HASTA LA VICTORIA
QUE EL DESTINO
LE DEBE AL PERÚ
Ya va a venir el día, ponte el alma…
la mañana, la mar, el meteoro, van
en pos de tu cansancio, con banderas…
Ya va a venir el día, ponte el sol.
César Vallejo
1. ¿Qué es ser un tallán?
Julio Yovera Bayona nació, se crió y se hizo atalaya en Katac Ccaos, como él suele escribir el nombre de la localidad cercana a la ciudad de Piura, capital del departamento del mismo nombre. El lar donde él nació fue en tiempos inmemoriales capital de la cultura Tallán.
Cuando se visita dicho lugar, pese a ir por la superficie de la tierra, se siente que se ingresa a una dimensión mágica, a un tiempo remoto y de prodigio, sintiendo la naturaleza exuberante bajo el aire translúcido, escuchando el hablar de la gente, observando los rostros de las personas esculpidas como efigies de un mundo subjetivo y onírico.
Katac Ccaos es lugar de orfebres, de urdidores de filigranas, de joyeros estupefactos, de pesadores de oro, plata y piedras preciosas; de tejedores de sombreros, fantaseadores de canastas, alfareros insignes, peleteros abstraídos; cuna de retratistas de iguanas, de sazonadores legendarios de comidas, de alquimistas consumando su arte y su ciencia en lograr bebidas espirituosas, el concentrado de cañazo y la chicha mellicera, milagreros en fin en todo, contertulios asombrosos del mundo insólito.
Atenido a tales antecedentes Julio Yovera es un tallán legítimo hasta en su manera de callar y más aún: en su no estar en un lugar. Y cuando está se lo contempla pleno de dignidad, fundamento y terneza. Tiene ese ancestro ensimismado en cuerpo y alma, fijo y a la vez errante, averiguador insaciable de todo, que lo hace un peregrino y explorador andante del universo y, en este caso, rastreador del fenómeno Vallejo hasta en los caminos físicos que él siguiera, sea en Santiago de Chuco, Trujillo, Lima o París.
Tallán deriva del quechua “thalana” que significa: “lugar donde se yace de pecho”. Esta imagen, muy vallejiana, es un anagrama y una clave secreta; y resume mucho de la visión del mundo contenida en esa cultura que yace encubierta y que, sin lugar a dudas, maestros como Julio Yovera ayudarán a develar.
El dios fundador de los tallanes es Mec Non, divinidad versátil, abierta como el horizonte, volátil, ave o pájaro, que “yace de pecho” con las alas desplegadas, no en dificultad sino inquiriendo hacia otra dimensión: de las esencias.
La capital de esa cultura de hombres aire y fuego fue la ciudadela de Ñari Walak, lugar nube donde vino al mundo Julio Yovera. De los tallanes se dice que nacieron de un huevo que abrió Mec Non y de donde surgieron dos hermanos. Quizá por eso Julio integra con henchida convicción, como la atestiguan las siguientes páginas, el grupo Capulí, Vallejo y su Tierra que tiene por lema: “Somos hermanos”.
2. Un dios que sopla en las arenas
Los tallanes descendieron de las estribaciones andinas y así agregaron a su visión vertical del mundo su noción horizontal de la vida, en función de la llanura y la lejanía, sumando su visión vasta, transparente y eterna a su índole de altura, de profundidad y abismo,
Trajo Mec Non como elemento cultural su anhelo de libertad, amplitud e infinito, porque es un Dios que explora, se aventura y expande. Es divinidad del horizonte. Por eso, en las noches en Katac Ccaos se encienden hogueras y se siente su presencia en las arenas que sopla. Y así como aman las gamas mudables del color verde, que es afición ineludible en la gente del ande, eligen por contraste los colores uniformes del arenal donde viven. Pero además distinguen bien –y en su pureza– en la sombra y en lo luminoso, espacio en la cual encuentran a Vallejo.
Julio Yovera, por eso, se siente muy identificado con su ancestro mítico, de dioses de viento y fuego, pero también con el autor de Trilce, hecho de piedra, risco y caída en enhiesta, órbita desde la cual los tallanes descendieron. Tiene por eso el temple arisco pero a la vez tierno y dulce. Y eso ya es estar identificado y comprometido con César Vallejo.
Es Julio Yovera en ésta y en otras vidas sacerdote y sumo consejero de su cultura, pero también lo reconozco ahora como el miliciano enterizo de España, aparta de mí este cáliz para la gran gesta de forjar aquí y ahora la esperanza que es el encargo que nos dejara César Vallejo que realicemos sus paisanos. En sus ancestros están los ritos antiguos y lo que avizoro en él, cual es que con su alma de poeta y maestro algún día, en estado de gracia, escriba ya no en arena o en las ondulaciones del viento, la Biblia de la cultura Tallán en los nuevos evangelios de la utopía social y, precisamente, el capítulo de “la mañana en que desayunemos todos”.
Si es que hay alguien indicado para escribirla y hacer que los tallanes se organicen en columnas de combatientes, es él. Mientras tanto en esta obra recorre los caminos de Vallejo quien es el gran guía, el gran capitán, el precursor de esta gesta y para encontrar el rastro de la utopía y volver a convertirla en hecho histórico como es la proeza que hace el autor de Trilce quien bajó a los abismos más tenebrosos a recuperar la palabra redentora con la cual exorcizar la muerte y dejarnos como heredad construir aquí la aurora.
3. A quiénes toca Vallejo
Siendo así, es natural que a un tallán le toque intensamente el mensaje y hasta el modo de modular la voz que tiene César Vallejo, así como las circunstancias en que se desenvuelven la vida y la obra del autor de Los poemas humanos, que tan profundamente han colmado a Julio Yovera y de lo cual es testimonio el presente libro.
Porque, César Vallejo a la gran mayoría sorprende, a muchos conmueve, pero a no pocos cambia la vida y trastoca su suerte. Para que esto último ocurra hay que tener fondo, profundidad y mundos en pugna, que es lo que ocurre con seres pertenecientes a las viejas y sabias culturas. Vallejo toca a los seres vastos, hondos y en ignición permanentes. Alcanza a quienes tienen humanidad acrisolada, quienes se han acercado a mirar muy de cerca el iris de los ojos de la vida y pese a que han estado al borde de todo les embarga una gran ilusión, quienes tienen confianza y fe en el destino del hombre y en su redención.
Vallejo conmueve, entusiasma, compromete. Es alguien que convence, convoca y urge, para lo cual se necesita ser auténtico, tener alma. Los cómodos no son tocados.
Toca a quienes tienen dulzura en el alma, y Julio la tiene; toca a quienes tienen mística, alma, espíritu, que es el caso de Julio Yovera; toca a quienes anhelan un mundo de justicia, y Julio lo anhela. Toca con su humanidad magnánima, con su sacrificio y su martirio, su cuestionamiento del sistema, su crítica a las trivialidades, su militancia a favor del hombre.
Toca a los que como opción política se han adscrito siempre a una visión social de los hechos; a quienes como Julio es intenso y comprometido su vínculo con sindicatos, federaciones de trabajadores y gremios; a quienes son desde el aliento hasta el tuétano socialistas, y Julio lo es.
4. Un libro y un corazón fervoroso
Vallejo crea, genera, y construye afectos profundos. Anima compromisos, fervores, quereres totales; cariños puros, como el que se constata en esta obra.
Porque el libro de Julio es una confesión de parte, una profesión de fe, la exaltación que produce Vallejo, a quien Julio aprecia por múltiples razones pero principalmente por su sinceridad y coherencia de principios.
Ahora, en el medio intelectual hay una literatura que busca los impactos fáciles, los sensacionalismos baratos y la sumisión a los medios de comunicación. Directa o indirectamente tratan de decirnos que lo importante es el éxito, ganar bien, obtener premios, ser apreciado en otros países. La calidad pareciera haberse reducido a márgenes de venta.
Eso no va con Vallejo. Él es el paradigma opuesto, y como tal verdadero. A él se adscriben los que piensan que la función de escribir es cara a los valores, a los ideales y a las tareas pendientes por cumplir con entusiasmo y pasión.
De otro lado, Vallejo se nos presenta hombre común y corriente, hombre pueblo, hombre masa. Podemos identificarlo con el hombre cetrino, humillado, golpeado, Por eso él se hace pobre, se hace santo. En tal sentido no se puede ser imparcial sino con una fe.
De allí que este sea un libro ferviente, de quien se siente atraído incondicionalmente por el ser que encarna ideales con emoción social, con compromiso humano; de aquel que no se desentiende de los problemas del mundo, que los hace suyos y se compromete con aquellos que hacen causa común tratando de resolverlos.
En tal sentido el libro de Julio es un devocionario, un misal, un libro de fe; es el libro fervoroso de quien es heredero de Vallejo, somos herederos de Vallejo, somos sus paisanos. Y este libro en parte es un cuaderno de bitácora y la exploración de un compromiso arduo y hondo por el Perú.
Dentro de esta perspectiva, no habría peruano a quien Vallejo no impacte y transforme, por pertenecer a una cultura densa y asombrosa como fue el incario, por tener la humanidad que tienen y porque Vallejo toca a lo que es ser en esencia peruano. Siendo así no habría peruano que no sea un vallejista, salvo los cínicos –que también los hay y no es raro que ellos funjan de intelectuales–. Ello plantea un compromiso por difundir su obra, de allí que es muy promisorio darlo a conocer como hace el presente trabajo.
5. Descubre a su tierra madre
Dicho fervor se afianza cuando Julio Yovera viaja en mayo del año 2006 a Santiago de Chuco, en el marco del Capulí 7, Vallejo y su Tierra. ¿Qué ocurre entonces? Sencillamente descubre el lugar de donde ha venido, el lugar que le pertenece, que es suyo. Descubre su matriz. Y eso ahonda su compromiso. Y por eso escribe testimonialmente este libro.
Allí se descubre a sí mismo, porque los tallanes descendieron del ande a poblar los llanos, sin dejar de pertenecer sino al contrario, habiendo establecido un lazo de oro e indestructible con su ancestro y la serranía. Descubre su ciudad, sus piedras, sus paredes, sus techumbres y a Santiago de Chuco como su tierra madre.
Es por eso que en este encuentro Julio no duerme, camina noche y día alucinado, poseso, deslumbrado. Y no se pierde nada, todo lo mira con ojos arrobados. Registra, anota, apunta. El amanecer nos encuentra despiertos, gozosos, renovados, jurando a la vida no fallarle un milímetro.
Yo lo veo recuerdo a él caminando bajo la sombra o en los retazos de la luz eléctrica despeinado al amanecer, con la camisa afuera, con los ojos fulgurantes y el gesto dulce en la comisura de los labios. Y me pregunto qué le pareceremos nosotros que regresamos y nos hacemos chiquillos en nuestra tierra. ¡Qué estará diciendo o pensando Julio!, nos decimos. Al leer su libro constatamos que cribaba sus cariños más puros. Que estaba amando.
Refleja lo que es Capulí, cómo coge y golpea. Es el libro de un hombre que porta un lapicero en la mano y la libreta de apuntes en un viaje y escribe apasionado.
Desde entonces Julio participa en Capulí con fervor creciente y nos llama sus hermanos. En honor a este hecho todo el colectivo Capulí ha adoptado como acuerdo unánime llamarnos así: hermanos.
Lo he visto y oído arengar en la Plaza de Armas de Santiago de Chuco con voz tronante de ídolo tallán. Como militante de Capulí ha hecho de Capulí su hogar, su cobija, su alero mayor. Para él es un puerto y un mástil desde donde mirar y domar el mar.
6. Santiago es fusión del ande y el sol
De allí que haya escrito lo que ningún santiaguino nativo nos atrevido, por humildad y modestia, a expresar. Dice y lo repite: “Bendito sea tu nombre Santiago de Chuco”. Y cita nuestro himno: “Tú brotaste Santiago de Chuco de la alianza del ande y del sol”.
¿Cómo es que recurre Julio a un verso evangélico, a la oración de la anunciación de la Virgen María para nombrar religiosamente a Santiago de Chuco? Por su fe, por su creencia y por su adhesión. Y si estos son los resultados de Capulí qué bueno entonces que lo hayamos instituido como un peregrinaje vital y esencialmente para conocer la vida y obra de César Vallejo pero también el mundo andino que es desde donde César Vallejo eleva su voz.
Vamos a los andes porque ese es el mundo de Vallejo. Vamos a Santiago de Chuco porque ese es su hábitat, el hábitat de su poesía, de quien amalgamó la visión andina, a una misión humanista y a una concepción cósmica.
Vallejo es mundo andino en todo, telúrico, humano, vital. No el ande como tema sino como alma, modo de ser, de sufrir, de sentir, de amar, de usar el lenguaje. Para saber lo que es eso tenemos que ver el perfil de las montañas inconmensurables.
El peruano más excelso no es que solo nació aquí, en el mundo andino, en la sierra del Perú, sino que amó entrañablemente esta región o este mundo, y se identificó con él y su destino. Y por eso vale conocerlo y apreciarlo.
Ante el fracaso descomunal en que se encuentra la civilización contemporánea, qué importante tener nosotros la reserva moral del mundo andino con el cual la sociedad actual ha de ser distinta y mejorar sustancialmente.
7. Creer en nuestra propia capacidad de luchar
Y es que la actitud con la cual asumimos a César Vallejo en “Capulí, Vallejo y su Tierra” se diferencia de quienes se aproximan a Vallejo para extasiarse, admirarlo y reverenciarlo. Nosotros somos inspirados y guiados por él para tratar de actuar y arreglar el mundo como él lo quiso y puso las bases para lograrlo nosotros.
Hay quienes recitan Masa y nosotros los felicitamos. Hay quienes lo dramatizan extraordinariamente. Nosotros actuamos con César Vallejo, tratamos de cumplir con la utopía andina que tal poema encarna cual es hacer una sociedad solidaria.
No predicamos una sola versión o interpretación de Vallejo, sino la multiplicidad de ellas, Y tratamos que cada quien encuentre su propio Vallejo personal, porque consideramos que el mayor y mejor homenaje que podremos hacerle es encontrándolo vivo en cada ser humano; redescubriéndolo nuevo, original y renovado en cada hombre y en cada mujer auténticos y cumpliendo sus anhelos e ideales.
El Vallejo que nosotros exaltamos es el Vallejo que no es principalmente un autor de poemas o textos, es nuestra propia capacidad de luchar, de actuar en bien del hombre, es un modo único de cada miembro que integra este movimiento, de indignarse, de apasionarse y de entusiasmo total en su quehacer, de las ganas que podemos poner en nuestros compromisos y creencias.
El Vallejo en el cual nosotros creemos es el que está en cada persona que vive y sufre y goza como él lo hizo pero que se consagra a la defensa de lo humano. Es un Vallejo actuante, vivo y en acción.
8. El Vallejo personal
La manera más fiel de ser con Vallejo es cumpliendo sus ideales. Más que estudiándolo a él, o haciéndole panegíricos, es haciendo que se cumpla sus anhelos, su mensaje y su utopía.
Ser los soldados de su causa y los militantes de su ideario. Ser los Servino Huanta, los Pedro Rojas, los Ramón Collar, los niños de España, aparta de mí este cáliz. Ser verdaderos peruanos, inmaculados, como igualmente lo fueron José Carlos Mariátegui, José María Arguedas, Javier Heraud.
Necesitamos el Vallejo vivo, amigo, militante, identificado con los pobres, como él lo estuvo siempre. Necesitamos, como él, ser generosos, inmáculos, íntegros. Honrar nuestra palabra, no importa que en ello perdamos la vida.
Vallejo es nuestra arma, nuestra lanza y nuestro escudo para hacer algo por el Perú. Si podemos hacer algo lo haremos con Vallejo al frente. Ese Vallejo que abandera, capitanea a los seres sin fronteras, que sigue librando batallas y ganándolas después de muerto.
¡Por eso vamos por los caminos que él recorriera, buscando el César Vallejo convertido en acción social, en gesta comunal y en pedagogía política. ¡Por eso nos consagramos a reencontrar los pasos que él siguiera!
9. Una cultura edificada en el viento
Y volvemos al principio. Julio Yovera, el autor de este libro, es un tallán y por serlo de manera inequívoca es un chamán; por la actitud natural, misteriosa y mística, quien deambula cotidiano y seguro sobre los misterios del ser; el que conoce los pasos de los dioses en las hojas de otoño cuando ellos pasaron por allí en primavera.
Los tallanes adoran al viento y a las aves y se complacen adivinando en la línea del horizonte del mar el infinito. Erigen mundos ensimismados en lo transparente del aire como sellos en el agua.
Por eso visten de trajes blancos o negros, para tener un punto riguroso de apoyo y referencia entre tanto enigma y tanta transparencia. Y lucen hondas ojeras no solo por darle un pedestal a la mirada, sino porque son vigilantes de los arcanos, adivinadores del gran sortilegio que es el universo.
Julio Yovera por eso no tiene edad, ni tiempo, ni empleo, ni oficina en este universo. O son de su competencia todas las edades, los tiempos, los empleos, las oficinas y todos los universos.
Y Kata Ccaos más que llanura está edificada en el viento, con edificios y construcciones en los vendavales, en las brisas y en el aliento. Erigidas están sus moradas con la materia de los sueños, en viajes astrales, en las transposiciones, iluminaciones. Son pórticos hacia el desierto y mundos soñados en el horizonte.
10. Con quien haya que dar el salto definitivo
De allí que la actitud, el gesto y la expectativa que pone en cada asunto. Observa, toca, olisquea el trazo y la huella que ha seguido un ave por el cielo como la mensajera de una consigna en la construcción del orden nuevo que es nuestra misión despertar, edificar sobre la base y bajo la estrella del mundo andino.
Ya percibió en el vaivén de las olas y en el mar agitado la huella del navío que antaño trazó su ruta por el camino oculto que tenemos que seguir para alcanzar el mundo que es el encargo de nuestros padres que rescatemos y otra vez refundemos aquí.
Es el descifrador de las entrañas del cuy, la llama, el guanaco puestos en el ara del sacrificio. Quien conoce la clave de la ruta a seguir; es guía y es tótem.
Quien mira en la noche y horada lo oscuro, desentraña misterios, voces ocultas, pasos perdidos; quien estará allí donde el sacrificio y el heroísmo nos convoquen, quien verá donde es más dolorosa la carga y allí pondrá su hombro y su temple para proteger al hermano. ¡Y defender lo más noble y sagrado de la vida que nos cabe defender!
Quien se identifica con una persona no porque ella goce del éxito, de los privilegios y de los favores que dicha amistad podría depararle, sino porque siente que allí radica la pureza y la verdad.
Es un soldado de la patria con quien uno sabe que contará cuando haya que resistir el último bastión y atacar el primero y el último hasta la victoria definitiva.
11. Un guerrero, un luchador, un combatiente lúcido
Son los tallanes los hacedores de sus cerámicas golpeando con un ritmo acompasado en las vasijas de barro como si tocaran tambores o hicieran el amor.
He visto cómo las pulen con laboriosidad infinitas. Y luego graban signos en blanco en la superficie oscurecida porque los misterios son lo que más tienen claro, porque los enigmas son sus verdades más prístinas; y leer designios son sus conquistas cotidianas.
Y así como dibujaron con hendiduras claras sobre lo oscuro de las superficies, así como hicieron pirámides invertidas, y un mundo de gozo pero escondido en el fondo del alma, alumbrados el espíritu con inmensas botijas de chicha hacia lo que es el mundo del subsuelo que les permitiera trasponer el mundo de sombras, así ahora saben con firmeza que el estandarte de Vallejo es lo cierto.
Descifrar y restaurar el juramento y la promesa que se hicieron los defensores de la resistencia andina y quienes ocultaron los tesoros, saberes antiguos y los secretos del incario y al guardarlos sabían que con ello sepultaban un misterio. Y que quien nos hace jurar y prometer que en Capulí no le fallaremos nunca jamás al Perú estremecido.
Con Julio Yovera tenemos el encargo no solo de decodificarlo sino de hacerlo propuesta de lucha, resistencia heroica y sacrificio. Es más, de construirlo y hacerlo vigente. Esa es nuestra consigna.
En el intento lo arriesgaremos todo. Saludo en Julio al luchador, al combatiente lúcido y al guerrero. Yo lo abrazo y le digo: Salud, hermano, hasta la victoria final que el destino debe al Perú.
jueves, 7 de agosto de 2008
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Somos los chilalos, nietos de Mec non, hijos del algarrobo y de la arcilla, hermanos de Cutivalú, el rebelde que se enfrentó a los españoles en las primeras noches del colonialismo. Somos los comuneros alados de Catacaos, capital de los tallanes.
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Datos personales
- Julio Yovera Ballona
- Nació en Ccatacaos, distrito del departamento de Piura que en el periodo prehispánico fue capital de la cultura Tallán. Estudió Licenciatura y Maestría en Educación en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es autor de: Pedagogía Popular en la Escuela; Horacio, Maestro y Líder; Testimonio para Micaela (poesía), Canciones de la Lluvia (poesía), Víctor Pablo Salvador (poesía); Educación en Valores (varios autores); Julio C.Tello, maestro (varios autores); Detrás de la Crisis de la Educación (debate). Ejerce la docencia universitaria.
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