues, de otro modo, la vida se habría extinguido en esta parte del país. Los testimonios periodísticos de la época dan cuenta que la flora se extinguía, extrañas enfermedades atacaban y mataban a los pobladores, en tanto que las aves desfallecían en pleno vuelo.Posteriormente aconteció lo que ha sido común en nuestra historia: los levantamientos populares terminaron ahogados en sangre y fuego. El acto de Tamboraque no fue la excepción.
La protesta trajo la represión y la represión dio como corolario cinco muertos, que la historia oficial ha relegado y que, felizmente, la memoria colectiva los ha rescatado del olvido. Hoy sus nombres y su ejemplo son reconocidos como mártires de la lucha a favor de la defensa de la vida y del medio ambiente.
La historia no termina ahí, muchos pobladores considerados por las autoridades como cabecillas o activistas del movimiento fueron llevados presos a la ciudad de Lima. Se inició entonces una cruzada por la libertad de los detenidos. Para hacer efectiva la gestión ante la autoridad se formó el Comité de Ayuda de los Detenidos, el mismo que integró Julio C Tello. Este hecho demuestra que nuestro sabio no era de ninguna manera, como cierto sector pretende hacerlo aparecer, un hombre ajeno a toda identificación con la lucha de los suyos. La verdad que el compromiso de Tello con su pueblo tuvo raíces sólidas y duraderas.
En los años que estuvo en el Parlamento (1919 - 1929), cumpliendo funciones de diputado, su interés estuvo centrado en hacer que el derecho a la educación se extendiera al sector rural. El, que había adquirido los primeros conocimientos en la escuela del Estado, sabía que muchos talentos del pueblo se pierden como consecuencia del abandono y de la indiferencia, por eso fue que dedicó su esfuerzo y su tiempo a gestionar la creación de varias escuelas para su provincia; a la vez impulsó la necesidad de una reforma de la educación secundaria y universitaria. Obras que lo muestran como un hombre preocupado y comprometido con el desarrollo educativo y cultural de su comunidad. Y sobretodo se dedicó a legislar en defensa del patrimonio cultural.
Su ejemplo en estos tiempos
La vida de Julio C Tello es un ejemplo para los que consideramos que la patria no es una mercancía, como lo supone el modelo de dependencia “moderna” que conocemos como neoliberalismo. Ser buen discípulo y seguidor de la línea de vida y la obra del maestro Julio C. Tello requiere asumir como compromiso irrenunciable la defensa de nuestro patrimonio cultural, el mismo que actualmente corre el riesgo de ser subastado al mejor postor desde el propio gobierno.
Hay razones para alzar nuestra voz de protesta y ojalá que quienes sentimos que el Perú es nuestro país, nuestra patria, y que felizmente somos la mayoría, levantemos una propuesta de defensa irrenunciable de nuestro patrimonio.Los peruanos sentimos preocupación legítima por nuestro futuro, las amenazas penden sobre nuestros bienes culturales.
El mejor homenaje que podemos hacerle a Julio C. Tello es vertebrar una organización de peruanos comprometidos con la defensa de nuestro patrimonio arqueológico y la defensa de nuestra identidad cultural. Estamos seguros que si el maestro Julio C Tello estuviera entre nosotros asumiría, sin ningún reparo, la protesta contra un régimen que pretende privatizar nuestros bienes culturales, dejando de lado opiniones libres de cualquier sospecha de ser de “opositores interesados”, como es el caso de la UNESCO. El mejor homenaje que podemos hacerle al maestro Julio C. Tello no tiene por qué quedarse en el formal reconocimiento de su vida y su obra. En todo caso, hay que diferenciar los “homenajes” de los homenajes. Los primeros no son más que un saludo a la bandera, que suelen hacerse para ocultar lo más sustantivo del pensamiento y la obra de Julio C. Tello. Los otros, los homenajes de quienes asumimos la defensa de nuestra identidad cultural y pugnamos por la construcción de un Perú que pueda acceder al desarrollo y al progreso, son los que interesan. Somos concientes que honrar la memoria del maestro es defender los bienes de nuestro país y denunciar, rechazar y oponernos a todo intento de saqueo.
Sharuko y Mec non
Me viene a la memoria los tiempos en que mi viejo maestro nos relataba los afanes de nuestro sabio. Verdad que por esos años no tenía una visión más o menos integral del aporte de Julio C. Tello. En la medida que me fui formando se acrecentó mi admiración por este ejemplar Amauta.
Cuando fui estudiante de primaria, Huarochirí era un nombre que me resultaba lejano y misterioso. Por razones comunes a la de todos los hombres que buscan nuevos horizontes, dejé mi valle y sus arenales. Y desde hace buenos años, transito por los caminos de la Provincia de Huarochirí.
He llegado a conocer parte de su historia y de su cultura. En algunos lugares aún sobreviven algunos vocablos de nuestros ancestros. En mi cultura tallán hay uno que hace referencia al mito de un ave sagrada capaz de avizorar la lejanía a través de la oscuridad. Su nombre es Mec Non. El que mira bien el horizonte es un Mec Non. En el pueblo de Julio C. Tello el vocablo Sharuko hace referencia a la tenacidad. Los paisanos de Julio C. Tello narran que sus contemporáneos lo llamaban Sharuko, es decir, arrollador, tenaz, sobresaliente.
De modo que para mí, que sigo y seguiré estando orgulloso de mi condición de descendiente tallán, el maestro Julio C. Tello es un Mec Non, es decir el hombre que desde el pasado no vio “ruinas”, sino el porvenir brillante de su pueblo. Ello, naturalmente, sin que deje de ser un Sharuko.Palabras FinalesLos nuevos vientos de la globalización no sólo traen conocimientos, también traen “novedades” que algunos asimilan sin un proceso previo de análisis; y concluyen que ha pasado el tiempo de las naciones.
No estamos de acuerdo con esta teoría, no en tanto postula una globalización donde la única cultura que vale es la de los sectores dominantes. No estamos de acuerdo con quienes pretenden ocultar y negar nuestras raíces. Esa es una forma de agresión que no aprobamos ni aceptamos. Planteamos, por el contrario, volver a nuestras raíces. Es una forma segura de afirmar nuestra identidad de peruanos.
Está pendiente una gran tarea: construir la nación peruana. En esta cruzada tienen un lugar de honor todos los peruanos de origen indio o no, preponderantemente peruanos que al margen del problema racial, se sientan comprometidos con un Proyecto Nacional, que ponga por encima de cualquier otro interés la forja y defensa de la nación peruana. En esta unidad amplia no cuentan razones doctrinarias ni raciales. Importa sí que los peruanos de buena voluntad nos comprometamos con esta propuesta. Este sector nacional, de vasta base popular y democrática, tiene la responsabilidad de levantar y construir una alternativa que avance a la afirmación de un proyecto que valore nuestra condición de país pluricultural y multilingüe.
lunes, 11 de agosto de 2008
Guayasamin o las manos de tres mil años de historia
Entevista de Julio Yovera B *
Oswaldo Guayasamín (O.G.) es probablemente el pintor más trascendente de nuestro continente. Su obra vasta, de extraordinaria calidad y su compromiso permanente por los destinos de nuestros pueblos y de la humanidad toda lo definen como un hombre extraordinario del siglo XX.
“En Contacto”(E.C.) conversó con el maestro. Estamos seguros que sus palabras habrán de nutrir nuestros ideales y esperanzas.
E.C.- Debo decirle que admiramos su obra. Hay en Usted una actitud de vida que valoramos enormemente. Nos hemos informado que el origen de su apellido es la fusión de dos vocablos, uno quechua, el otro de la cultura aborigen de su país...
O.G.- El quechua lo hizo José María Arguedas, quien dijo que Guayasamín significa “Ave blanca volando”, y la del reino de Quito quiere decir “Casa de la Sabiduría”, que no la uso porque es una pedantería tremenda.
E.C.- Tomás Borge es su libro “El Arte como Herejía”, una las dos definiciones de un modo muy original y dice: “Guayasamín, ave blanca que vuela a las casa de la sabiduría”.
O.G.- Ah, caramba, no lo he leído, qué bueno...
E.C.- Todo artista, todos los seres humanos, optan por hacer algo en este mundo, ¿qué hechos motivaron a Oswaldo Guayasamín a optar por la pintura?
O.G.- No sé hacer nada más, no sé hacer nada de nada. Lo único que sé hacer es expresarme a través de mis manos, pintando. Pinto desde los seis años o siete años, y no he dejado de hacerlo jamás, porque es la única manera de expresarme, es la única forma de decirle a los demás lo que siento, lo que veo, lo que pienso.En ese contexto puede expresarme de dos maneras: de experiencias y emociones de piel adentro, y las cosas de piel afuera. Quiero expresarme así. Digamos que mi ira, mi soledad, mi esperanza, mi amor, mi ternura, son propias de mí mismo y que siento desde que soy niño; eso es lo que yo llamaría de piel adentro. Y todos los acontecimientos que han sucedido mientras he vivido, como la Guerra Civil española, los campos de concentración, las bombas atómicas, las guerras de la ex Yuguslavia, todos esos acontecimientos son de piel afuera.Al pintar trato de hacer una especie de comunión entre las dos cosas. Si la experiencia personal, digamos de mi niñez, que fue de una pobreza y de una miseria espantosa, con un apellido indio, esto es posible, digamos ligarlo con un suceso mundial, por ejemplo, con lo de la ex Yuguslavia, esos grupos humanos que mientras vivía Tito todo iba bien, y cuando muere, todos esos seres se vuelcan hacia una violencia inimaginable, entonces eso me conmueve a mí, quizás porque tengo la experiencia de la discriminación racial desde ni niñez. Estas cosas se fusionan y puedo pintar un cuadro sobre eso. Es así mi vida.
E.C.- Digamos entonces que el arte, en este caso la pintura, además de traducir un hecho vivencial, de piel adentro como Usted lo llama, trasmite hacia fuera un mensaje, un mensaje de ira, pero al mismo tiempo un mensaje esperanzador.
O.G.- A veces, muchas veces, pienso que la esperanza se ha perdido, por ejemplo, cuando veo acontecimientos como los de Chechenia.En la ex Unión Soviética todos esos pueblos estaban trabajando para un bienestar universal, aunque hubieron grandes equivocaciones. Ahora que se han disuelto vemos una Chechenia terrible, brutal. Todas estas cosas son mensajes que recibo y las trato de expresar en mi pintura.La parte importante es que yo trato de hacer una plástica de gran poder pictórico; trato de expresarme con una fuerza casi incontenible de técnicos, de texturas, de colores. Además, doy un mensaje, trato de dar un mensaje, un recuerdo de lo que ha sucedido para que la gente no vuelva olvidar. Esa es mi esperanza.Cuando ven mis cuadros mucha gente se pone a llorar, ojalá que esa angustia que producen mis cuadros sirva para que una cosa así no vuelva a repetirse. Esa es mi aspiración. Hace unos tres años hice una enorme exposición en Buenos Aires y entraron un grupo de mujeres, yo no sabía que eran las Madres de Plaza Mayo, y una de ellas empezó a gemir ante mis cuadros, y las demás, unas veinte señoras, empezaron a llorar. Esto fue el mejor homenaje que he recibido en mi vida. He recibido homenajes de todo tipo, doctorados honoris causa por montones, medallas, pero el hecho de ver llorar a la gente con mis cuadros es el más grande homenaje que he recibido como pintor.
E-C.- Permítame un comentario: el maestro Guayasamín recibe la influencia de su tiempo, pero, además, testimonia el tiempo que no vivió, ¿Cómo cree Usted que la historia influye en la vida de los artistas?
O.G.- Yo soy un indio o, más bien, un mestizo aindiado porque mi padre es un indio puro y mi madre es mestiza, o sea que, digamos, tengo un 75 u 80 por ciento de sangre india. Hay tres tipos de mestizaje: el mestizo blanqueado en donde el padre es español y la madre una indiecita mestiza; hay los mitad y mitad, padre y madre española o algo así; y los que son como nosotros, de padre indio y madre mestiza que ha dado un porcentaje de sangre india mayor.
E.C.- Los que somos más indios debemos estar orgullosos de donde provenimos, ¿Cómo ha marcado esta realidad al maestro Guayasamín?
O.G.- Bueno, es la fuente de todo. Como dije unos días atrás, yo sólo siento que soy una mano ejecutora, que todo viene dictado desde más de diez mil años de cultura. Claro que tenemos el arte contemporáneo, la pintura de la Colonia y toda es influencia, pero básicamente lo mío son diez mil años de cultura. Tenemos un peso cultural extraordinario y yo no soy sino un ejecutor, mis manos son ejecutoras de un mandato muy antiguo.
E.C.- ¿Se reconoce la mano y el corazón de esa cultura?
O.G.- Exactamente. En 1944 o 1945 iba a ser una exposición a Chile; viajaba por tierra y llegué a Trujillo, una ciudad muy linda donde me quedé unos días, entonces, me contaron que muy cerca de Trujillo existía un templo llamado Sechín, y fui. Allí me encontré con una cosa excepcional; para mí es uno de los templos más grandes de la Tierra. Es la historia de dos ejércitos pre colombinos que se enfrentaron, y la descripción de la batalla era de cabezas cortadas, ojos sangrantes, bocas gritando, cuerpos cortados, manos, piernas. Todo era una cosa genial. Cuando vi eso dije: “yo estuve trabajando aquí; yo formé parte de los trabajadores, yo estuve aquí”. La sensación más neta de haber estado con cincel haciendo todo eso. Por eso cuando me preguntan qué edad tengo digo: tres mil años. Yo nací allí. Tengo tres mil años, señor.
E.C.- Tres mil años. Le quedan miles de años más.
O.G.- Ojalá, además, esto de la edad es lo más pasajero. Según los jíbaros, del oriente de mi país y que también corresponden al Perú, tengo 22 o 24 años. Según el calendario lunar de las 17 lunas de los mayas tengo como 45 años. Según el budismo creo que llego a 60. Es en el calendario occidental cristiano que tengo 78. Pero en mí tengo 3 mil.
E.C.- La humanidad, de pronto, cambia sus paradigmas. Los teóricos del sistema señalan el “fin de las ideologías”, decretan el “fin de la historia” y los “funerales” de los modelos solidario...
O.G.- Es lo que inventa el imperialismo para jodernos. En un momento inventó darnos plata, lo de la deuda externa, nos repartían migajas a los países pobres. En mi país en esos momentos había una dictadura militar, vieron el dinero, se hicieron construir grandes haciendas, clubes privados lujosos y jamás le llegó nada al pueblo, todo quedó en sus manos. Ecuador ha pagado ya dos veces y medio el capital recibido, y sin embargo, la deuda externa ha seguido creciendo; actualmente no podemos pagar ni los intereses.Ahora se les metió la idea de la privatización. Claro que siempre hay una empresa “nacional” que compra las comunicaciones, la electricidad, la energía, etc., pero detrás de todo eso está el capital norteamericano. En algún momento, cuando sean poseedores de todo nos paralizan el país como les dé la gana. Ahora nos tienen cogidos pagando la deuda externa, pagando intereses eternos. Nos tienen agarrados del cuello.
E.C.- Las clases dominantes de nuestros países coinciden: el mismo menaje, las mismas recetas. El amo dicta, el títere aplica.
O.G.- Claro, atrás de eso está el capital también. Las empresas del teléfono o del petróleo cuestan tanto que no creo que hayan capitales nacionales para comprar esas cosas. En todo caso, existen “burropies” como decimos en mi país, pero el gran capital está detrás del imperio. En el momento que hay una posibilidad de reacción nuestra, del pueblo, nos paralizan el país con una facilidad asombrosa.Recordemos lo que hicieron con las dictaduras militares, recordemos la época de Pinochet. Se hizo un programa que se llamó Ayuda no sé qué, se inventan tantos nombrecitos, y fracasó, querían “prestar” dinero, querían “ayudar” a los pueblos y fracasaron, y como fracasaron, entonces, se dieron pases a las dictaduras militares. La CIA estableció dictaduras militares en toda América Latina. Y en Brasil, Chile, Argentina, Paraguay, Uruguay, exterminaron a la juventud, acabaron con la juventud progresista de nuestros países que ahora deberían ser gobierno. En este momento prácticamente somos un continente sin cabeza. Toda la juventud fue arrasada violentamente por las dictaduras militares.
E.C.- Frente a una situación así, ¿qué recomienda Usted a las nuevas generaciones? ¿a los jóvenes?
O.G.- Yo lo dije hace dos días, se lo dije a un periodista muy importante de aquí, el señor Hildebrandt, que la única manera de salvarnos de este acogotamiento del imperio es ser un solo país desde México a la Patagonia.Felizmente las fronteras son muy jóvenes, de 180 años apenas, además fronteras completamente absurdas, arbitrarias, de los independentistas, de los dueños de haciendas, porque cada uno quería su pedazo. Esa fue la tragedia de la Independencia. Aparte de Bolívar, de Santander, de Sucre, nadie sabía ni leer ni escribir. Cuando sacaron a los españoles se dividieron la tierra, y habían familias que tenían haciendas, por ejemplo, en mi país, de la cordillera oriental a la cordillera occidental, y dentro de esas haciendas habían centenares de pueblos indios que los convirtieron en esclavos hasta ahora. Esa fue la falla terrible de la Independencia. Felizmente, le digo, son fronteras jóvenes.Si comparamos con lo que está sucediendo en este momento en Europa Occidental, países con tradición milenaria, con lenguas diferentes, con costumbres ancestrales, lenguajes ancestrales y fronteras ancestrales; sin embargo, se están uniendo ahora para crear un poder económico que enfrente a los dos poderes: al japonés y al norteamericano. Tienen ya un Congreso, van a tener una moneda común en los próximos cuatro años. Todas las condiciones particulares de cada país han sido dejadas de lado para crear un nuevo centro potencial.Nosotros, que desde México a la Patagonia hablamos un mismo idioma, que tenemos un mismo antecedente pre colombino (porque los quechuas, los mayas, los aztecas, se comunicaban normalmente), de diez mil años de cultura, podemos hacer posible un solo país. Es importante lentamente empezar a borrar las fronteras y pensar que somos un solo continente, pensar en una fortaleza, pero no de aviones, de barcos de guerra, de cuarteles, de tanques, sino hacer una fortaleza de cultura tremenda. Sólo así nos tendrán en cuenta, de lo contrario, seguiremos siendo cogidos de la garganta por el imperio.
E.C.- Ese propósito requiere de la unión de los pueblos. Las burguesías nativas no tienen capacidad para impulsarlo.
O.G.- No, no. Esta obra es para el pueblo. Nosotros acabamos de bajarnos a un presidente. El país parecía muerto, cansado; pero este presidente empezó a robar, a hacer una vulgaridad tremenda, y, carajo, el pueblo salió a las calles, millones a las calles, y lo sacaron.
E.C.- En el caso de nuestros países, las clases dominantes han promovido interesadamente conflictos que enfrentan a dos pueblos hermanos...
O.G.- Claro, claro, son ellos y los vendedores de armas, el imperio. En el imperio, digamos, anteriormente, eran constructores de automóviles, Ford, Chevrolet, pero ahora todos los países producen automóviles, pequeños y grandes países, entonces, el poder económico de producir automóviles ya no está en sus manos. El poder de la tecnología, la televisión, la radio, está en manos de los japoneses. La única industria bestial que les queda a los norteamericanos es la industria de la guerra. Inventan un nuevo avión y todos los anteriores pasan a ser chatarra, y las fábricas se llenan de chatarra y la chatarra es lo que nos venden. Ellos son los promotores de las guerras, de los conflictos.
E.C.- Avizora una salida al problema fronterizo de nuestros países?
O.G.- Sí, hay una salida, ser un solo país, un solo pueblo. Por decir esto me han dicho utópico, pero, en todo caso, no renuncio a esa utopía.
E.C.- En nuestro calendario, nos toca enfrentar el siglo XXI, ¿Le motiva este hecho alguna reflexión?
O.G.- Mi preocupación permanente es el destino de la humanidad, pero no por razones de calendario. Aquello que se le quiere dar viso de “fin de siglo” es solamente occidental y católico; pero, en China hay otro calendario. Además, el catolicismo es una religión muy pequeña. El mahometanismo, el budismo y todos los que no tenemos religión somos otras millonadas. En conclusión, mi pasión es el hombre y su destino, al margen de cualquier otra consideración de tipo religioso o de una calendario formal.
E.C.- Supimos que la Fundación Guayasamín organizó el encuentro “Todas las voces, Todas”, con cantores de dimensión mundial como Mercedes Sosa, Silvio Rodríguez, Alberto Cortés, etc., ¿Qué motivó este suceso?
O.G.- Bueno, los mejores cantantes del Continente fueron a cantar a Quito, en ayuda de LA CAPILLA DEL HOMBRE.
Oswaldo Guayasamín (O.G.) es probablemente el pintor más trascendente de nuestro continente. Su obra vasta, de extraordinaria calidad y su compromiso permanente por los destinos de nuestros pueblos y de la humanidad toda lo definen como un hombre extraordinario del siglo XX.
“En Contacto”(E.C.) conversó con el maestro. Estamos seguros que sus palabras habrán de nutrir nuestros ideales y esperanzas.
E.C.- Debo decirle que admiramos su obra. Hay en Usted una actitud de vida que valoramos enormemente. Nos hemos informado que el origen de su apellido es la fusión de dos vocablos, uno quechua, el otro de la cultura aborigen de su país...
O.G.- El quechua lo hizo José María Arguedas, quien dijo que Guayasamín significa “Ave blanca volando”, y la del reino de Quito quiere decir “Casa de la Sabiduría”, que no la uso porque es una pedantería tremenda.
E.C.- Tomás Borge es su libro “El Arte como Herejía”, una las dos definiciones de un modo muy original y dice: “Guayasamín, ave blanca que vuela a las casa de la sabiduría”.
O.G.- Ah, caramba, no lo he leído, qué bueno...
E.C.- Todo artista, todos los seres humanos, optan por hacer algo en este mundo, ¿qué hechos motivaron a Oswaldo Guayasamín a optar por la pintura?
O.G.- No sé hacer nada más, no sé hacer nada de nada. Lo único que sé hacer es expresarme a través de mis manos, pintando. Pinto desde los seis años o siete años, y no he dejado de hacerlo jamás, porque es la única manera de expresarme, es la única forma de decirle a los demás lo que siento, lo que veo, lo que pienso.En ese contexto puede expresarme de dos maneras: de experiencias y emociones de piel adentro, y las cosas de piel afuera. Quiero expresarme así. Digamos que mi ira, mi soledad, mi esperanza, mi amor, mi ternura, son propias de mí mismo y que siento desde que soy niño; eso es lo que yo llamaría de piel adentro. Y todos los acontecimientos que han sucedido mientras he vivido, como la Guerra Civil española, los campos de concentración, las bombas atómicas, las guerras de la ex Yuguslavia, todos esos acontecimientos son de piel afuera.Al pintar trato de hacer una especie de comunión entre las dos cosas. Si la experiencia personal, digamos de mi niñez, que fue de una pobreza y de una miseria espantosa, con un apellido indio, esto es posible, digamos ligarlo con un suceso mundial, por ejemplo, con lo de la ex Yuguslavia, esos grupos humanos que mientras vivía Tito todo iba bien, y cuando muere, todos esos seres se vuelcan hacia una violencia inimaginable, entonces eso me conmueve a mí, quizás porque tengo la experiencia de la discriminación racial desde ni niñez. Estas cosas se fusionan y puedo pintar un cuadro sobre eso. Es así mi vida.
E.C.- Digamos entonces que el arte, en este caso la pintura, además de traducir un hecho vivencial, de piel adentro como Usted lo llama, trasmite hacia fuera un mensaje, un mensaje de ira, pero al mismo tiempo un mensaje esperanzador.
O.G.- A veces, muchas veces, pienso que la esperanza se ha perdido, por ejemplo, cuando veo acontecimientos como los de Chechenia.En la ex Unión Soviética todos esos pueblos estaban trabajando para un bienestar universal, aunque hubieron grandes equivocaciones. Ahora que se han disuelto vemos una Chechenia terrible, brutal. Todas estas cosas son mensajes que recibo y las trato de expresar en mi pintura.La parte importante es que yo trato de hacer una plástica de gran poder pictórico; trato de expresarme con una fuerza casi incontenible de técnicos, de texturas, de colores. Además, doy un mensaje, trato de dar un mensaje, un recuerdo de lo que ha sucedido para que la gente no vuelva olvidar. Esa es mi esperanza.Cuando ven mis cuadros mucha gente se pone a llorar, ojalá que esa angustia que producen mis cuadros sirva para que una cosa así no vuelva a repetirse. Esa es mi aspiración. Hace unos tres años hice una enorme exposición en Buenos Aires y entraron un grupo de mujeres, yo no sabía que eran las Madres de Plaza Mayo, y una de ellas empezó a gemir ante mis cuadros, y las demás, unas veinte señoras, empezaron a llorar. Esto fue el mejor homenaje que he recibido en mi vida. He recibido homenajes de todo tipo, doctorados honoris causa por montones, medallas, pero el hecho de ver llorar a la gente con mis cuadros es el más grande homenaje que he recibido como pintor.
E-C.- Permítame un comentario: el maestro Guayasamín recibe la influencia de su tiempo, pero, además, testimonia el tiempo que no vivió, ¿Cómo cree Usted que la historia influye en la vida de los artistas?
O.G.- Yo soy un indio o, más bien, un mestizo aindiado porque mi padre es un indio puro y mi madre es mestiza, o sea que, digamos, tengo un 75 u 80 por ciento de sangre india. Hay tres tipos de mestizaje: el mestizo blanqueado en donde el padre es español y la madre una indiecita mestiza; hay los mitad y mitad, padre y madre española o algo así; y los que son como nosotros, de padre indio y madre mestiza que ha dado un porcentaje de sangre india mayor.
E.C.- Los que somos más indios debemos estar orgullosos de donde provenimos, ¿Cómo ha marcado esta realidad al maestro Guayasamín?
O.G.- Bueno, es la fuente de todo. Como dije unos días atrás, yo sólo siento que soy una mano ejecutora, que todo viene dictado desde más de diez mil años de cultura. Claro que tenemos el arte contemporáneo, la pintura de la Colonia y toda es influencia, pero básicamente lo mío son diez mil años de cultura. Tenemos un peso cultural extraordinario y yo no soy sino un ejecutor, mis manos son ejecutoras de un mandato muy antiguo.
E.C.- ¿Se reconoce la mano y el corazón de esa cultura?
O.G.- Exactamente. En 1944 o 1945 iba a ser una exposición a Chile; viajaba por tierra y llegué a Trujillo, una ciudad muy linda donde me quedé unos días, entonces, me contaron que muy cerca de Trujillo existía un templo llamado Sechín, y fui. Allí me encontré con una cosa excepcional; para mí es uno de los templos más grandes de la Tierra. Es la historia de dos ejércitos pre colombinos que se enfrentaron, y la descripción de la batalla era de cabezas cortadas, ojos sangrantes, bocas gritando, cuerpos cortados, manos, piernas. Todo era una cosa genial. Cuando vi eso dije: “yo estuve trabajando aquí; yo formé parte de los trabajadores, yo estuve aquí”. La sensación más neta de haber estado con cincel haciendo todo eso. Por eso cuando me preguntan qué edad tengo digo: tres mil años. Yo nací allí. Tengo tres mil años, señor.
E.C.- Tres mil años. Le quedan miles de años más.
O.G.- Ojalá, además, esto de la edad es lo más pasajero. Según los jíbaros, del oriente de mi país y que también corresponden al Perú, tengo 22 o 24 años. Según el calendario lunar de las 17 lunas de los mayas tengo como 45 años. Según el budismo creo que llego a 60. Es en el calendario occidental cristiano que tengo 78. Pero en mí tengo 3 mil.
E.C.- La humanidad, de pronto, cambia sus paradigmas. Los teóricos del sistema señalan el “fin de las ideologías”, decretan el “fin de la historia” y los “funerales” de los modelos solidario...
O.G.- Es lo que inventa el imperialismo para jodernos. En un momento inventó darnos plata, lo de la deuda externa, nos repartían migajas a los países pobres. En mi país en esos momentos había una dictadura militar, vieron el dinero, se hicieron construir grandes haciendas, clubes privados lujosos y jamás le llegó nada al pueblo, todo quedó en sus manos. Ecuador ha pagado ya dos veces y medio el capital recibido, y sin embargo, la deuda externa ha seguido creciendo; actualmente no podemos pagar ni los intereses.Ahora se les metió la idea de la privatización. Claro que siempre hay una empresa “nacional” que compra las comunicaciones, la electricidad, la energía, etc., pero detrás de todo eso está el capital norteamericano. En algún momento, cuando sean poseedores de todo nos paralizan el país como les dé la gana. Ahora nos tienen cogidos pagando la deuda externa, pagando intereses eternos. Nos tienen agarrados del cuello.
E.C.- Las clases dominantes de nuestros países coinciden: el mismo menaje, las mismas recetas. El amo dicta, el títere aplica.
O.G.- Claro, atrás de eso está el capital también. Las empresas del teléfono o del petróleo cuestan tanto que no creo que hayan capitales nacionales para comprar esas cosas. En todo caso, existen “burropies” como decimos en mi país, pero el gran capital está detrás del imperio. En el momento que hay una posibilidad de reacción nuestra, del pueblo, nos paralizan el país con una facilidad asombrosa.Recordemos lo que hicieron con las dictaduras militares, recordemos la época de Pinochet. Se hizo un programa que se llamó Ayuda no sé qué, se inventan tantos nombrecitos, y fracasó, querían “prestar” dinero, querían “ayudar” a los pueblos y fracasaron, y como fracasaron, entonces, se dieron pases a las dictaduras militares. La CIA estableció dictaduras militares en toda América Latina. Y en Brasil, Chile, Argentina, Paraguay, Uruguay, exterminaron a la juventud, acabaron con la juventud progresista de nuestros países que ahora deberían ser gobierno. En este momento prácticamente somos un continente sin cabeza. Toda la juventud fue arrasada violentamente por las dictaduras militares.
E.C.- Frente a una situación así, ¿qué recomienda Usted a las nuevas generaciones? ¿a los jóvenes?
O.G.- Yo lo dije hace dos días, se lo dije a un periodista muy importante de aquí, el señor Hildebrandt, que la única manera de salvarnos de este acogotamiento del imperio es ser un solo país desde México a la Patagonia.Felizmente las fronteras son muy jóvenes, de 180 años apenas, además fronteras completamente absurdas, arbitrarias, de los independentistas, de los dueños de haciendas, porque cada uno quería su pedazo. Esa fue la tragedia de la Independencia. Aparte de Bolívar, de Santander, de Sucre, nadie sabía ni leer ni escribir. Cuando sacaron a los españoles se dividieron la tierra, y habían familias que tenían haciendas, por ejemplo, en mi país, de la cordillera oriental a la cordillera occidental, y dentro de esas haciendas habían centenares de pueblos indios que los convirtieron en esclavos hasta ahora. Esa fue la falla terrible de la Independencia. Felizmente, le digo, son fronteras jóvenes.Si comparamos con lo que está sucediendo en este momento en Europa Occidental, países con tradición milenaria, con lenguas diferentes, con costumbres ancestrales, lenguajes ancestrales y fronteras ancestrales; sin embargo, se están uniendo ahora para crear un poder económico que enfrente a los dos poderes: al japonés y al norteamericano. Tienen ya un Congreso, van a tener una moneda común en los próximos cuatro años. Todas las condiciones particulares de cada país han sido dejadas de lado para crear un nuevo centro potencial.Nosotros, que desde México a la Patagonia hablamos un mismo idioma, que tenemos un mismo antecedente pre colombino (porque los quechuas, los mayas, los aztecas, se comunicaban normalmente), de diez mil años de cultura, podemos hacer posible un solo país. Es importante lentamente empezar a borrar las fronteras y pensar que somos un solo continente, pensar en una fortaleza, pero no de aviones, de barcos de guerra, de cuarteles, de tanques, sino hacer una fortaleza de cultura tremenda. Sólo así nos tendrán en cuenta, de lo contrario, seguiremos siendo cogidos de la garganta por el imperio.
E.C.- Ese propósito requiere de la unión de los pueblos. Las burguesías nativas no tienen capacidad para impulsarlo.
O.G.- No, no. Esta obra es para el pueblo. Nosotros acabamos de bajarnos a un presidente. El país parecía muerto, cansado; pero este presidente empezó a robar, a hacer una vulgaridad tremenda, y, carajo, el pueblo salió a las calles, millones a las calles, y lo sacaron.
E.C.- En el caso de nuestros países, las clases dominantes han promovido interesadamente conflictos que enfrentan a dos pueblos hermanos...
O.G.- Claro, claro, son ellos y los vendedores de armas, el imperio. En el imperio, digamos, anteriormente, eran constructores de automóviles, Ford, Chevrolet, pero ahora todos los países producen automóviles, pequeños y grandes países, entonces, el poder económico de producir automóviles ya no está en sus manos. El poder de la tecnología, la televisión, la radio, está en manos de los japoneses. La única industria bestial que les queda a los norteamericanos es la industria de la guerra. Inventan un nuevo avión y todos los anteriores pasan a ser chatarra, y las fábricas se llenan de chatarra y la chatarra es lo que nos venden. Ellos son los promotores de las guerras, de los conflictos.
E.C.- Avizora una salida al problema fronterizo de nuestros países?
O.G.- Sí, hay una salida, ser un solo país, un solo pueblo. Por decir esto me han dicho utópico, pero, en todo caso, no renuncio a esa utopía.
E.C.- En nuestro calendario, nos toca enfrentar el siglo XXI, ¿Le motiva este hecho alguna reflexión?
O.G.- Mi preocupación permanente es el destino de la humanidad, pero no por razones de calendario. Aquello que se le quiere dar viso de “fin de siglo” es solamente occidental y católico; pero, en China hay otro calendario. Además, el catolicismo es una religión muy pequeña. El mahometanismo, el budismo y todos los que no tenemos religión somos otras millonadas. En conclusión, mi pasión es el hombre y su destino, al margen de cualquier otra consideración de tipo religioso o de una calendario formal.
E.C.- Supimos que la Fundación Guayasamín organizó el encuentro “Todas las voces, Todas”, con cantores de dimensión mundial como Mercedes Sosa, Silvio Rodríguez, Alberto Cortés, etc., ¿Qué motivó este suceso?
O.G.- Bueno, los mejores cantantes del Continente fueron a cantar a Quito, en ayuda de LA CAPILLA DEL HOMBRE.
E.C.- ¿Cómo va ese proyecto?
O.G.- Estamos terminando la construcción. Es una construcción de cuarenta metros por cuarenta metros, y, el piso del fondo, dentro de la tierra (hay un subterráneo), es un espacio de unos diez metros entre el suelo y el tumbado y, después, al ras de la tierra hacia arriba hay otro cuerpo que es de la misma arquitectura.El arquitecto soy yo, aprendí cuatro años de arquitectura y estoy dirigiendo la construcción de este edificio inmenso. Digamos que no es una Capilla, es una catedral. Dentro hay murales realizados por mí y nadie más. Sólo yo y un muchacho que me ayuda a coger las cosas donde pinto, de trasladarlas de lugar, pero todo lo hago yo, y espero terminarlo. Trabajo desde hace doce años en esto. No todos los días, pero sí reuniendo dibujos para LA CAPILLA DEL HOMBRE.Hace seis años presenté a la UNESCO, A Federico Mayor, los proyectos, acuarelas, planos, maquetas de la CAPILLA, y Federico Mayor y el grupos asesor declararon a este proyecto el más importante de nuestro siglo. Así que esto marcha y espero que esté terminado, no sé en el primer año del próximo siglo, pero será inaugurado un 24 de Julio.
E.C.- ¿LA CAPILLA DEL HOMBRE, refleja la visión del Maestro Guayasamín sobre el hombre y la Cultura?
O.G.- Sí. Es una cosa exclusiva y, además, el principio de esta creación es lo que acabo de decir, la unidad de nuestros pueblos, desde Río Grande a la Patagonia. Estoy contando las cosas, el sistema social, político, económico, de los aztecas, de los mayas, de los quechuas, de los aymaras. Estoy contando su música, sus dioses, su sistema, pero sin historia. No quiero hacer historia; todo es uno solo. Después, en la parte mestiza, nuevas religiones, nuevos animales (el toro, el caballo), nuevos vestidos, nueva música, nuevos instrumentos, como la guitarra, en fin..
E.C.- Hay una concepción del hombre y la cultura en ese trabajo...
O.G.- Claro, es base de la cultura nuestra, de la gran tragedia. Setenta millones de indios que son masacrados por los europeos en un siglo y medio de conquista. Cincuenta millones de negros que son arrancados del África y traídos a este Continente, y más de la mitad mueren en los barcos negreros y son echados al mar. Toda esa tragedia contada con frases muy duras.Hay dos acontecimientos muy importantes para mí: en el cerro de Potosí, en Bolivia, mueren entre cinco y siete millones de indios jóvenes sacando plata. De otro lado, Madrid no existía cuando llegó Colón por acá. Es con la plata de Potosí y con el oro de los reinos de los incas y los aztecas que se empieza a construir esa ciudad. Eso también cuento. Todas esas tragedias, todo eso es parte de lo que es LA CAPILLA DEL HOMBRE.
E.C.- Maestro, muchos temas quedan fuera de esta entrevista. Quisiera aprovechar del espacio que nos queda para que trasmita su mensaje a los artistas jóvenes de mi país. Con ello damos por concluida esta entrevista que nos ha concedido y que agradecemos de todo corazón.
O.G.- Bueno, qué podría decir. Mire, yo trabajo doce o catorce horas cada día, ello puede servir de ejemplo. Crear, hacer arte no es una cosa suelta de hacer hoy un retrato, mañana un desnudo, después una naturaleza muerta. No. Lo que yo estoy haciendo es algo de una concreción tremenda. A veces me extiendo en veinticinco cuadros sobre un solo tema.Todo mi estudio es de un orden preciso; todos los dibujos están perfectamente fichados en carpetas; si necesito un dibujo pues lo busco y encuentro fácilmente. Todas las noches entre las siete y dos de la mañana estoy dibujando en mi dormitorio, y a las nueve estoy ya en mi estudio para pintar; cierro las puertas; pongo la música que necesito, normalmente música clásica, pero busco la música más apropiada para el trabajo que estoy haciendo (si es que lo que hago es trabajo), y a mi estudio no entran ni las moscas. Salgo un momentito a comer, entro nuevamente hasta las seis o siete que se va la luz natural y vuelvo a dibujar en la noche.Esa es mi vida, si eso puede ser un ejemplo, en buena hora.
*El 10 de marzo de 1999 murió el extraordinario pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín. En su último viaje al Perú, en el hall del Hotel Bolívar, Lima, dio una entrevista a Julio Yovera B, por entonces miembro del Consejo Editorial del quincenario alternativo En Contacto. En esta inolvidable conversación participaron Manuel Guerra, Paco Guerra, y Daniel Yovera.
jueves, 7 de agosto de 2008
Comentario:J.Yovera en Santiago de Chuco/Danilo Sánchez
HASTA LA VICTORIA
QUE EL DESTINO
LE DEBE AL PERÚ
Ya va a venir el día, ponte el alma…
la mañana, la mar, el meteoro, van
en pos de tu cansancio, con banderas…
Ya va a venir el día, ponte el sol.
César Vallejo
1. ¿Qué es ser un tallán?
Julio Yovera Bayona nació, se crió y se hizo atalaya en Katac Ccaos, como él suele escribir el nombre de la localidad cercana a la ciudad de Piura, capital del departamento del mismo nombre. El lar donde él nació fue en tiempos inmemoriales capital de la cultura Tallán.
Cuando se visita dicho lugar, pese a ir por la superficie de la tierra, se siente que se ingresa a una dimensión mágica, a un tiempo remoto y de prodigio, sintiendo la naturaleza exuberante bajo el aire translúcido, escuchando el hablar de la gente, observando los rostros de las personas esculpidas como efigies de un mundo subjetivo y onírico.
Katac Ccaos es lugar de orfebres, de urdidores de filigranas, de joyeros estupefactos, de pesadores de oro, plata y piedras preciosas; de tejedores de sombreros, fantaseadores de canastas, alfareros insignes, peleteros abstraídos; cuna de retratistas de iguanas, de sazonadores legendarios de comidas, de alquimistas consumando su arte y su ciencia en lograr bebidas espirituosas, el concentrado de cañazo y la chicha mellicera, milagreros en fin en todo, contertulios asombrosos del mundo insólito.
Atenido a tales antecedentes Julio Yovera es un tallán legítimo hasta en su manera de callar y más aún: en su no estar en un lugar. Y cuando está se lo contempla pleno de dignidad, fundamento y terneza. Tiene ese ancestro ensimismado en cuerpo y alma, fijo y a la vez errante, averiguador insaciable de todo, que lo hace un peregrino y explorador andante del universo y, en este caso, rastreador del fenómeno Vallejo hasta en los caminos físicos que él siguiera, sea en Santiago de Chuco, Trujillo, Lima o París.
Tallán deriva del quechua “thalana” que significa: “lugar donde se yace de pecho”. Esta imagen, muy vallejiana, es un anagrama y una clave secreta; y resume mucho de la visión del mundo contenida en esa cultura que yace encubierta y que, sin lugar a dudas, maestros como Julio Yovera ayudarán a develar.
El dios fundador de los tallanes es Mec Non, divinidad versátil, abierta como el horizonte, volátil, ave o pájaro, que “yace de pecho” con las alas desplegadas, no en dificultad sino inquiriendo hacia otra dimensión: de las esencias.
La capital de esa cultura de hombres aire y fuego fue la ciudadela de Ñari Walak, lugar nube donde vino al mundo Julio Yovera. De los tallanes se dice que nacieron de un huevo que abrió Mec Non y de donde surgieron dos hermanos. Quizá por eso Julio integra con henchida convicción, como la atestiguan las siguientes páginas, el grupo Capulí, Vallejo y su Tierra que tiene por lema: “Somos hermanos”.
2. Un dios que sopla en las arenas
Los tallanes descendieron de las estribaciones andinas y así agregaron a su visión vertical del mundo su noción horizontal de la vida, en función de la llanura y la lejanía, sumando su visión vasta, transparente y eterna a su índole de altura, de profundidad y abismo,
Trajo Mec Non como elemento cultural su anhelo de libertad, amplitud e infinito, porque es un Dios que explora, se aventura y expande. Es divinidad del horizonte. Por eso, en las noches en Katac Ccaos se encienden hogueras y se siente su presencia en las arenas que sopla. Y así como aman las gamas mudables del color verde, que es afición ineludible en la gente del ande, eligen por contraste los colores uniformes del arenal donde viven. Pero además distinguen bien –y en su pureza– en la sombra y en lo luminoso, espacio en la cual encuentran a Vallejo.
Julio Yovera, por eso, se siente muy identificado con su ancestro mítico, de dioses de viento y fuego, pero también con el autor de Trilce, hecho de piedra, risco y caída en enhiesta, órbita desde la cual los tallanes descendieron. Tiene por eso el temple arisco pero a la vez tierno y dulce. Y eso ya es estar identificado y comprometido con César Vallejo.
Es Julio Yovera en ésta y en otras vidas sacerdote y sumo consejero de su cultura, pero también lo reconozco ahora como el miliciano enterizo de España, aparta de mí este cáliz para la gran gesta de forjar aquí y ahora la esperanza que es el encargo que nos dejara César Vallejo que realicemos sus paisanos. En sus ancestros están los ritos antiguos y lo que avizoro en él, cual es que con su alma de poeta y maestro algún día, en estado de gracia, escriba ya no en arena o en las ondulaciones del viento, la Biblia de la cultura Tallán en los nuevos evangelios de la utopía social y, precisamente, el capítulo de “la mañana en que desayunemos todos”.
Si es que hay alguien indicado para escribirla y hacer que los tallanes se organicen en columnas de combatientes, es él. Mientras tanto en esta obra recorre los caminos de Vallejo quien es el gran guía, el gran capitán, el precursor de esta gesta y para encontrar el rastro de la utopía y volver a convertirla en hecho histórico como es la proeza que hace el autor de Trilce quien bajó a los abismos más tenebrosos a recuperar la palabra redentora con la cual exorcizar la muerte y dejarnos como heredad construir aquí la aurora.
3. A quiénes toca Vallejo
Siendo así, es natural que a un tallán le toque intensamente el mensaje y hasta el modo de modular la voz que tiene César Vallejo, así como las circunstancias en que se desenvuelven la vida y la obra del autor de Los poemas humanos, que tan profundamente han colmado a Julio Yovera y de lo cual es testimonio el presente libro.
Porque, César Vallejo a la gran mayoría sorprende, a muchos conmueve, pero a no pocos cambia la vida y trastoca su suerte. Para que esto último ocurra hay que tener fondo, profundidad y mundos en pugna, que es lo que ocurre con seres pertenecientes a las viejas y sabias culturas. Vallejo toca a los seres vastos, hondos y en ignición permanentes. Alcanza a quienes tienen humanidad acrisolada, quienes se han acercado a mirar muy de cerca el iris de los ojos de la vida y pese a que han estado al borde de todo les embarga una gran ilusión, quienes tienen confianza y fe en el destino del hombre y en su redención.
Vallejo conmueve, entusiasma, compromete. Es alguien que convence, convoca y urge, para lo cual se necesita ser auténtico, tener alma. Los cómodos no son tocados.
Toca a quienes tienen dulzura en el alma, y Julio la tiene; toca a quienes tienen mística, alma, espíritu, que es el caso de Julio Yovera; toca a quienes anhelan un mundo de justicia, y Julio lo anhela. Toca con su humanidad magnánima, con su sacrificio y su martirio, su cuestionamiento del sistema, su crítica a las trivialidades, su militancia a favor del hombre.
Toca a los que como opción política se han adscrito siempre a una visión social de los hechos; a quienes como Julio es intenso y comprometido su vínculo con sindicatos, federaciones de trabajadores y gremios; a quienes son desde el aliento hasta el tuétano socialistas, y Julio lo es.
4. Un libro y un corazón fervoroso
Vallejo crea, genera, y construye afectos profundos. Anima compromisos, fervores, quereres totales; cariños puros, como el que se constata en esta obra.
Porque el libro de Julio es una confesión de parte, una profesión de fe, la exaltación que produce Vallejo, a quien Julio aprecia por múltiples razones pero principalmente por su sinceridad y coherencia de principios.
Ahora, en el medio intelectual hay una literatura que busca los impactos fáciles, los sensacionalismos baratos y la sumisión a los medios de comunicación. Directa o indirectamente tratan de decirnos que lo importante es el éxito, ganar bien, obtener premios, ser apreciado en otros países. La calidad pareciera haberse reducido a márgenes de venta.
Eso no va con Vallejo. Él es el paradigma opuesto, y como tal verdadero. A él se adscriben los que piensan que la función de escribir es cara a los valores, a los ideales y a las tareas pendientes por cumplir con entusiasmo y pasión.
De otro lado, Vallejo se nos presenta hombre común y corriente, hombre pueblo, hombre masa. Podemos identificarlo con el hombre cetrino, humillado, golpeado, Por eso él se hace pobre, se hace santo. En tal sentido no se puede ser imparcial sino con una fe.
De allí que este sea un libro ferviente, de quien se siente atraído incondicionalmente por el ser que encarna ideales con emoción social, con compromiso humano; de aquel que no se desentiende de los problemas del mundo, que los hace suyos y se compromete con aquellos que hacen causa común tratando de resolverlos.
En tal sentido el libro de Julio es un devocionario, un misal, un libro de fe; es el libro fervoroso de quien es heredero de Vallejo, somos herederos de Vallejo, somos sus paisanos. Y este libro en parte es un cuaderno de bitácora y la exploración de un compromiso arduo y hondo por el Perú.
Dentro de esta perspectiva, no habría peruano a quien Vallejo no impacte y transforme, por pertenecer a una cultura densa y asombrosa como fue el incario, por tener la humanidad que tienen y porque Vallejo toca a lo que es ser en esencia peruano. Siendo así no habría peruano que no sea un vallejista, salvo los cínicos –que también los hay y no es raro que ellos funjan de intelectuales–. Ello plantea un compromiso por difundir su obra, de allí que es muy promisorio darlo a conocer como hace el presente trabajo.
5. Descubre a su tierra madre
Dicho fervor se afianza cuando Julio Yovera viaja en mayo del año 2006 a Santiago de Chuco, en el marco del Capulí 7, Vallejo y su Tierra. ¿Qué ocurre entonces? Sencillamente descubre el lugar de donde ha venido, el lugar que le pertenece, que es suyo. Descubre su matriz. Y eso ahonda su compromiso. Y por eso escribe testimonialmente este libro.
Allí se descubre a sí mismo, porque los tallanes descendieron del ande a poblar los llanos, sin dejar de pertenecer sino al contrario, habiendo establecido un lazo de oro e indestructible con su ancestro y la serranía. Descubre su ciudad, sus piedras, sus paredes, sus techumbres y a Santiago de Chuco como su tierra madre.
Es por eso que en este encuentro Julio no duerme, camina noche y día alucinado, poseso, deslumbrado. Y no se pierde nada, todo lo mira con ojos arrobados. Registra, anota, apunta. El amanecer nos encuentra despiertos, gozosos, renovados, jurando a la vida no fallarle un milímetro.
Yo lo veo recuerdo a él caminando bajo la sombra o en los retazos de la luz eléctrica despeinado al amanecer, con la camisa afuera, con los ojos fulgurantes y el gesto dulce en la comisura de los labios. Y me pregunto qué le pareceremos nosotros que regresamos y nos hacemos chiquillos en nuestra tierra. ¡Qué estará diciendo o pensando Julio!, nos decimos. Al leer su libro constatamos que cribaba sus cariños más puros. Que estaba amando.
Refleja lo que es Capulí, cómo coge y golpea. Es el libro de un hombre que porta un lapicero en la mano y la libreta de apuntes en un viaje y escribe apasionado.
Desde entonces Julio participa en Capulí con fervor creciente y nos llama sus hermanos. En honor a este hecho todo el colectivo Capulí ha adoptado como acuerdo unánime llamarnos así: hermanos.
Lo he visto y oído arengar en la Plaza de Armas de Santiago de Chuco con voz tronante de ídolo tallán. Como militante de Capulí ha hecho de Capulí su hogar, su cobija, su alero mayor. Para él es un puerto y un mástil desde donde mirar y domar el mar.
6. Santiago es fusión del ande y el sol
De allí que haya escrito lo que ningún santiaguino nativo nos atrevido, por humildad y modestia, a expresar. Dice y lo repite: “Bendito sea tu nombre Santiago de Chuco”. Y cita nuestro himno: “Tú brotaste Santiago de Chuco de la alianza del ande y del sol”.
¿Cómo es que recurre Julio a un verso evangélico, a la oración de la anunciación de la Virgen María para nombrar religiosamente a Santiago de Chuco? Por su fe, por su creencia y por su adhesión. Y si estos son los resultados de Capulí qué bueno entonces que lo hayamos instituido como un peregrinaje vital y esencialmente para conocer la vida y obra de César Vallejo pero también el mundo andino que es desde donde César Vallejo eleva su voz.
Vamos a los andes porque ese es el mundo de Vallejo. Vamos a Santiago de Chuco porque ese es su hábitat, el hábitat de su poesía, de quien amalgamó la visión andina, a una misión humanista y a una concepción cósmica.
Vallejo es mundo andino en todo, telúrico, humano, vital. No el ande como tema sino como alma, modo de ser, de sufrir, de sentir, de amar, de usar el lenguaje. Para saber lo que es eso tenemos que ver el perfil de las montañas inconmensurables.
El peruano más excelso no es que solo nació aquí, en el mundo andino, en la sierra del Perú, sino que amó entrañablemente esta región o este mundo, y se identificó con él y su destino. Y por eso vale conocerlo y apreciarlo.
Ante el fracaso descomunal en que se encuentra la civilización contemporánea, qué importante tener nosotros la reserva moral del mundo andino con el cual la sociedad actual ha de ser distinta y mejorar sustancialmente.
7. Creer en nuestra propia capacidad de luchar
Y es que la actitud con la cual asumimos a César Vallejo en “Capulí, Vallejo y su Tierra” se diferencia de quienes se aproximan a Vallejo para extasiarse, admirarlo y reverenciarlo. Nosotros somos inspirados y guiados por él para tratar de actuar y arreglar el mundo como él lo quiso y puso las bases para lograrlo nosotros.
Hay quienes recitan Masa y nosotros los felicitamos. Hay quienes lo dramatizan extraordinariamente. Nosotros actuamos con César Vallejo, tratamos de cumplir con la utopía andina que tal poema encarna cual es hacer una sociedad solidaria.
No predicamos una sola versión o interpretación de Vallejo, sino la multiplicidad de ellas, Y tratamos que cada quien encuentre su propio Vallejo personal, porque consideramos que el mayor y mejor homenaje que podremos hacerle es encontrándolo vivo en cada ser humano; redescubriéndolo nuevo, original y renovado en cada hombre y en cada mujer auténticos y cumpliendo sus anhelos e ideales.
El Vallejo que nosotros exaltamos es el Vallejo que no es principalmente un autor de poemas o textos, es nuestra propia capacidad de luchar, de actuar en bien del hombre, es un modo único de cada miembro que integra este movimiento, de indignarse, de apasionarse y de entusiasmo total en su quehacer, de las ganas que podemos poner en nuestros compromisos y creencias.
El Vallejo en el cual nosotros creemos es el que está en cada persona que vive y sufre y goza como él lo hizo pero que se consagra a la defensa de lo humano. Es un Vallejo actuante, vivo y en acción.
8. El Vallejo personal
La manera más fiel de ser con Vallejo es cumpliendo sus ideales. Más que estudiándolo a él, o haciéndole panegíricos, es haciendo que se cumpla sus anhelos, su mensaje y su utopía.
Ser los soldados de su causa y los militantes de su ideario. Ser los Servino Huanta, los Pedro Rojas, los Ramón Collar, los niños de España, aparta de mí este cáliz. Ser verdaderos peruanos, inmaculados, como igualmente lo fueron José Carlos Mariátegui, José María Arguedas, Javier Heraud.
Necesitamos el Vallejo vivo, amigo, militante, identificado con los pobres, como él lo estuvo siempre. Necesitamos, como él, ser generosos, inmáculos, íntegros. Honrar nuestra palabra, no importa que en ello perdamos la vida.
Vallejo es nuestra arma, nuestra lanza y nuestro escudo para hacer algo por el Perú. Si podemos hacer algo lo haremos con Vallejo al frente. Ese Vallejo que abandera, capitanea a los seres sin fronteras, que sigue librando batallas y ganándolas después de muerto.
¡Por eso vamos por los caminos que él recorriera, buscando el César Vallejo convertido en acción social, en gesta comunal y en pedagogía política. ¡Por eso nos consagramos a reencontrar los pasos que él siguiera!
9. Una cultura edificada en el viento
Y volvemos al principio. Julio Yovera, el autor de este libro, es un tallán y por serlo de manera inequívoca es un chamán; por la actitud natural, misteriosa y mística, quien deambula cotidiano y seguro sobre los misterios del ser; el que conoce los pasos de los dioses en las hojas de otoño cuando ellos pasaron por allí en primavera.
Los tallanes adoran al viento y a las aves y se complacen adivinando en la línea del horizonte del mar el infinito. Erigen mundos ensimismados en lo transparente del aire como sellos en el agua.
Por eso visten de trajes blancos o negros, para tener un punto riguroso de apoyo y referencia entre tanto enigma y tanta transparencia. Y lucen hondas ojeras no solo por darle un pedestal a la mirada, sino porque son vigilantes de los arcanos, adivinadores del gran sortilegio que es el universo.
Julio Yovera por eso no tiene edad, ni tiempo, ni empleo, ni oficina en este universo. O son de su competencia todas las edades, los tiempos, los empleos, las oficinas y todos los universos.
Y Kata Ccaos más que llanura está edificada en el viento, con edificios y construcciones en los vendavales, en las brisas y en el aliento. Erigidas están sus moradas con la materia de los sueños, en viajes astrales, en las transposiciones, iluminaciones. Son pórticos hacia el desierto y mundos soñados en el horizonte.
10. Con quien haya que dar el salto definitivo
De allí que la actitud, el gesto y la expectativa que pone en cada asunto. Observa, toca, olisquea el trazo y la huella que ha seguido un ave por el cielo como la mensajera de una consigna en la construcción del orden nuevo que es nuestra misión despertar, edificar sobre la base y bajo la estrella del mundo andino.
Ya percibió en el vaivén de las olas y en el mar agitado la huella del navío que antaño trazó su ruta por el camino oculto que tenemos que seguir para alcanzar el mundo que es el encargo de nuestros padres que rescatemos y otra vez refundemos aquí.
Es el descifrador de las entrañas del cuy, la llama, el guanaco puestos en el ara del sacrificio. Quien conoce la clave de la ruta a seguir; es guía y es tótem.
Quien mira en la noche y horada lo oscuro, desentraña misterios, voces ocultas, pasos perdidos; quien estará allí donde el sacrificio y el heroísmo nos convoquen, quien verá donde es más dolorosa la carga y allí pondrá su hombro y su temple para proteger al hermano. ¡Y defender lo más noble y sagrado de la vida que nos cabe defender!
Quien se identifica con una persona no porque ella goce del éxito, de los privilegios y de los favores que dicha amistad podría depararle, sino porque siente que allí radica la pureza y la verdad.
Es un soldado de la patria con quien uno sabe que contará cuando haya que resistir el último bastión y atacar el primero y el último hasta la victoria definitiva.
11. Un guerrero, un luchador, un combatiente lúcido
Son los tallanes los hacedores de sus cerámicas golpeando con un ritmo acompasado en las vasijas de barro como si tocaran tambores o hicieran el amor.
He visto cómo las pulen con laboriosidad infinitas. Y luego graban signos en blanco en la superficie oscurecida porque los misterios son lo que más tienen claro, porque los enigmas son sus verdades más prístinas; y leer designios son sus conquistas cotidianas.
Y así como dibujaron con hendiduras claras sobre lo oscuro de las superficies, así como hicieron pirámides invertidas, y un mundo de gozo pero escondido en el fondo del alma, alumbrados el espíritu con inmensas botijas de chicha hacia lo que es el mundo del subsuelo que les permitiera trasponer el mundo de sombras, así ahora saben con firmeza que el estandarte de Vallejo es lo cierto.
Descifrar y restaurar el juramento y la promesa que se hicieron los defensores de la resistencia andina y quienes ocultaron los tesoros, saberes antiguos y los secretos del incario y al guardarlos sabían que con ello sepultaban un misterio. Y que quien nos hace jurar y prometer que en Capulí no le fallaremos nunca jamás al Perú estremecido.
Con Julio Yovera tenemos el encargo no solo de decodificarlo sino de hacerlo propuesta de lucha, resistencia heroica y sacrificio. Es más, de construirlo y hacerlo vigente. Esa es nuestra consigna.
En el intento lo arriesgaremos todo. Saludo en Julio al luchador, al combatiente lúcido y al guerrero. Yo lo abrazo y le digo: Salud, hermano, hasta la victoria final que el destino debe al Perú.
QUE EL DESTINO
LE DEBE AL PERÚ
Ya va a venir el día, ponte el alma…
la mañana, la mar, el meteoro, van
en pos de tu cansancio, con banderas…
Ya va a venir el día, ponte el sol.
César Vallejo
1. ¿Qué es ser un tallán?
Julio Yovera Bayona nació, se crió y se hizo atalaya en Katac Ccaos, como él suele escribir el nombre de la localidad cercana a la ciudad de Piura, capital del departamento del mismo nombre. El lar donde él nació fue en tiempos inmemoriales capital de la cultura Tallán.
Cuando se visita dicho lugar, pese a ir por la superficie de la tierra, se siente que se ingresa a una dimensión mágica, a un tiempo remoto y de prodigio, sintiendo la naturaleza exuberante bajo el aire translúcido, escuchando el hablar de la gente, observando los rostros de las personas esculpidas como efigies de un mundo subjetivo y onírico.
Katac Ccaos es lugar de orfebres, de urdidores de filigranas, de joyeros estupefactos, de pesadores de oro, plata y piedras preciosas; de tejedores de sombreros, fantaseadores de canastas, alfareros insignes, peleteros abstraídos; cuna de retratistas de iguanas, de sazonadores legendarios de comidas, de alquimistas consumando su arte y su ciencia en lograr bebidas espirituosas, el concentrado de cañazo y la chicha mellicera, milagreros en fin en todo, contertulios asombrosos del mundo insólito.
Atenido a tales antecedentes Julio Yovera es un tallán legítimo hasta en su manera de callar y más aún: en su no estar en un lugar. Y cuando está se lo contempla pleno de dignidad, fundamento y terneza. Tiene ese ancestro ensimismado en cuerpo y alma, fijo y a la vez errante, averiguador insaciable de todo, que lo hace un peregrino y explorador andante del universo y, en este caso, rastreador del fenómeno Vallejo hasta en los caminos físicos que él siguiera, sea en Santiago de Chuco, Trujillo, Lima o París.
Tallán deriva del quechua “thalana” que significa: “lugar donde se yace de pecho”. Esta imagen, muy vallejiana, es un anagrama y una clave secreta; y resume mucho de la visión del mundo contenida en esa cultura que yace encubierta y que, sin lugar a dudas, maestros como Julio Yovera ayudarán a develar.
El dios fundador de los tallanes es Mec Non, divinidad versátil, abierta como el horizonte, volátil, ave o pájaro, que “yace de pecho” con las alas desplegadas, no en dificultad sino inquiriendo hacia otra dimensión: de las esencias.
La capital de esa cultura de hombres aire y fuego fue la ciudadela de Ñari Walak, lugar nube donde vino al mundo Julio Yovera. De los tallanes se dice que nacieron de un huevo que abrió Mec Non y de donde surgieron dos hermanos. Quizá por eso Julio integra con henchida convicción, como la atestiguan las siguientes páginas, el grupo Capulí, Vallejo y su Tierra que tiene por lema: “Somos hermanos”.
2. Un dios que sopla en las arenas
Los tallanes descendieron de las estribaciones andinas y así agregaron a su visión vertical del mundo su noción horizontal de la vida, en función de la llanura y la lejanía, sumando su visión vasta, transparente y eterna a su índole de altura, de profundidad y abismo,
Trajo Mec Non como elemento cultural su anhelo de libertad, amplitud e infinito, porque es un Dios que explora, se aventura y expande. Es divinidad del horizonte. Por eso, en las noches en Katac Ccaos se encienden hogueras y se siente su presencia en las arenas que sopla. Y así como aman las gamas mudables del color verde, que es afición ineludible en la gente del ande, eligen por contraste los colores uniformes del arenal donde viven. Pero además distinguen bien –y en su pureza– en la sombra y en lo luminoso, espacio en la cual encuentran a Vallejo.
Julio Yovera, por eso, se siente muy identificado con su ancestro mítico, de dioses de viento y fuego, pero también con el autor de Trilce, hecho de piedra, risco y caída en enhiesta, órbita desde la cual los tallanes descendieron. Tiene por eso el temple arisco pero a la vez tierno y dulce. Y eso ya es estar identificado y comprometido con César Vallejo.
Es Julio Yovera en ésta y en otras vidas sacerdote y sumo consejero de su cultura, pero también lo reconozco ahora como el miliciano enterizo de España, aparta de mí este cáliz para la gran gesta de forjar aquí y ahora la esperanza que es el encargo que nos dejara César Vallejo que realicemos sus paisanos. En sus ancestros están los ritos antiguos y lo que avizoro en él, cual es que con su alma de poeta y maestro algún día, en estado de gracia, escriba ya no en arena o en las ondulaciones del viento, la Biblia de la cultura Tallán en los nuevos evangelios de la utopía social y, precisamente, el capítulo de “la mañana en que desayunemos todos”.
Si es que hay alguien indicado para escribirla y hacer que los tallanes se organicen en columnas de combatientes, es él. Mientras tanto en esta obra recorre los caminos de Vallejo quien es el gran guía, el gran capitán, el precursor de esta gesta y para encontrar el rastro de la utopía y volver a convertirla en hecho histórico como es la proeza que hace el autor de Trilce quien bajó a los abismos más tenebrosos a recuperar la palabra redentora con la cual exorcizar la muerte y dejarnos como heredad construir aquí la aurora.
3. A quiénes toca Vallejo
Siendo así, es natural que a un tallán le toque intensamente el mensaje y hasta el modo de modular la voz que tiene César Vallejo, así como las circunstancias en que se desenvuelven la vida y la obra del autor de Los poemas humanos, que tan profundamente han colmado a Julio Yovera y de lo cual es testimonio el presente libro.
Porque, César Vallejo a la gran mayoría sorprende, a muchos conmueve, pero a no pocos cambia la vida y trastoca su suerte. Para que esto último ocurra hay que tener fondo, profundidad y mundos en pugna, que es lo que ocurre con seres pertenecientes a las viejas y sabias culturas. Vallejo toca a los seres vastos, hondos y en ignición permanentes. Alcanza a quienes tienen humanidad acrisolada, quienes se han acercado a mirar muy de cerca el iris de los ojos de la vida y pese a que han estado al borde de todo les embarga una gran ilusión, quienes tienen confianza y fe en el destino del hombre y en su redención.
Vallejo conmueve, entusiasma, compromete. Es alguien que convence, convoca y urge, para lo cual se necesita ser auténtico, tener alma. Los cómodos no son tocados.
Toca a quienes tienen dulzura en el alma, y Julio la tiene; toca a quienes tienen mística, alma, espíritu, que es el caso de Julio Yovera; toca a quienes anhelan un mundo de justicia, y Julio lo anhela. Toca con su humanidad magnánima, con su sacrificio y su martirio, su cuestionamiento del sistema, su crítica a las trivialidades, su militancia a favor del hombre.
Toca a los que como opción política se han adscrito siempre a una visión social de los hechos; a quienes como Julio es intenso y comprometido su vínculo con sindicatos, federaciones de trabajadores y gremios; a quienes son desde el aliento hasta el tuétano socialistas, y Julio lo es.
4. Un libro y un corazón fervoroso
Vallejo crea, genera, y construye afectos profundos. Anima compromisos, fervores, quereres totales; cariños puros, como el que se constata en esta obra.
Porque el libro de Julio es una confesión de parte, una profesión de fe, la exaltación que produce Vallejo, a quien Julio aprecia por múltiples razones pero principalmente por su sinceridad y coherencia de principios.
Ahora, en el medio intelectual hay una literatura que busca los impactos fáciles, los sensacionalismos baratos y la sumisión a los medios de comunicación. Directa o indirectamente tratan de decirnos que lo importante es el éxito, ganar bien, obtener premios, ser apreciado en otros países. La calidad pareciera haberse reducido a márgenes de venta.
Eso no va con Vallejo. Él es el paradigma opuesto, y como tal verdadero. A él se adscriben los que piensan que la función de escribir es cara a los valores, a los ideales y a las tareas pendientes por cumplir con entusiasmo y pasión.
De otro lado, Vallejo se nos presenta hombre común y corriente, hombre pueblo, hombre masa. Podemos identificarlo con el hombre cetrino, humillado, golpeado, Por eso él se hace pobre, se hace santo. En tal sentido no se puede ser imparcial sino con una fe.
De allí que este sea un libro ferviente, de quien se siente atraído incondicionalmente por el ser que encarna ideales con emoción social, con compromiso humano; de aquel que no se desentiende de los problemas del mundo, que los hace suyos y se compromete con aquellos que hacen causa común tratando de resolverlos.
En tal sentido el libro de Julio es un devocionario, un misal, un libro de fe; es el libro fervoroso de quien es heredero de Vallejo, somos herederos de Vallejo, somos sus paisanos. Y este libro en parte es un cuaderno de bitácora y la exploración de un compromiso arduo y hondo por el Perú.
Dentro de esta perspectiva, no habría peruano a quien Vallejo no impacte y transforme, por pertenecer a una cultura densa y asombrosa como fue el incario, por tener la humanidad que tienen y porque Vallejo toca a lo que es ser en esencia peruano. Siendo así no habría peruano que no sea un vallejista, salvo los cínicos –que también los hay y no es raro que ellos funjan de intelectuales–. Ello plantea un compromiso por difundir su obra, de allí que es muy promisorio darlo a conocer como hace el presente trabajo.
5. Descubre a su tierra madre
Dicho fervor se afianza cuando Julio Yovera viaja en mayo del año 2006 a Santiago de Chuco, en el marco del Capulí 7, Vallejo y su Tierra. ¿Qué ocurre entonces? Sencillamente descubre el lugar de donde ha venido, el lugar que le pertenece, que es suyo. Descubre su matriz. Y eso ahonda su compromiso. Y por eso escribe testimonialmente este libro.
Allí se descubre a sí mismo, porque los tallanes descendieron del ande a poblar los llanos, sin dejar de pertenecer sino al contrario, habiendo establecido un lazo de oro e indestructible con su ancestro y la serranía. Descubre su ciudad, sus piedras, sus paredes, sus techumbres y a Santiago de Chuco como su tierra madre.
Es por eso que en este encuentro Julio no duerme, camina noche y día alucinado, poseso, deslumbrado. Y no se pierde nada, todo lo mira con ojos arrobados. Registra, anota, apunta. El amanecer nos encuentra despiertos, gozosos, renovados, jurando a la vida no fallarle un milímetro.
Yo lo veo recuerdo a él caminando bajo la sombra o en los retazos de la luz eléctrica despeinado al amanecer, con la camisa afuera, con los ojos fulgurantes y el gesto dulce en la comisura de los labios. Y me pregunto qué le pareceremos nosotros que regresamos y nos hacemos chiquillos en nuestra tierra. ¡Qué estará diciendo o pensando Julio!, nos decimos. Al leer su libro constatamos que cribaba sus cariños más puros. Que estaba amando.
Refleja lo que es Capulí, cómo coge y golpea. Es el libro de un hombre que porta un lapicero en la mano y la libreta de apuntes en un viaje y escribe apasionado.
Desde entonces Julio participa en Capulí con fervor creciente y nos llama sus hermanos. En honor a este hecho todo el colectivo Capulí ha adoptado como acuerdo unánime llamarnos así: hermanos.
Lo he visto y oído arengar en la Plaza de Armas de Santiago de Chuco con voz tronante de ídolo tallán. Como militante de Capulí ha hecho de Capulí su hogar, su cobija, su alero mayor. Para él es un puerto y un mástil desde donde mirar y domar el mar.
6. Santiago es fusión del ande y el sol
De allí que haya escrito lo que ningún santiaguino nativo nos atrevido, por humildad y modestia, a expresar. Dice y lo repite: “Bendito sea tu nombre Santiago de Chuco”. Y cita nuestro himno: “Tú brotaste Santiago de Chuco de la alianza del ande y del sol”.
¿Cómo es que recurre Julio a un verso evangélico, a la oración de la anunciación de la Virgen María para nombrar religiosamente a Santiago de Chuco? Por su fe, por su creencia y por su adhesión. Y si estos son los resultados de Capulí qué bueno entonces que lo hayamos instituido como un peregrinaje vital y esencialmente para conocer la vida y obra de César Vallejo pero también el mundo andino que es desde donde César Vallejo eleva su voz.
Vamos a los andes porque ese es el mundo de Vallejo. Vamos a Santiago de Chuco porque ese es su hábitat, el hábitat de su poesía, de quien amalgamó la visión andina, a una misión humanista y a una concepción cósmica.
Vallejo es mundo andino en todo, telúrico, humano, vital. No el ande como tema sino como alma, modo de ser, de sufrir, de sentir, de amar, de usar el lenguaje. Para saber lo que es eso tenemos que ver el perfil de las montañas inconmensurables.
El peruano más excelso no es que solo nació aquí, en el mundo andino, en la sierra del Perú, sino que amó entrañablemente esta región o este mundo, y se identificó con él y su destino. Y por eso vale conocerlo y apreciarlo.
Ante el fracaso descomunal en que se encuentra la civilización contemporánea, qué importante tener nosotros la reserva moral del mundo andino con el cual la sociedad actual ha de ser distinta y mejorar sustancialmente.
7. Creer en nuestra propia capacidad de luchar
Y es que la actitud con la cual asumimos a César Vallejo en “Capulí, Vallejo y su Tierra” se diferencia de quienes se aproximan a Vallejo para extasiarse, admirarlo y reverenciarlo. Nosotros somos inspirados y guiados por él para tratar de actuar y arreglar el mundo como él lo quiso y puso las bases para lograrlo nosotros.
Hay quienes recitan Masa y nosotros los felicitamos. Hay quienes lo dramatizan extraordinariamente. Nosotros actuamos con César Vallejo, tratamos de cumplir con la utopía andina que tal poema encarna cual es hacer una sociedad solidaria.
No predicamos una sola versión o interpretación de Vallejo, sino la multiplicidad de ellas, Y tratamos que cada quien encuentre su propio Vallejo personal, porque consideramos que el mayor y mejor homenaje que podremos hacerle es encontrándolo vivo en cada ser humano; redescubriéndolo nuevo, original y renovado en cada hombre y en cada mujer auténticos y cumpliendo sus anhelos e ideales.
El Vallejo que nosotros exaltamos es el Vallejo que no es principalmente un autor de poemas o textos, es nuestra propia capacidad de luchar, de actuar en bien del hombre, es un modo único de cada miembro que integra este movimiento, de indignarse, de apasionarse y de entusiasmo total en su quehacer, de las ganas que podemos poner en nuestros compromisos y creencias.
El Vallejo en el cual nosotros creemos es el que está en cada persona que vive y sufre y goza como él lo hizo pero que se consagra a la defensa de lo humano. Es un Vallejo actuante, vivo y en acción.
8. El Vallejo personal
La manera más fiel de ser con Vallejo es cumpliendo sus ideales. Más que estudiándolo a él, o haciéndole panegíricos, es haciendo que se cumpla sus anhelos, su mensaje y su utopía.
Ser los soldados de su causa y los militantes de su ideario. Ser los Servino Huanta, los Pedro Rojas, los Ramón Collar, los niños de España, aparta de mí este cáliz. Ser verdaderos peruanos, inmaculados, como igualmente lo fueron José Carlos Mariátegui, José María Arguedas, Javier Heraud.
Necesitamos el Vallejo vivo, amigo, militante, identificado con los pobres, como él lo estuvo siempre. Necesitamos, como él, ser generosos, inmáculos, íntegros. Honrar nuestra palabra, no importa que en ello perdamos la vida.
Vallejo es nuestra arma, nuestra lanza y nuestro escudo para hacer algo por el Perú. Si podemos hacer algo lo haremos con Vallejo al frente. Ese Vallejo que abandera, capitanea a los seres sin fronteras, que sigue librando batallas y ganándolas después de muerto.
¡Por eso vamos por los caminos que él recorriera, buscando el César Vallejo convertido en acción social, en gesta comunal y en pedagogía política. ¡Por eso nos consagramos a reencontrar los pasos que él siguiera!
9. Una cultura edificada en el viento
Y volvemos al principio. Julio Yovera, el autor de este libro, es un tallán y por serlo de manera inequívoca es un chamán; por la actitud natural, misteriosa y mística, quien deambula cotidiano y seguro sobre los misterios del ser; el que conoce los pasos de los dioses en las hojas de otoño cuando ellos pasaron por allí en primavera.
Los tallanes adoran al viento y a las aves y se complacen adivinando en la línea del horizonte del mar el infinito. Erigen mundos ensimismados en lo transparente del aire como sellos en el agua.
Por eso visten de trajes blancos o negros, para tener un punto riguroso de apoyo y referencia entre tanto enigma y tanta transparencia. Y lucen hondas ojeras no solo por darle un pedestal a la mirada, sino porque son vigilantes de los arcanos, adivinadores del gran sortilegio que es el universo.
Julio Yovera por eso no tiene edad, ni tiempo, ni empleo, ni oficina en este universo. O son de su competencia todas las edades, los tiempos, los empleos, las oficinas y todos los universos.
Y Kata Ccaos más que llanura está edificada en el viento, con edificios y construcciones en los vendavales, en las brisas y en el aliento. Erigidas están sus moradas con la materia de los sueños, en viajes astrales, en las transposiciones, iluminaciones. Son pórticos hacia el desierto y mundos soñados en el horizonte.
10. Con quien haya que dar el salto definitivo
De allí que la actitud, el gesto y la expectativa que pone en cada asunto. Observa, toca, olisquea el trazo y la huella que ha seguido un ave por el cielo como la mensajera de una consigna en la construcción del orden nuevo que es nuestra misión despertar, edificar sobre la base y bajo la estrella del mundo andino.
Ya percibió en el vaivén de las olas y en el mar agitado la huella del navío que antaño trazó su ruta por el camino oculto que tenemos que seguir para alcanzar el mundo que es el encargo de nuestros padres que rescatemos y otra vez refundemos aquí.
Es el descifrador de las entrañas del cuy, la llama, el guanaco puestos en el ara del sacrificio. Quien conoce la clave de la ruta a seguir; es guía y es tótem.
Quien mira en la noche y horada lo oscuro, desentraña misterios, voces ocultas, pasos perdidos; quien estará allí donde el sacrificio y el heroísmo nos convoquen, quien verá donde es más dolorosa la carga y allí pondrá su hombro y su temple para proteger al hermano. ¡Y defender lo más noble y sagrado de la vida que nos cabe defender!
Quien se identifica con una persona no porque ella goce del éxito, de los privilegios y de los favores que dicha amistad podría depararle, sino porque siente que allí radica la pureza y la verdad.
Es un soldado de la patria con quien uno sabe que contará cuando haya que resistir el último bastión y atacar el primero y el último hasta la victoria definitiva.
11. Un guerrero, un luchador, un combatiente lúcido
Son los tallanes los hacedores de sus cerámicas golpeando con un ritmo acompasado en las vasijas de barro como si tocaran tambores o hicieran el amor.
He visto cómo las pulen con laboriosidad infinitas. Y luego graban signos en blanco en la superficie oscurecida porque los misterios son lo que más tienen claro, porque los enigmas son sus verdades más prístinas; y leer designios son sus conquistas cotidianas.
Y así como dibujaron con hendiduras claras sobre lo oscuro de las superficies, así como hicieron pirámides invertidas, y un mundo de gozo pero escondido en el fondo del alma, alumbrados el espíritu con inmensas botijas de chicha hacia lo que es el mundo del subsuelo que les permitiera trasponer el mundo de sombras, así ahora saben con firmeza que el estandarte de Vallejo es lo cierto.
Descifrar y restaurar el juramento y la promesa que se hicieron los defensores de la resistencia andina y quienes ocultaron los tesoros, saberes antiguos y los secretos del incario y al guardarlos sabían que con ello sepultaban un misterio. Y que quien nos hace jurar y prometer que en Capulí no le fallaremos nunca jamás al Perú estremecido.
Con Julio Yovera tenemos el encargo no solo de decodificarlo sino de hacerlo propuesta de lucha, resistencia heroica y sacrificio. Es más, de construirlo y hacerlo vigente. Esa es nuestra consigna.
En el intento lo arriesgaremos todo. Saludo en Julio al luchador, al combatiente lúcido y al guerrero. Yo lo abrazo y le digo: Salud, hermano, hasta la victoria final que el destino debe al Perú.
Comentario: "La voz de un Tallán"/Por Miguel Varillas.
Testimonio es la aseveración de una cosa. Instrumento en que se da fe un hecho. Es una prueba o una comprobación de la verdad. Llevado al campo literario, es, pues, el documento literario en que se da fe de algo. Cuando Luis Alberto Sánchez escribió “Testimonio personal” (3 tomos, Lima, Talleres Gráficos P.L. Villanueva, 1969, 1375 pg.) decía que testimonio es un conjunto de imágenes, de juicios, de impresiones, de relatos, y retratos, tal como se presentan en el recuerdo del autor, sin otro orden que el vivencial, de su espontaneidad.
“Testimonio para Micaela”, del escritor y poeta cataquense JULIO YOVERA BALLONA, ganador del segundo puesto en los últimos Juegos Florales } convocados por el Instituto Departamental de Cultura de Piura en este año de 1992, en el campo de la poesía, editado por la Editora Magisterial (Lima, 1992, 46 pg.) con motivo de los 500 años del encuentro de dos mundos que el autor dice son: “500 años de agresión colonialista y de resistencia indígena y popular”. Dice que es la historia de cualquier comunidad americana, particularmente de su pueblo tallán Catacaos, donde nació, creció y a donde siempre retorna por necesidad vital y está dedicado este poemario “a los que en estos tiempos tercamente se ufanan en perseguir la aurora”.
Julio Yovera Ballona no es un poeta desconocido, pues, tiene una trayectoria intelectual y educativa, dada su formación pedagógica y cultural que está plasmada en obra editada, como el cuento “Los Héroes”, el ensayo “Mariátegui, el Partido y la Clase Obrera”, el poemario “Canciones de la Lluvia”, “Crónica y Canto”” y “Cenizo” (premiado por el INC) y otros trabajos de índole social y político, que enmarcan su figura dentro del movimiento literario nacional. No es, pues, un poeta más. Es un poeta de los primeros y más importantes, no sólo del ámbito piurano, sino nacional.
“Testimonio para Micaela”, es un canto al ancestro, lleno de auténtica piuranidad, que en palabras sencillas recogidas del habla popular y nativa convertidas en lenguaje poético, es poesía fresca, nueva, optimista, que da fe del pasado, nos cuenta el presente y nos augura, el porvenir. Es una vuelta al pasado para reencontrar el presente, y seguir la huella pasada hacia el futuro promisor y esperanzado, para conocimiento de las nuevas generaciones y actuales, que merece ser recogido y difundido, escrito en poesía con sabor a tierra, a río, a sol piuranos, con el olor de nuestros campos y vegetales y el cantar de los pájaros, que nos nutre el cuerpo y el alma.
ESTRUCTURA DEL POEMARIO
El poemario es un conjunto de quinientos ocho versos (508) libres, mayoritariamente de arte menor, divididos en treinta y tres poemas de fuerte ritmo interior, entre los que figuran canciones, endechas, elegías, etc., ricos en figuras retóricas dentro del habla sencilla en que está escrito, para dar la expresión los efectos e ideas que se persiguen con energía y elegancia en el lenguaje.
El poemario lo podemos dividir en varios canos, predominando el Canto al Ancestro, el Canto a los Aventureros Invasores, Canto al Gamonal Robador de Tierras, Canto a la Cultura del Maíz, Canto al Algarrobo, Canto al Río Piura, Canto al Sol y al Tiempo, Canto al Renacer y a la Esperanza, Canto a la Alegría, y Canto a la Alegría o a la Mujer Cataquense.
La palabra, las ideas, las imágenes, los símbolos, las figuras literarias, hacen del poemario un gran poema lírico, en que el autor exterioriza, fundamentalmente, el estado interior de su alma, sus impresiones, sus reflexiones y los afectos más íntimos de su corazón, eminentemente subjetivo, trasuntando sus efectos.Tiene una forma de alocución narrativa, enunciativa y testimonial, en que el exordio lo constituye el ancestro del pasado; el cuerpo lo forma la parte de la historia actual de la comunidad; y el desenlace es eminentemente optimista y esperanzador.
TESTIMONIO
Micaela es la mujer cataquenmse Micaela Yarlequé Poción, mujer de armas tomar, tallana pura, es un testimonio que termina siendo un testimonio del poeta del pueblo cataquense, de todo el Bajo Piura, de la comunidad, recordándole la historia alegre de sus ancestros y a la vez desgarradora de su pasado, como una antesala para un futuro optimista y promisor; es un reclamo a un compromiso a la lucha por una sociedad más justa, que viva y deje vivir en paz, demostrando así su preocupación por nuestra condición humana, con el cambio de una estructura caduca por otra superior y moderna; plantea la problemática de la existencia, angustiándose por el sentido de la vida pasada, presente y futura; es un testimonio en el que el poeta interpreta viva y eficazmente los sentimientos humanos de la comunidad cataquense, que la concatena con el pasado y con augurios para el porvenir...”
Publicado en la Revista Epoca, Piura, 1993.
“Testimonio para Micaela”, del escritor y poeta cataquense JULIO YOVERA BALLONA, ganador del segundo puesto en los últimos Juegos Florales } convocados por el Instituto Departamental de Cultura de Piura en este año de 1992, en el campo de la poesía, editado por la Editora Magisterial (Lima, 1992, 46 pg.) con motivo de los 500 años del encuentro de dos mundos que el autor dice son: “500 años de agresión colonialista y de resistencia indígena y popular”. Dice que es la historia de cualquier comunidad americana, particularmente de su pueblo tallán Catacaos, donde nació, creció y a donde siempre retorna por necesidad vital y está dedicado este poemario “a los que en estos tiempos tercamente se ufanan en perseguir la aurora”.
Julio Yovera Ballona no es un poeta desconocido, pues, tiene una trayectoria intelectual y educativa, dada su formación pedagógica y cultural que está plasmada en obra editada, como el cuento “Los Héroes”, el ensayo “Mariátegui, el Partido y la Clase Obrera”, el poemario “Canciones de la Lluvia”, “Crónica y Canto”” y “Cenizo” (premiado por el INC) y otros trabajos de índole social y político, que enmarcan su figura dentro del movimiento literario nacional. No es, pues, un poeta más. Es un poeta de los primeros y más importantes, no sólo del ámbito piurano, sino nacional.
“Testimonio para Micaela”, es un canto al ancestro, lleno de auténtica piuranidad, que en palabras sencillas recogidas del habla popular y nativa convertidas en lenguaje poético, es poesía fresca, nueva, optimista, que da fe del pasado, nos cuenta el presente y nos augura, el porvenir. Es una vuelta al pasado para reencontrar el presente, y seguir la huella pasada hacia el futuro promisor y esperanzado, para conocimiento de las nuevas generaciones y actuales, que merece ser recogido y difundido, escrito en poesía con sabor a tierra, a río, a sol piuranos, con el olor de nuestros campos y vegetales y el cantar de los pájaros, que nos nutre el cuerpo y el alma.
ESTRUCTURA DEL POEMARIO
El poemario es un conjunto de quinientos ocho versos (508) libres, mayoritariamente de arte menor, divididos en treinta y tres poemas de fuerte ritmo interior, entre los que figuran canciones, endechas, elegías, etc., ricos en figuras retóricas dentro del habla sencilla en que está escrito, para dar la expresión los efectos e ideas que se persiguen con energía y elegancia en el lenguaje.
El poemario lo podemos dividir en varios canos, predominando el Canto al Ancestro, el Canto a los Aventureros Invasores, Canto al Gamonal Robador de Tierras, Canto a la Cultura del Maíz, Canto al Algarrobo, Canto al Río Piura, Canto al Sol y al Tiempo, Canto al Renacer y a la Esperanza, Canto a la Alegría, y Canto a la Alegría o a la Mujer Cataquense.
La palabra, las ideas, las imágenes, los símbolos, las figuras literarias, hacen del poemario un gran poema lírico, en que el autor exterioriza, fundamentalmente, el estado interior de su alma, sus impresiones, sus reflexiones y los afectos más íntimos de su corazón, eminentemente subjetivo, trasuntando sus efectos.Tiene una forma de alocución narrativa, enunciativa y testimonial, en que el exordio lo constituye el ancestro del pasado; el cuerpo lo forma la parte de la historia actual de la comunidad; y el desenlace es eminentemente optimista y esperanzador.
TESTIMONIO
Micaela es la mujer cataquenmse Micaela Yarlequé Poción, mujer de armas tomar, tallana pura, es un testimonio que termina siendo un testimonio del poeta del pueblo cataquense, de todo el Bajo Piura, de la comunidad, recordándole la historia alegre de sus ancestros y a la vez desgarradora de su pasado, como una antesala para un futuro optimista y promisor; es un reclamo a un compromiso a la lucha por una sociedad más justa, que viva y deje vivir en paz, demostrando así su preocupación por nuestra condición humana, con el cambio de una estructura caduca por otra superior y moderna; plantea la problemática de la existencia, angustiándose por el sentido de la vida pasada, presente y futura; es un testimonio en el que el poeta interpreta viva y eficazmente los sentimientos humanos de la comunidad cataquense, que la concatena con el pasado y con augurios para el porvenir...”
Publicado en la Revista Epoca, Piura, 1993.
miércoles, 6 de agosto de 2008
Poesía: Homenaje a la piedra negra
César Vallejo,
te damos las gracias
por tu poesía,
árbol frondoso cuyo fruto
es la vida.
Agua
que calma a los sedientos
que transitan por los caminos
del planeta.
Luz
que alumbra
como antorcha
el corazón y la mente
de los hombres de todos los pueblos.
Te damos las gracias
por tu prosa,
vital como la cordillera andina,
solidaria como la pachamama,
lozana como la flor del capulí
Te damos las gracias
por el amor que le brindas
a los desheredados
de la tierra.
Te damos las gracias
porque amas
con dimensión de padre
a los niños del mundo.
Te damos las gracias
por tu vocación de peregrino incesante,
que reparte esperanza.
Te damos las gracias
porque les das fuerza
a los que sueñan
en una patria libre
y por eso
conviertes en pan
tu poesía.
Te damos las gracias
porque echando tus pasos
por las calles de París,
por los centros fabriles de Moscú,
por los campos de España
te haces militante
de la vida,
modelo de hombre nuevo,
Apóstol del día que vendrá.
Te damos las gracias
y te pedimos que perdones
nuestra osadía.
(Es que tú no naciste
un día que Dios
estuvo enfermo)
Tú naciste
un día que Dios
reflexionaba
sobre el destino
de su creación.
te damos las gracias
por tu poesía,
árbol frondoso cuyo fruto
es la vida.
Agua
que calma a los sedientos
que transitan por los caminos
del planeta.
Luz
que alumbra
como antorcha
el corazón y la mente
de los hombres de todos los pueblos.
Te damos las gracias
por tu prosa,
vital como la cordillera andina,
solidaria como la pachamama,
lozana como la flor del capulí
Te damos las gracias
por el amor que le brindas
a los desheredados
de la tierra.
Te damos las gracias
porque amas
con dimensión de padre
a los niños del mundo.
Te damos las gracias
por tu vocación de peregrino incesante,
que reparte esperanza.
Te damos las gracias
porque les das fuerza
a los que sueñan
en una patria libre
y por eso
conviertes en pan
tu poesía.
Te damos las gracias
porque echando tus pasos
por las calles de París,
por los centros fabriles de Moscú,
por los campos de España
te haces militante
de la vida,
modelo de hombre nuevo,
Apóstol del día que vendrá.
Te damos las gracias
y te pedimos que perdones
nuestra osadía.
(Es que tú no naciste
un día que Dios
estuvo enfermo)
Tú naciste
un día que Dios
reflexionaba
sobre el destino
de su creación.
Poesía: Homenaje a mi Madre
Madre, surges de pronto en mí
Como la luna asomándose
En la noche.
Mi trajinar no te ignora.
Apareces diáfana por los caminos
Que la vida me impone.
Y siento como si no nos hubiéramos
Movido nunca
de la chacra.
("Hay que apañar los tamarindos,
aporcar el maíz,
asegurar coloches...",
nos decías,
y nosotros obedecíamos
porque te sabíamos la única jefatura
de la casa)
Madre,
No me eres fugaz estrella errante.
No me eres ausente.
Menos un lejano recuerdo.
Y estoy agradecido
Porque sin que sepas leer ni escribir
Te hiciste mi primera maestra.
Flor del algodonero
Afincas en mi pecho...
(Aquí no yaces.
Vives en mí por siempre...)
Como la luna asomándose
En la noche.
Mi trajinar no te ignora.
Apareces diáfana por los caminos
Que la vida me impone.
Y siento como si no nos hubiéramos
Movido nunca
de la chacra.
("Hay que apañar los tamarindos,
aporcar el maíz,
asegurar coloches...",
nos decías,
y nosotros obedecíamos
porque te sabíamos la única jefatura
de la casa)
Madre,
No me eres fugaz estrella errante.
No me eres ausente.
Menos un lejano recuerdo.
Y estoy agradecido
Porque sin que sepas leer ni escribir
Te hiciste mi primera maestra.
Flor del algodonero
Afincas en mi pecho...
(Aquí no yaces.
Vives en mí por siempre...)
Poesía: La Abuela
La abuela
Gustaba beber chicha
Por darse ese gusto
Era capaz
De atravesar desiertos,
Con su alforja a cuestas,
En busca de una buena marca.
La abuela
Era una indígena de pies descalzos,
Solemne su mirar,
Duros sus gestos,
Pero capaz de echarse al baile marinera
Con una gracia peculiar.
La abuela
Era maciza como el zapotal,
Voz sonora de mar,
Porte de paja totoral.
Un día
La abuela tuvo
Un accidente lamentable
Y no pudo más caminar.
Su cuerpo inerte llegó
A ser parte de la casa.
Conciente de su fin,
Sin lloros ni lamentos,
Preparó con esmero
La gran marcha.
Ahora mora
En el vientre
De la madre tierra
Como ella lo quería.
Y aunque sé que su viaje
Ya no tiene retorno,
Quisiera verla
Reposando bajo las ramas
Verdes de aquel viejo algarrobo
De la infancia.
O caminando
Con su alforja a cuestas
En medio del desierto,
Como antaño.
Más es inútil
La abuela ya no está...
Gustaba beber chicha
Por darse ese gusto
Era capaz
De atravesar desiertos,
Con su alforja a cuestas,
En busca de una buena marca.
La abuela
Era una indígena de pies descalzos,
Solemne su mirar,
Duros sus gestos,
Pero capaz de echarse al baile marinera
Con una gracia peculiar.
La abuela
Era maciza como el zapotal,
Voz sonora de mar,
Porte de paja totoral.
Un día
La abuela tuvo
Un accidente lamentable
Y no pudo más caminar.
Su cuerpo inerte llegó
A ser parte de la casa.
Conciente de su fin,
Sin lloros ni lamentos,
Preparó con esmero
La gran marcha.
Ahora mora
En el vientre
De la madre tierra
Como ella lo quería.
Y aunque sé que su viaje
Ya no tiene retorno,
Quisiera verla
Reposando bajo las ramas
Verdes de aquel viejo algarrobo
De la infancia.
O caminando
Con su alforja a cuestas
En medio del desierto,
Como antaño.
Más es inútil
La abuela ya no está...
Poesía: Víctor Pablo Salvador
Homenaje
Víctor Pablo Salvador
Guitarra
Víctor Pablo Salvador
Poema
Víctor Pablo Salvador
Palabra
Víctor Pablo Salvador
Era una guitarra
De madera sencilla,
Cuerdas color de la mañana.
Víctor Pablo SalvadorGuitarra
Acompañaba el himno de los pueblos:
La canción del minero cantándole
A su sueño,
La canción del obrero cantándole
A su pena
La canción de las madres cantándole
A los hijos
La canción del estudiante
Cantándole a su libro
La canción del agrario cantándole
A la espiga.
Estas canciones tenían
Notas propias
Víctor Pablo Salvador
Guitarra
Víctor Pablo Salvador
Poema
Víctor Pablo Salvador
Palabra.
Víctor Pablo Salvador
Guitarra
Víctor Pablo Salvador
Guitarra y Pueblo
2
Víctor Pablo Salvador
Era un poema
Cabalgaba en metáforas
De fuego,
Anunciaba auroras libertarias,
Disparaba relámpagos
Certeros en sus versos.
Habitó bosques, chozas,
Caminó bajo la lluvia,
Se atrincheró en minas,
Plazuelas, mares y
Cantos generales.
Víctor Pablo Salvador
Guitarra
Víctor Pablo SalvadorPoema
Víctor Pablo Salvador
Palabra.
GuitarraVíctor Pablo Salvador
Poema y Pueblo.
3
Víctor Pablo Salvador
Era una palabra,
Un rayo de esperanza,
Un puño firme,
Inquebrantable amigo de los hombres,
Voz y mirada llamando a la mañana,
Pionero de verdades ocultadas,
Constructor de andamios populares.
Víctor Pablo Salvador
Guitarra
Víctor Pablo Salvador
Poema
Víctor Pablo Salvador
Palabra.
Víctor, Pablo Salvador
Palabra y Pueblo
4
Víctor Pablo Salvador
Guitarra
Víctor Pablo Salvador
Poema
Víctor Pablo Salvador
Palabra.
Víctor Pablo Salvador
Arengaba de forma permanente:
Camaradas, luchemos
Por el cobre que es nuestro
Y nos lo roban,
Por el día que es nuestro
Y nos lo ocultan,
Luchemos por la vida
Y por la espiga
¡Ganemos la batalla, camaradas!
Los lobos escuchaban,
Rabiaban, temblaban,
Afilaban sus garras.
5
Por todo,
Por guitarra,
Por poema,
Por palabra,
Víctor Pablo Salvador
Era un hombre
De cara frente al tiempo.
Soñaba
Viendo a niños
Caminar
Con una rosa roja
EntreLas manos.
6
Para los lobos
Era ya demasiado.
Salieron de sus cuevas cuartelarias,
Avanzaron.... avanzaron
Hacia Víctor Pablo Salvador
Y lo rodearon.
A Víctor Pablo Salvador
Le sacaron los ojos.
Le cercaron con tanques
Y metrallas.
Le abrieron heridas
En el cuerpo.
Le echaron granadas
Desde el aire.
A Víctor Pablo Salvador
Le cortaron las manos
Y la lengua.
A Víctor Pablo Salvador
Le trituraron sus sueños y su alma.
Extirparon su corazón.
Masacraron sus ansias.
8
Lobos y buitres
Creyendo muerto
A Víctor Pablo Salvador
Decretaron Silencio, oscuridad,
Asesinato al día
9
¿Calló la guitarra?
¿Callo la guitarra,
Víctor Pablo Salvador?
No.
Su música
Se escucha en todas partes
¿Murió el poema?¿
Murió el poema
Víctor Pablo Salvador?
No.
Vive en los bosques
Y habla
Vive en el mar
Y canta.
¿Murió la palabra?
¿Murió la palabra
Víctor Pablo Salvador?
No.
Se escucha.
Es un sol,
Una estrella
Que alumbra en campos
Y ciudades.
Entonces,
Víctor Pablo Salvador
No ha muerto.
Está de pie cantando,
Está de pie luchando,
Afirmando su fe,
Denunciando, condenando,
Combatiendo.
Epílogo
Víctor Pablo Salvador
Guitarra
Víctor Pablo Salvador
Poema
Víctor Pablo Salvador
Palabra
Víctor Pablo Salvador
Vive entre nosotros
Con nosotros.
Es sembrador de luz
En este continente.
Los lobos cuartelarios
No pudieron matarlo.
Víctor Pablo Salvador
Víctor Pablo Salvador
Hasta la victoria siempre
¡Hasta la victoria siempre
Víctor Pablo Salvador!
Piura, Perú, 1979.
Este poemario fue impreso a mimeógrafo en la ciudad de Piura (norte del Perú), en 1979. El autor solía leerlo entre los estudiantes, campesinos y maestros, por entonces en plena lucha contra la dictadura de Morales Bermúdez.
Víctor Pablo Salvador
Guitarra
Víctor Pablo Salvador
Poema
Víctor Pablo Salvador
Palabra
Víctor Pablo Salvador
Era una guitarra
De madera sencilla,
Cuerdas color de la mañana.
Víctor Pablo SalvadorGuitarra
Acompañaba el himno de los pueblos:
La canción del minero cantándole
A su sueño,
La canción del obrero cantándole
A su pena
La canción de las madres cantándole
A los hijos
La canción del estudiante
Cantándole a su libro
La canción del agrario cantándole
A la espiga.
Estas canciones tenían
Notas propias
Víctor Pablo Salvador
Guitarra
Víctor Pablo Salvador
Poema
Víctor Pablo Salvador
Palabra.
Víctor Pablo Salvador
Guitarra
Víctor Pablo Salvador
Guitarra y Pueblo
2
Víctor Pablo Salvador
Era un poema
Cabalgaba en metáforas
De fuego,
Anunciaba auroras libertarias,
Disparaba relámpagos
Certeros en sus versos.
Habitó bosques, chozas,
Caminó bajo la lluvia,
Se atrincheró en minas,
Plazuelas, mares y
Cantos generales.
Víctor Pablo Salvador
Guitarra
Víctor Pablo SalvadorPoema
Víctor Pablo Salvador
Palabra.
GuitarraVíctor Pablo Salvador
Poema y Pueblo.
3
Víctor Pablo Salvador
Era una palabra,
Un rayo de esperanza,
Un puño firme,
Inquebrantable amigo de los hombres,
Voz y mirada llamando a la mañana,
Pionero de verdades ocultadas,
Constructor de andamios populares.
Víctor Pablo Salvador
Guitarra
Víctor Pablo Salvador
Poema
Víctor Pablo Salvador
Palabra.
Víctor, Pablo Salvador
Palabra y Pueblo
4
Víctor Pablo Salvador
Guitarra
Víctor Pablo Salvador
Poema
Víctor Pablo Salvador
Palabra.
Víctor Pablo Salvador
Arengaba de forma permanente:
Camaradas, luchemos
Por el cobre que es nuestro
Y nos lo roban,
Por el día que es nuestro
Y nos lo ocultan,
Luchemos por la vida
Y por la espiga
¡Ganemos la batalla, camaradas!
Los lobos escuchaban,
Rabiaban, temblaban,
Afilaban sus garras.
5
Por todo,
Por guitarra,
Por poema,
Por palabra,
Víctor Pablo Salvador
Era un hombre
De cara frente al tiempo.
Soñaba
Viendo a niños
Caminar
Con una rosa roja
EntreLas manos.
6
Para los lobos
Era ya demasiado.
Salieron de sus cuevas cuartelarias,
Avanzaron.... avanzaron
Hacia Víctor Pablo Salvador
Y lo rodearon.
A Víctor Pablo Salvador
Le sacaron los ojos.
Le cercaron con tanques
Y metrallas.
Le abrieron heridas
En el cuerpo.
Le echaron granadas
Desde el aire.
A Víctor Pablo Salvador
Le cortaron las manos
Y la lengua.
A Víctor Pablo Salvador
Le trituraron sus sueños y su alma.
Extirparon su corazón.
Masacraron sus ansias.
8
Lobos y buitres
Creyendo muerto
A Víctor Pablo Salvador
Decretaron Silencio, oscuridad,
Asesinato al día
9
¿Calló la guitarra?
¿Callo la guitarra,
Víctor Pablo Salvador?
No.
Su música
Se escucha en todas partes
¿Murió el poema?¿
Murió el poema
Víctor Pablo Salvador?
No.
Vive en los bosques
Y habla
Vive en el mar
Y canta.
¿Murió la palabra?
¿Murió la palabra
Víctor Pablo Salvador?
No.
Se escucha.
Es un sol,
Una estrella
Que alumbra en campos
Y ciudades.
Entonces,
Víctor Pablo Salvador
No ha muerto.
Está de pie cantando,
Está de pie luchando,
Afirmando su fe,
Denunciando, condenando,
Combatiendo.
Epílogo
Víctor Pablo Salvador
Guitarra
Víctor Pablo Salvador
Poema
Víctor Pablo Salvador
Palabra
Víctor Pablo Salvador
Vive entre nosotros
Con nosotros.
Es sembrador de luz
En este continente.
Los lobos cuartelarios
No pudieron matarlo.
Víctor Pablo Salvador
Víctor Pablo Salvador
Hasta la victoria siempre
¡Hasta la victoria siempre
Víctor Pablo Salvador!
Piura, Perú, 1979.
Este poemario fue impreso a mimeógrafo en la ciudad de Piura (norte del Perú), en 1979. El autor solía leerlo entre los estudiantes, campesinos y maestros, por entonces en plena lucha contra la dictadura de Morales Bermúdez.
Poesía: Testimonio para Micaela
Poesía
Testimonio para Micaela
Julio Yovera B.
En el año 1992, apareció la primera edición de este poemario, decía entonces:
“Con motivo de los 500 años de agresión
colonialista y de resistencia indígena y
popular.
“Testimonio para Micaela” es la historia de
cualquier comunidad americana, particularizada,
en este caso, en mi pueblo
tallán
Katac ccaos
Donde nací, crecí y donde siempre
Retorno
Por necesidad vital.
Lima, enero del 2005.
A los que en estos tiempos
Tercamente se ufanan
En perseguir
La aurora.
1
Micaela, amanece. Los chilalos
Picotean la luna
Desde las ramas de los árboles.
El viento fresco
Se trepa por las quinchas
Llamando a la jornada.
Y el hombre, lento, se sacude del sueño
Para enfrentarse a la tierra
Y al trabajo.
2
Micaela, es bueno hurgar
El tiempo, así
Sabremos
Qué fuimos ayer,
Qué somos hoy,
Qué seremos mañana.
Mañana en los ojos de los niños
No habrán lágrimas,
Ni dolor
En los senos de las madres.
3
Micaela, por el mar llegó
El hombre
A estas tierras.
De las llanuras mayas
Se volcó
Al infinito.
Caminó errante,
Dispuesto a no morir,
Maldijo al desierto desnudo
Que el sol
Abrazaba.
Y cuando
Todo era
Mar de arena
Encontró
El llano.
Allí estaba el río.
Ahí afincó
Su vida
Y su esperanza.
4
Micaela, desde un inicio
Tierra y hombre
Fueron uno sólo.
Y en él el paisaje:
Algarrobos, zapotes,
Soñas, iguanas y chilalos.
Verde era el llano
Y azul el silbido
De los pájaros.
5
Micaela, el hombre dependió
De la tierra
Como el recién nacido
De la madre.
Sobrevivir
Fue el reto para todos.
Entonces,
Todos trabajaron.
El ocio de ningún árbol se mecía.
Cada quien era dueño del alba
Y de los árboles.
Con el tiempo
Devino el hombre
En experto agrario.
De día laboraba.
De noche amó a su hembra
Bajo un cielo estrellado.
6
Micaela, crearon sus dioses
A su imagen y semejanza.
Para atravesar
Mar y desierto
Alguien debió
Avanzar primero
Haciendo huella.
Por haber encontrado
Un oasis en ka arena muerta,
Crearon el mito
Del pájaro de alas maravillosas y
Del ojo agudo y poderoso
Capaz de avizorar la lejanía
incluso en la oscurana.
.
Fue así
Como erigieron templos
Para honrar
A Walak y Mec – non,
Nombres de los padres sagrados.
7
Walak, Mec – non,
Padres todopoderosos,
Que avizoraron el río Lengash
Desde la lejanía,
Que nos salvaron de morir
En el desierto.
Ustedes que pueden
Ver el corazón del hombre,
El alma de la luna,
Las pupilas del tiempo.
Padres nuestros, hagan que venga
El sol,
El agua,
Que brote
El maíz
Que es vida.
Así oraban, Micaela, nuestros antepasados:
Los tallanes.
8
Micaela, con la taklla
Diversificaron
Sus cultivos:
El catil para el tejido
Del anacu;
Se cosechó el maíz
Y con él se obtuvo
El mote y la maciza jora,
Se cosechó el morado,
Dulce como miel de abeja.
En suma:
Lo que hoy llamamos pan
Era para todas las bocas.
9
Atrás quedaron los tiempos
De las oscuras cuevas, Micaela.
Levantaron sus casas
De tabique,
De pájaro bobo,
Caña brava.
Rodeando las casas,
Los árboles cantaban.
10
Crecieron y su multiplicaron.
Los curacas impusieron normas,
Tu ancestro, Micaela, también
Formuló códigos:
Shimbi-alac
Se llamaba; destacó
Por su mando firme,
Por sus trenzas largas.
Enseñó al alfarero,
Con sus manos ágiles,
A dar forma a la arcilla; tinajas, ollas, cántaros
Para humanizar la vida
De los hombres.
11
Los nobles, Micaela,
Se hacían llamar
Hijos de Walak
Y Mec-non. Aún así
El sol salía para todos.
El día parecía perdurable.
12
Micaela, los invasores
Llegaron galopando
Sus vicios,
Sus odios,
Su hambre de riquezas.
Aventureros
Y ladrones
Era los invasores
Y para imponerse
No tenían razones
Sino espadas.
(En la Corte
se emitieron bandos
liberando a los reos perpetuos
a condición de venirse
a poblar estas tierras)
13
En Puerto Quemado
Supieron
Del Imperio,
De Atahualpa,
De Caxamarca,
Del Cusco.
La codicia
Se cobijó en sus almas
Soñaron que eran dueños
De mares de oro
Y plata.
14
Micaela, arremetieron
Con sus arcabuces,
Con sus lanzas,
Los invasores.
Se erigieron
Sobre sus caballos,
Gritaron histéricos:
“¿dónde está el oro,
donde?”.
Los invasores.
El sacerdotes, ministro de la fe
Y socio del negocio, exclamó:
“¡herejes, salvajes, paganos...!”
(¿dónde está el oro,
donde?)
15
Micaela, los tallanes
Resistieron,
Vertieron su sangre generosas.
Los curacas fueron decapitados.
Sus cabezas terminaron
Clavadas
En estacas.
“¡ Malditos los sanguinarios
extranjeros!” exclamó Walak.
Su ojo avizor derramó lágrimas.
16
Micaela, los invasores
Se propusieron capturar
A los dioses
Para enviarlos
A las arcas imperiales.
Walac, Mec – non
Emprendieron
El éxodo,
No a la sombra de la noche
Sino a plena luz del sol.
¿ A dónde fueron?
Se refugiaron
Donde la ambición
No pudiera encontrarlos
Y allí permanecen.
17
Los sacerdotes
Pagaron con su vida
O el destierro
El delito de ejercer
El noble oficio.
En la casa sagrada
Se instaló otro dios
¿dónde fuiste Walak
ojo del llano?
La luna salió a buscarlo
Y sólo encontró la noche.
Se estremeció la tierra.
Los chilalos lloraron.
18
Sangraron corazones tallanes,
aulló el viento
Como lobo herido.
Cerca estaban los días
Cuando eran libres,
Soberanos. El inka, el Cusco,
Amauta, Yakchahuasi sólo
Eran nombres difusos
Como estrellas distantes.
Ahora
Estaban los aventureros invasores
Exigiendo tributos, bienes, oro,
Tierras para un monarca
Que gritaba:
“¡ En mis dominios jamás se pone el sol”!
19
Macela, había cambiado
De aroma la mañana. Ya no fue más
Sólo el olor del choclo
Y del trabajo.
La atmósfera olía a pólvora,
A excremento de caballo.
Se desató una plaga
Que duró siglos,
Espinas sembraron en el llano,
Cadenas en el alma.
A pesar de todo,
Sobrevivimos, Micaela,
Y aquí estamos.
20
Nuestros muertos,
Micaela, no son muertos.
Nuestros muertos,
Micaela, son fogata viva.
Nuestros muertos,
Micaela, se anuncian
Con el viento, cantan con la lluvia,
Danzan en los bosques
De algarrobo.
Turicariama, Tangar-arac,
Cutivalú, Amotaxe, Lachira,
Marca-huillca, Poehios,
Los muertos cuyos nombres
No registra la historia
Son sangre del pueblo,
Hombres eternos.
A sus verdugos
Alguien los recuerda?
21
Micaela, el verano se viene
En oleadas. El viejo
Desparrama sus barbas
En los techos de paja. Dormitan
Los perros en un charco caliente
De sudor y de babas.
Se derriten las calles,
Se achicharran las sombras,
Se consumen los cántaros.
De pronto, el viento fresco. No. No
Es el mar. Es el viejo algarrobo que saluda
A los hombres agitando
Sus ramas.
22
Micaela, el sol no engaña,
Su corazón es una llamarada
Que ha cabalgado el tiempo.
El sol ha visto todo:
Al desierto sin el hombre,
Al verde del oasis,
A Walak riendo,
Al tallán fecundando la vida,
Al invasor imponiendo su fuerza,
Al gamonal robándose la tierra.
23
Micaela, los gamonales heredaron los vicios
De sus padres. Hicieron levantar muros
A nuestros abuelos a fin de proteger
Su casa hacienda. Ordenaron el sembrío
De almendros y palmeras
Para refrescar su medio ambiente.
Hasta sus perros tenían privilegios:
Dormitaban sobre el pasto verde
Bajo un sol inclemente.
En tanto, ardías rebeldes corazones tallanes
Con sed de auroras,
Con hambre de justicia.
24
Micaela, bajo el dominio del gamonal
Te consumías. Agachada,
Caminando a medio paso,
Ligerita, mutilando tu cintura,
Introduciendo tus dedos en la tierra
Húmeda. Haciendo el entresaque.
En el coloche, bajo la sombra de un algarrobo,
La lujuria del capataz te desnudaba.
25
Micaela, del maíz grano de vida,
Cocido bajo el fuego sagrado
De la leña seca,
De tu ardiente corazón,
Arteria de zapotal
Y macuchara,
Nació el zumo
Que llamamos chicha.
La bebió el hombre
Y sintió que era vida
Lo que consumía:
Vitalidad para su cuerpo,
Manjar para su alma.
Micaela, sólo tú
Sabías el secreto;
Pachucho, cocido
Y recocido en la tinaja,
Ventear con el humash,
Sacar en el gusah el destilado,
Cernir en la taquera,
Echar el líquido
En el freco cántaro
Que al fin desbordaba de pushara.
(Micaela, Shimbi-alac desde
siempre dicta códigos)
Cuando llegaron los ladrones
Y se declararon señores, amos poderosos,
Bebieron chicha
Y su impotencia
Fue curada.
(En las noches
sobre el joven cuerpo de una tallana
un chacal se agitaba).
26
Micaela, los algarrobos
Son gigantes bonachones
Que silban
Y danzan por las tardes
Alegrando a los churres.
Los algarrobos
Se consumen como bonzos asiáticos
Para dar fuego al hombre
Mostrando su alto sentido solidario.
Bajo el sol
Es sombra;
Paisaje y canción
Bajo la luna.
“Verdes mis algarrobos verdes,
verdes como la fe de la esperanza...”
27
Cuando llegaba el río,
Lento y sucio como viejo caminante,
Los algarrobos aplaudían, los sauces se inclinaban,
Las lagartijas correteaban,
Los churres cantaban.
Era una fiesta.
Venía el río.
Se abrirían los surcos.
Los temporales nuevamente
Darían camote y sarandaja.
Venía el río.
Habían bailes, risas,
Se libaba a cántaros.
El río embriagado de jora,
Avanzaba por los arenales,
Con los pies desnudos,
Con la faz cansada.
Se marchaba el río.
El mar lo aguardaba.
28
Micaela, el sol consumió
Todo. El sol y el tiempo.
¿Dónde están los títulos
de los nobles,
dónde sus vestimentas,
dónde sus baúles repletos de monedas?
¿Quién recuerda los nombres
de los capitanes
que trajeron la muerte?
Y más aún
¿quién recuerda
al verdugo que ahorcó e incendió
a nuestros abuelos?
El viento barrió sus nombres.
Micaela, el sol consumió
Todo. El sol y el tiempo.
¿Dónde están los gamonales,
donde la casa – hacienda,
donde las losetas venecianas,
la porcelana china,
las cortinas turquesas?
¿Dónde la licorera,
el wiski, los manjares,
el vino semi seco?
¿Dónde están las señoras
de los blancos ombligos,
donde sus joyas y sus sueños?
Aquí sólo hay polvo.
Aquí yacen las ruinas.
Sopla el viento....
29
Micaela, en otro tiempo
Fuimos golondrinos.
Los valles de Ica, de Huaral,
De Paramonga sabían nuestros pasos.
A apañar el oro blanco
Para sobrellevar la negra suerte.
30
Micaela, somos historia,
Alma y corazón comuneros. El
Sol nos hizo fuertes. El sol
Y el algarrobo.
Hemos sobrevivido a cinco siglos
De hurto, genocidio y látigo.
Hemos sobrevivido a dos diluvios.
Micaela, somos el tiempo.
La eternidad nos pertenece.
“Verdes mis algarrobos verdes,
verdes como la fe de la esperanza...”
31
Micaela, un día aparecerán
Nuestros muertos. Habrán
De sentarse sobre la tierra
A la vieja usanza, sacarán
del churuco las chaquiras
y bailarán la danza de la vida.
Las hembras agitarán su capús
Con alegría. Los hombres beberán
Jora en chicula y saciaran
su sed de siglos.
Será el renacer.
Reirán con nosotros
Turicariama, Tangar-arac,
Cutivalú, Amotaxe, Lachira,
Marca-huillca, Poechos. Y reirán
Y estarán con nosotros
Los más recientes. Los que murieron
Pero no murieron, los que cerraron
Sus ojos pero miran, los que callaron
Su voz pero nos hablan. Darío Juárez,
Nicolás David, Aurora, Félix, Leoncio,
Marco y tú Micaela Yarlequé Poción, mujer
De armas tomar, tallana pura, danzarás
Bajo la sombra de un macizo algarrobo
Para sellar la alianza del hombre comunero
Con la tierra.
“Verdes mis algarrobos verdes,
verdes como la fe de la esperanza...”
32
Micaela, las calles de nuestro pueblo
Están de fiesta. Los bardos cantan.
Somos cuatro esta tarde: tú, yo, Carlos
Y Augusto. Los churres juegan. Los viejos
Desgranan cada minuto del ayer vivido.
Micaela, la Plaza de Armas se viste de palomas,
Y en la Iglesia se agitan las campanas
Anunciando la resurrección
Del Cristo asesinado.
Todos se alegran,
Se fuga mi tristeza.
Micaela, nuestro es el tiempo.
La eternidad nos pertenece.
“Verdes mis algarrobos verdades,
verdes como la fe de la esperanza...”
33
Micaela, abuela, madre.
Micaela, esposa, hija,
Micaela, hermana, novia,
Micaela, amante,
Para ti he cantado.
Micaela, por ti mi corazón
Dejó de ser color de la ceniza.
Micaela, por ti se fue mi pena
Que era como un jumento viejo.
34
Micaela, te he visto desde churre,
Tejiendo, cocinando jora,
Atravesando potreros
Con tus pies desnudos,
Lavando en la madrugada
Bajo una luna triste.
Y sin embargo, Micaela,
Conservas tu hermosura
De sauce y jabonillo.
35
Toma junco fresco, Micaela,
Hazme un sombrero
Para seguir trajinando
En busca de la aurora
Sin que el sol
Me canse.
36
¿Quiénes nos llaman cholos,
indios, salvajes, resentidos,
sucios, ignorantes, Micaela?
Somos fogata desnudando a la noche.
Hemos sobrevivido a cinco siglos
De hurto, genocidio y látigo.
Hemos sobrevivido a dos diluvios.
Por nosotros se volvieron verdes
Estos campos.
Por nosotros la vida se hizo
Perdurable.
Que nos llamen como quieran, Micaela..
Somos eternos.
“Verdes mis algarrobos verdes,
verdes como la fe de la esperanza...”
Primera Edición:
Junio de 1992, Editora Magisterial, Servicios Gráficos, Lima, perú.
Testimonio para Micaela
Julio Yovera B.
En el año 1992, apareció la primera edición de este poemario, decía entonces:
“Con motivo de los 500 años de agresión
colonialista y de resistencia indígena y
popular.
“Testimonio para Micaela” es la historia de
cualquier comunidad americana, particularizada,
en este caso, en mi pueblo
tallán
Katac ccaos
Donde nací, crecí y donde siempre
Retorno
Por necesidad vital.
Lima, enero del 2005.
A los que en estos tiempos
Tercamente se ufanan
En perseguir
La aurora.
1
Micaela, amanece. Los chilalos
Picotean la luna
Desde las ramas de los árboles.
El viento fresco
Se trepa por las quinchas
Llamando a la jornada.
Y el hombre, lento, se sacude del sueño
Para enfrentarse a la tierra
Y al trabajo.
2
Micaela, es bueno hurgar
El tiempo, así
Sabremos
Qué fuimos ayer,
Qué somos hoy,
Qué seremos mañana.
Mañana en los ojos de los niños
No habrán lágrimas,
Ni dolor
En los senos de las madres.
3
Micaela, por el mar llegó
El hombre
A estas tierras.
De las llanuras mayas
Se volcó
Al infinito.
Caminó errante,
Dispuesto a no morir,
Maldijo al desierto desnudo
Que el sol
Abrazaba.
Y cuando
Todo era
Mar de arena
Encontró
El llano.
Allí estaba el río.
Ahí afincó
Su vida
Y su esperanza.
4
Micaela, desde un inicio
Tierra y hombre
Fueron uno sólo.
Y en él el paisaje:
Algarrobos, zapotes,
Soñas, iguanas y chilalos.
Verde era el llano
Y azul el silbido
De los pájaros.
5
Micaela, el hombre dependió
De la tierra
Como el recién nacido
De la madre.
Sobrevivir
Fue el reto para todos.
Entonces,
Todos trabajaron.
El ocio de ningún árbol se mecía.
Cada quien era dueño del alba
Y de los árboles.
Con el tiempo
Devino el hombre
En experto agrario.
De día laboraba.
De noche amó a su hembra
Bajo un cielo estrellado.
6
Micaela, crearon sus dioses
A su imagen y semejanza.
Para atravesar
Mar y desierto
Alguien debió
Avanzar primero
Haciendo huella.
Por haber encontrado
Un oasis en ka arena muerta,
Crearon el mito
Del pájaro de alas maravillosas y
Del ojo agudo y poderoso
Capaz de avizorar la lejanía
incluso en la oscurana.
.
Fue así
Como erigieron templos
Para honrar
A Walak y Mec – non,
Nombres de los padres sagrados.
7
Walak, Mec – non,
Padres todopoderosos,
Que avizoraron el río Lengash
Desde la lejanía,
Que nos salvaron de morir
En el desierto.
Ustedes que pueden
Ver el corazón del hombre,
El alma de la luna,
Las pupilas del tiempo.
Padres nuestros, hagan que venga
El sol,
El agua,
Que brote
El maíz
Que es vida.
Así oraban, Micaela, nuestros antepasados:
Los tallanes.
8
Micaela, con la taklla
Diversificaron
Sus cultivos:
El catil para el tejido
Del anacu;
Se cosechó el maíz
Y con él se obtuvo
El mote y la maciza jora,
Se cosechó el morado,
Dulce como miel de abeja.
En suma:
Lo que hoy llamamos pan
Era para todas las bocas.
9
Atrás quedaron los tiempos
De las oscuras cuevas, Micaela.
Levantaron sus casas
De tabique,
De pájaro bobo,
Caña brava.
Rodeando las casas,
Los árboles cantaban.
10
Crecieron y su multiplicaron.
Los curacas impusieron normas,
Tu ancestro, Micaela, también
Formuló códigos:
Shimbi-alac
Se llamaba; destacó
Por su mando firme,
Por sus trenzas largas.
Enseñó al alfarero,
Con sus manos ágiles,
A dar forma a la arcilla; tinajas, ollas, cántaros
Para humanizar la vida
De los hombres.
11
Los nobles, Micaela,
Se hacían llamar
Hijos de Walak
Y Mec-non. Aún así
El sol salía para todos.
El día parecía perdurable.
12
Micaela, los invasores
Llegaron galopando
Sus vicios,
Sus odios,
Su hambre de riquezas.
Aventureros
Y ladrones
Era los invasores
Y para imponerse
No tenían razones
Sino espadas.
(En la Corte
se emitieron bandos
liberando a los reos perpetuos
a condición de venirse
a poblar estas tierras)
13
En Puerto Quemado
Supieron
Del Imperio,
De Atahualpa,
De Caxamarca,
Del Cusco.
La codicia
Se cobijó en sus almas
Soñaron que eran dueños
De mares de oro
Y plata.
14
Micaela, arremetieron
Con sus arcabuces,
Con sus lanzas,
Los invasores.
Se erigieron
Sobre sus caballos,
Gritaron histéricos:
“¿dónde está el oro,
donde?”.
Los invasores.
El sacerdotes, ministro de la fe
Y socio del negocio, exclamó:
“¡herejes, salvajes, paganos...!”
(¿dónde está el oro,
donde?)
15
Micaela, los tallanes
Resistieron,
Vertieron su sangre generosas.
Los curacas fueron decapitados.
Sus cabezas terminaron
Clavadas
En estacas.
“¡ Malditos los sanguinarios
extranjeros!” exclamó Walak.
Su ojo avizor derramó lágrimas.
16
Micaela, los invasores
Se propusieron capturar
A los dioses
Para enviarlos
A las arcas imperiales.
Walac, Mec – non
Emprendieron
El éxodo,
No a la sombra de la noche
Sino a plena luz del sol.
¿ A dónde fueron?
Se refugiaron
Donde la ambición
No pudiera encontrarlos
Y allí permanecen.
17
Los sacerdotes
Pagaron con su vida
O el destierro
El delito de ejercer
El noble oficio.
En la casa sagrada
Se instaló otro dios
¿dónde fuiste Walak
ojo del llano?
La luna salió a buscarlo
Y sólo encontró la noche.
Se estremeció la tierra.
Los chilalos lloraron.
18
Sangraron corazones tallanes,
aulló el viento
Como lobo herido.
Cerca estaban los días
Cuando eran libres,
Soberanos. El inka, el Cusco,
Amauta, Yakchahuasi sólo
Eran nombres difusos
Como estrellas distantes.
Ahora
Estaban los aventureros invasores
Exigiendo tributos, bienes, oro,
Tierras para un monarca
Que gritaba:
“¡ En mis dominios jamás se pone el sol”!
19
Macela, había cambiado
De aroma la mañana. Ya no fue más
Sólo el olor del choclo
Y del trabajo.
La atmósfera olía a pólvora,
A excremento de caballo.
Se desató una plaga
Que duró siglos,
Espinas sembraron en el llano,
Cadenas en el alma.
A pesar de todo,
Sobrevivimos, Micaela,
Y aquí estamos.
20
Nuestros muertos,
Micaela, no son muertos.
Nuestros muertos,
Micaela, son fogata viva.
Nuestros muertos,
Micaela, se anuncian
Con el viento, cantan con la lluvia,
Danzan en los bosques
De algarrobo.
Turicariama, Tangar-arac,
Cutivalú, Amotaxe, Lachira,
Marca-huillca, Poehios,
Los muertos cuyos nombres
No registra la historia
Son sangre del pueblo,
Hombres eternos.
A sus verdugos
Alguien los recuerda?
21
Micaela, el verano se viene
En oleadas. El viejo
Desparrama sus barbas
En los techos de paja. Dormitan
Los perros en un charco caliente
De sudor y de babas.
Se derriten las calles,
Se achicharran las sombras,
Se consumen los cántaros.
De pronto, el viento fresco. No. No
Es el mar. Es el viejo algarrobo que saluda
A los hombres agitando
Sus ramas.
22
Micaela, el sol no engaña,
Su corazón es una llamarada
Que ha cabalgado el tiempo.
El sol ha visto todo:
Al desierto sin el hombre,
Al verde del oasis,
A Walak riendo,
Al tallán fecundando la vida,
Al invasor imponiendo su fuerza,
Al gamonal robándose la tierra.
23
Micaela, los gamonales heredaron los vicios
De sus padres. Hicieron levantar muros
A nuestros abuelos a fin de proteger
Su casa hacienda. Ordenaron el sembrío
De almendros y palmeras
Para refrescar su medio ambiente.
Hasta sus perros tenían privilegios:
Dormitaban sobre el pasto verde
Bajo un sol inclemente.
En tanto, ardías rebeldes corazones tallanes
Con sed de auroras,
Con hambre de justicia.
24
Micaela, bajo el dominio del gamonal
Te consumías. Agachada,
Caminando a medio paso,
Ligerita, mutilando tu cintura,
Introduciendo tus dedos en la tierra
Húmeda. Haciendo el entresaque.
En el coloche, bajo la sombra de un algarrobo,
La lujuria del capataz te desnudaba.
25
Micaela, del maíz grano de vida,
Cocido bajo el fuego sagrado
De la leña seca,
De tu ardiente corazón,
Arteria de zapotal
Y macuchara,
Nació el zumo
Que llamamos chicha.
La bebió el hombre
Y sintió que era vida
Lo que consumía:
Vitalidad para su cuerpo,
Manjar para su alma.
Micaela, sólo tú
Sabías el secreto;
Pachucho, cocido
Y recocido en la tinaja,
Ventear con el humash,
Sacar en el gusah el destilado,
Cernir en la taquera,
Echar el líquido
En el freco cántaro
Que al fin desbordaba de pushara.
(Micaela, Shimbi-alac desde
siempre dicta códigos)
Cuando llegaron los ladrones
Y se declararon señores, amos poderosos,
Bebieron chicha
Y su impotencia
Fue curada.
(En las noches
sobre el joven cuerpo de una tallana
un chacal se agitaba).
26
Micaela, los algarrobos
Son gigantes bonachones
Que silban
Y danzan por las tardes
Alegrando a los churres.
Los algarrobos
Se consumen como bonzos asiáticos
Para dar fuego al hombre
Mostrando su alto sentido solidario.
Bajo el sol
Es sombra;
Paisaje y canción
Bajo la luna.
“Verdes mis algarrobos verdes,
verdes como la fe de la esperanza...”
27
Cuando llegaba el río,
Lento y sucio como viejo caminante,
Los algarrobos aplaudían, los sauces se inclinaban,
Las lagartijas correteaban,
Los churres cantaban.
Era una fiesta.
Venía el río.
Se abrirían los surcos.
Los temporales nuevamente
Darían camote y sarandaja.
Venía el río.
Habían bailes, risas,
Se libaba a cántaros.
El río embriagado de jora,
Avanzaba por los arenales,
Con los pies desnudos,
Con la faz cansada.
Se marchaba el río.
El mar lo aguardaba.
28
Micaela, el sol consumió
Todo. El sol y el tiempo.
¿Dónde están los títulos
de los nobles,
dónde sus vestimentas,
dónde sus baúles repletos de monedas?
¿Quién recuerda los nombres
de los capitanes
que trajeron la muerte?
Y más aún
¿quién recuerda
al verdugo que ahorcó e incendió
a nuestros abuelos?
El viento barrió sus nombres.
Micaela, el sol consumió
Todo. El sol y el tiempo.
¿Dónde están los gamonales,
donde la casa – hacienda,
donde las losetas venecianas,
la porcelana china,
las cortinas turquesas?
¿Dónde la licorera,
el wiski, los manjares,
el vino semi seco?
¿Dónde están las señoras
de los blancos ombligos,
donde sus joyas y sus sueños?
Aquí sólo hay polvo.
Aquí yacen las ruinas.
Sopla el viento....
29
Micaela, en otro tiempo
Fuimos golondrinos.
Los valles de Ica, de Huaral,
De Paramonga sabían nuestros pasos.
A apañar el oro blanco
Para sobrellevar la negra suerte.
30
Micaela, somos historia,
Alma y corazón comuneros. El
Sol nos hizo fuertes. El sol
Y el algarrobo.
Hemos sobrevivido a cinco siglos
De hurto, genocidio y látigo.
Hemos sobrevivido a dos diluvios.
Micaela, somos el tiempo.
La eternidad nos pertenece.
“Verdes mis algarrobos verdes,
verdes como la fe de la esperanza...”
31
Micaela, un día aparecerán
Nuestros muertos. Habrán
De sentarse sobre la tierra
A la vieja usanza, sacarán
del churuco las chaquiras
y bailarán la danza de la vida.
Las hembras agitarán su capús
Con alegría. Los hombres beberán
Jora en chicula y saciaran
su sed de siglos.
Será el renacer.
Reirán con nosotros
Turicariama, Tangar-arac,
Cutivalú, Amotaxe, Lachira,
Marca-huillca, Poechos. Y reirán
Y estarán con nosotros
Los más recientes. Los que murieron
Pero no murieron, los que cerraron
Sus ojos pero miran, los que callaron
Su voz pero nos hablan. Darío Juárez,
Nicolás David, Aurora, Félix, Leoncio,
Marco y tú Micaela Yarlequé Poción, mujer
De armas tomar, tallana pura, danzarás
Bajo la sombra de un macizo algarrobo
Para sellar la alianza del hombre comunero
Con la tierra.
“Verdes mis algarrobos verdes,
verdes como la fe de la esperanza...”
32
Micaela, las calles de nuestro pueblo
Están de fiesta. Los bardos cantan.
Somos cuatro esta tarde: tú, yo, Carlos
Y Augusto. Los churres juegan. Los viejos
Desgranan cada minuto del ayer vivido.
Micaela, la Plaza de Armas se viste de palomas,
Y en la Iglesia se agitan las campanas
Anunciando la resurrección
Del Cristo asesinado.
Todos se alegran,
Se fuga mi tristeza.
Micaela, nuestro es el tiempo.
La eternidad nos pertenece.
“Verdes mis algarrobos verdades,
verdes como la fe de la esperanza...”
33
Micaela, abuela, madre.
Micaela, esposa, hija,
Micaela, hermana, novia,
Micaela, amante,
Para ti he cantado.
Micaela, por ti mi corazón
Dejó de ser color de la ceniza.
Micaela, por ti se fue mi pena
Que era como un jumento viejo.
34
Micaela, te he visto desde churre,
Tejiendo, cocinando jora,
Atravesando potreros
Con tus pies desnudos,
Lavando en la madrugada
Bajo una luna triste.
Y sin embargo, Micaela,
Conservas tu hermosura
De sauce y jabonillo.
35
Toma junco fresco, Micaela,
Hazme un sombrero
Para seguir trajinando
En busca de la aurora
Sin que el sol
Me canse.
36
¿Quiénes nos llaman cholos,
indios, salvajes, resentidos,
sucios, ignorantes, Micaela?
Somos fogata desnudando a la noche.
Hemos sobrevivido a cinco siglos
De hurto, genocidio y látigo.
Hemos sobrevivido a dos diluvios.
Por nosotros se volvieron verdes
Estos campos.
Por nosotros la vida se hizo
Perdurable.
Que nos llamen como quieran, Micaela..
Somos eternos.
“Verdes mis algarrobos verdes,
verdes como la fe de la esperanza...”
Primera Edición:
Junio de 1992, Editora Magisterial, Servicios Gráficos, Lima, perú.
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Somos los chilalos, nietos de Mec non, hijos del algarrobo y de la arcilla, hermanos de Cutivalú, el rebelde que se enfrentó a los españoles en las primeras noches del colonialismo. Somos los comuneros alados de Catacaos, capital de los tallanes.
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De tallanes y algarrobos
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Datos personales
- Julio Yovera Ballona
- Nació en Ccatacaos, distrito del departamento de Piura que en el periodo prehispánico fue capital de la cultura Tallán. Estudió Licenciatura y Maestría en Educación en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es autor de: Pedagogía Popular en la Escuela; Horacio, Maestro y Líder; Testimonio para Micaela (poesía), Canciones de la Lluvia (poesía), Víctor Pablo Salvador (poesía); Educación en Valores (varios autores); Julio C.Tello, maestro (varios autores); Detrás de la Crisis de la Educación (debate). Ejerce la docencia universitaria.